martes, 16 de diciembre de 2014

Navidad


La época de Navidad además de ser de regocijo y alegría para unos, indiferente para otros, y depresiva para el resto, es objeto de estudio. Existe un buen número de estudios hechos por economistas respecto a lo que podríamos llamar el efecto navidad. Un artículo reciente de Laura Birg y Anna Goeddeke resume los principales hallazgos de esta curiosa literatura.

Los efectos sobre la salud no son muy buenos. Por ejemplo, el primer efecto, bien conocido por todos, es el incremento en el peso corporal. Un estudio muestra que en navidad se gana entre medio kilo y kilo y medio, y que el efecto es persistente, mejor dicho no se pierde. Otro resultado que no es sorpréndete es el aumento en la ingesta de alcohol. Las consecuencias no son buenas porque hay más muertes relacionadas con alcohol, causadas por accidentes, riñas, e intoxicación. Además existe evidencia de un mayor aumento en enfermedades del corazón como arritmias en gente saludable. Incluso, aun sin estar relacionadas con alcohol, hay evidencia de más muertes por el efecto congestión en las salas de urgencias.

Los efectos sobre el bolsillo, no hace falta decirlo, también son negativos. Los regalos son un gasto que muchos se sienten obligados a hacer. Pero lo más interesante es la pérdida de valor que se genera en los mismos, o mejor dicho la transferencia de valor que se hace a los comerciantes y productores. Una serie de estudios han comparado el valor pagado por un regalo y el valor para quien lo recibe. El efecto promedio se ubica entre 10% y 33% menos. Es decir cuando usted regala algo que le cuesta 100 pesos, el receptor lo valora en 66 en el peor de los casos. La solución obvia es regalar dinero en efectivo, pero psicológicamente no estamos preparados.

Los efectos positivos también son claros. Existen estudios que muestran que la gente es más generosa donando a obras de caridad que en cualquier otro momento del año. No es gratis que una buena parte de la población espere con tanto fervor la navidad. La alegría de reunirse con seres queridos, de revivir momentos gratos del pasado, de conocer sitios nuevos, de conocer personas nuevas, de descargarse de lo negativo, de pensar que el primero de enero es posible enterrar lo malo y arrancar de cero, aumenta el bienestar individual y colectivo.


Para una navidad óptima, hay que cuidarse de los excesos de comida y alcohol, regalar efectivo, dar a los que necesitan y llenarse de momentos y no de cosas. Feliz Navidad.

martes, 2 de diciembre de 2014

Uber polémicas

(El Mundo, diciembre 4 de 2014)

Cuando un grupo de ciudadanos quiere solucionar un problema derivado del abuso de otros ciudadanos sin usar la violencia ni la coerción y la ley se lo impide es la ley la que esta mal y no los ciudadanos. El caso de Uber es un perfecto ejemplo de esto.

El problema es sencillo: resulta que un grupo de ciudadanos se cansaron del servicio que reciben de ciertos taxistas en las principales ciudades del país. Las razones son múltiples: mal servicio al cliente, taxímetros adulterados, irrespeto a las normas de transito, mal estado y olor de los taxis, inseguridad y todas las demás quejas que todos los usuarios del servicio tienen.

Uber es una solución importada. Un servicio tecnológico que une a conductores con usuarios, prometiendo no caer en los vicios anteriormente mencionados. La solución criolla ya existía, por debajo de cuerda como muchas cosas en Colombia, muchas personas se dedican y han dedicado a transportar a otras personas con estándares más altos de calidad.

Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio de Transporte, Uber es ilegal. La razón es que Uber es una empresa de internet y no una empresa transportadora. Los dueños de los taxis tradicionales han pagado un derecho, el famoso cupo, para prestar su servicio, y además tienen que pasar otra serie de regulaciones para prestar el servicio mientras que los automóviles de Uber no, y esto representa una desventaja. El argumento es cierto. Pero no menos importante es la razón que motivo a Uber: la inseguridad y la mala calidad del servicio.

La lógica indica que la Uber polémica debe resolverse en favor de los ciudadanos. Lo que debe enviar un mensaje claro a los malos conductores y propietarios de taxi. De hecho, si el gobierno nacional fuera inteligente debería usar esta oportunidad para meter en cintura a una actividad que mueve mucho dinero y que no deja traza del mismo. Uber si porque se paga con tarjeta de crédito. La DIAN podría resolver rapidito parte del hueco fiscal que nos esta dejando la caída del precio del petróleo.

Un buen censo del negocio de los taxis revelaría un universo que muchos conocen y todos callan. Basta con subirse a un taxi y hacerle un par de preguntas al conductor para enterarse de quien es el dueño del taxi, cuanta plata hace al día, que seguridad social ofrece al conductor, y lo mas importante, cuantos taxis tiene. En las principales ciudades del país un taxi nuevo o relativamente nuevo con cupo es un activo que pasa de los 100 millones de pesos. Es decir casi el patrimonio bruto exigido para ser declarante de renta. Sin duda, detrás de la informalidad que ronda en este sector existe una enorme evasión de impuestos.


La Uber polémica es una oportunidad de oro para disciplinar un oficio del que necesitamos mas información, orden y regulación. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Derecho a soñar


No se trata de la frase de cajón, se trata, literalmente de elevar a derecho humano el derecho al silencio en las noches para garantizar un sueño profundo y reparador. Dormir mal, que incluye no tener un sueño profundo y dormir pocas horas, es un asesino silencioso.

Para los adultos, dormir poco o mal está asociado con un buen número de enfermedades y condiciones crónicas como la diabetes, problemas cardiovasculares, la obesidad y la depresión. Las personas que duermen mal y conducen vehículos tienen una probabilidad más alta de tener accidentes con el agravante de que estos pueden tener víctimas fatales. También tienen una probabilidad mas alta de accidentes laborales, que afectan no solo la salud propia sino la productividad de las empresas. Para completar, una mala noche está asociada con malas decisiones en lo afectivo, lo personal y lo profesional, que pueden acarrear efectos de por vida.

Para los estudiantes, dormir bien está asociado con un mejor aprendizaje. De acuerdo con un reciente libro llamado “Como aprendemos” de Benedict Carey, la primera parte del ciclo del sueño ayuda con la retención de información, mientras que la segunda ayuda con las materias cuantitativas. De acuerdo con los expertos una buena noche es justo lo que necesita el cerebro para afianzar lo aprendido.

El problema de dormir mal afecta a mucha gente. En los Estados Unidos, al menos uno de cada cuatro individuos declaran dormir mal. Las causas son múltiples: una enfermedad del sueño, presión social y un mal vecino. Para la primera se necesita de tratamiento medico. Para la segunda un cambio cultural organizacional, donde se imponga aquella frase celebre de “no por mucho madrugar amanece mas temprano”. O al menos se elimine la practica de irse solo después de que se va el jefe.

Y para el tercero se necesita mas policía. Es decir, una legislación mas dura y un mayor cumplimiento de la ley ante aquellos que con su ruido no nos permiten a otros dormir y soñar. Si eleváramos el sueño a un derecho humano, tendría mas peso y seria mas fácil de castigar a los perturbadores del sueño como violadores de un derecho que es tan sagrado como la vida y la salud. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lenguaje sencillo

(El Mundo, Noviembre 6 de 2014)

Por alguna razón cultural que es difícil de entender, tendemos a asociar a un individuo que utiliza palabras sofisticadas con mayor educación y nivel social. Nada más alejado de la realidad. El lenguaje sencillo es una virtud.

Precisamente para combatir este mal, el del lenguaje complicado, existe la asociación internacional del lenguaje sencillo. Este es un grupo de trabajo con sede en Canadá, fundado en 2008 cuya misión es promover la comunicación clara en todos los documentos, sean públicos o privados. De acuerdo con este grupo las virtudes del lenguaje sencillo son muchas: aumenta el nivel de conocimiento de las personas en todos los niveles socioeconómicos, ayuda a las personas a encontrar información de una manera más fácil y rápida, ayuda a las personas a entender lo que tienen que hacer, ahorra tiempo y dinero al reducir errores y malinterpretaciones, mejora las relaciones con los clientes o usuarios, disminuye la probabilidad de litigios, llega a más personas. El lenguaje sencillo es importante en todas las esferas de comunicación: electrónica e impresa.

Escribir en un lenguaje sencillo es más difícil de lo que parece porque demanda del escritor una adecuada organización, tono, escogencia de palabras, extensión (de frases, párrafos y secciones) y diseño del texto. Creo que las profesiones que mas se beneficiarían de un cambio en su lenguaje son la medicina, el derecho y la economía. Nada mas enredado que la explicación de un medico, un texto legal o un informe escrito por un economista.

Aunque suene exagerado, el lenguaje sencillo puede y a veces debe regularse. En los Estados Unidos, gracias a una ley sobre protección al consumidor, los extractos de las tarjetas de crédito deben escribirse en un cierto tamaño de letra y deben incluir en la primera pagina el valor total de la deuda y de los intereses totales si los consumidores solo pagan la cuota mínima. Gracias a esta misma ley en muchos documentos comerciales no existe, literalmente, letra pequeña. Todo el contrato debe estar en la misma letra.


Un ejemplo magistral de lenguaje sencillo y cómo deben ser escritas las leyes lo dan los mandamientos. No mataras, no robaras, no desearas la mujer del prójimo.  Los contratos y las leyes en particular deberían ser los textos mas simples de todos, pues en ultimas son las reglas de juego que rigen la mayor parte de las relaciones entre individuos en una sociedad. Un lenguaje sencillo nos acercara a ser una mejor sociedad.

martes, 21 de octubre de 2014

Bombita

(El Mundo, octubre 23 de 2014)

Esta es la historia de Bombita. Un personaje de ficción que representa magistralmente toda la frustración que muchas veces los ciudadanos tenemos ante la administración pública local. Bombita es el protagonista de uno de los seis cuentos de la película argentina Relatos Salvajes del director Damián Szifrón. Un cuento que debería ser de obligada proyección en toda administración local.

La historia de bombita es simple. Parquea su carro en una calle para hacer una vuelta. Al salir no lo encuentra. Se lo ha llevado una grúa por estar mal estacionado. Aquí empieza su viacrucis. Toma un taxi y llega al lugar donde se han llevado su carro. Hace fila, y al llegar a donde el funcionario de turno, demanda que sus derechos sean reestablecidos. Alega que no existía señal alguna de prohibición en el lugar donde estacionó, y por tanto merece tres cosas: que le devuelvan su auto, que le pidan disculpas y que le paguen el taxi y el tiempo perdido. El funcionario de turno lo mira con cinismo y le dice que tiene derecho a demandar la decisión pero que tomara más tiempo y más dinero. Bombita prefiere pagar no sin antes insultar al funcionario.

La suerte no esta con él. En los días siguientes se repite la situación. Nuevamente no encuentra su auto, y debe ir a aquel lugar infame. Esta vez estalla su paciencia por la actitud del funcionario de turno y ataca las instalaciones. Es controlado por seguridad, encarcelado y gracias a la exposición mediática que desata su agresión es despedido de su trabajo. El mejor cliente de la compañía para la que trabajaba es el gobierno local y temen represalias.

Bombita, quien es un experto en explosivos, decide tomar justicia por sus propias manos. Estaciona mal, deja que se lleven por tercera vez su auto. Minutos después de que la grúa lo deja en el lugar de acopio explota. No hay victimas fatales, pero Bombita va a la cárcel. Los medios cuentas su historia y la gente lo apoya masivamente en redes sociales, ahora es un héroe nacional. La ciudadanía cansada de atropellos aplaude que alguien tome venganza. Por cierto, Bombita es el apodo cariñoso que la gente le da en las redes sociales.

Todo en esta historia esta mal. Una política pública mal implementada, funcionarios cínicos e intransigentes, una respuesta violenta y exagerada de un ciudadano lleno de rabia.

Las administraciones locales tienen, a veces, cada forma de atropellar al ciudadano, de hacerle mas difícil y no mas fácil la vida, que esta cansando a la ciudadanía. Bombita lo resume en una frase “todos aquí quisieran que alguien hiciera algo, pero nadie se atreve”. Esperemos que la historia de Bombita nunca pase de la ficción a la realidad.

martes, 7 de octubre de 2014

Pagar por cuidarse


La nueva directora del ICBF ha mostrado su preocupación por el problema de embarazo adolescente y con mucha razón. Las cifras son preocupantes. De acuerdo a información del boletín de prensa del ICBF sobre el tema, con datos del Observatorio del Bienestar de la Niñez del mismo instituto y estadísticas de nacimientos del DANE, se muestra que desde el año 2008 hasta el 2013, han nacido cada año, en promedio, 159.656 niñas y niños, de madres entre 10 y 19 años. De este total, alrededor del 4% eran madres entre 10 y 14 años de edad. 

No obstante vale la pena recalcar que el problema viene en disminución, pues el número de nacimientos de madres menores de 19 años registró una reducción del 8,2% entre el año 2008 y el 2013. La tendencia a la baja del indicador muestra que no es un problema insalvable. ¿Qué se puede hacer para acelerar esta caída?. La respuesta políticamente correcta que debe dar un funcionario público está plasmada en la declaración de la señora Plazas en el mismo comunicado: “Vamos a fortalecer el trabajo interinstitucional en la reducción de los factores familiares, sociales y culturales que influyen en el embarazo adolescente y que dificultan la construcción de proyectos de vida sólidos para nuestros niños, niñas y adolescentes”.

Una opción un poco menos políticamente correcta seria utilizar incentivos económicos directos. En palabras simples pagar por no embarazarse. Hoy por hoy, el programa familias en acción paga a familias por el cumplimiento de metas como asistencia escolar y chequeos médicos. Evaluaciones rigurosas de este programa han mostrado que el incentivo económico funciona, sin ser perfecto.

Desconocer los incentivos económicos perversos que proveen los programas asistencialistas es ingenuo. La gente que trabaja en las comunas más pobres precisamente en el tema de embarazo adolescente da fe del incentivo económico a tener hijos que generan los subsidios a los recién nacidos. ¿Por qué no contraponer este incentivo con uno similar pero a no quedar en embarazo?.


El programa no reemplazaría al actual, eso sería un error, pues induciría a abortos. Tampoco podría ser universal porque son más las niñas que no tienen hijos a las que sí lo hacen y por ende no habría presupuesto. Un programa piloto, en un barrio o zona con muchas niñas en riesgo sería el primer paso para probar la idea.  Esta posibilidad tendría que venir del sector privado, y si funciona, ser adoptada por el gobierno. La semilla de muchos males de la sociedad actual son los hijos no deseados, cualquier acción que disminuya este hecho tendrá grandes beneficios para el país.

martes, 23 de septiembre de 2014

Es hora de individualizar


En una revista de circulación nacional que salió este mes se publicó un artículo titulado “Los taxistas no son hijue….s”. El titular es la respuesta a la pregunta “Por qué son tan hijue..s los taxistas?” que le hace la periodista al llamado zar de los taxistas en Bogotá. La semana pasada un periodista peruano tildó a Medellín de ser “el burdel más grande del mundo”. Salta a la vista un pecado que todos cometemos y que es una poderosa arma de destrucción masiva: la generalización. 

El cerebro humano necesita de atajos mentales para poder resolver las tantas tareas que tiene todos los días, sin detenerse a analizar cada una. Ejemplos de estas generalizaciones pueden ser: todo objeto caliente quema la piel, todo objeto a alta velocidad puede hacer daño, etc. En estos casos la generalización es buena y nos permite reaccionar rápido y a tiempo. No obstante, cuando estas reglas pasan a otros planos las consecuencias pueden ser increíblemente dañinas.

En términos científicos la generalización es un error del cerebro al confundir dos probabilidades. Un ejemplo ilustra mejor el problema. Digamos que en una ciudad se cometen 100 asesinatos al mes, que cada uno es cometido por una persona distinta y que de ellos 95 los cometen jóvenes de menos de 18 años. Supongamos además que en esta misma ciudad de 3 millones de habitantes hay 500,000 jóvenes.  Es claro que la probabilidad de ser joven y cometer un asesinato es extremadamente baja, y que la probabilidad de que un asesinato sea cometido por una persona joven es extremadamente alta. Pero el cerebro generaliza, confundiendo la segunda con la primera: “todos los jóvenes son asesinos”. Si el ejemplo parece muy extremo, basta con mirar datos reales. Mientras que la probabilidad de que un terrorista sea musulmán es 95.3%, la probabilidad de que un musulmán sea terrorista es de 0.0007%. Para el cerebro sin embargo la generalización es “todo musulmán es terrorista”.

Los errores de generalización además de ser injustos pueden costar caro. A nivel individual se traducen en discriminación de individuos pertenecientes a grupos raciales o socioeconómicos. A nivel empresarial pueden llevar acabar negocios enteros. A nivel de política pública pueden llevar a destruir arreglos institucionales importantes.

Aunque suene obvio, la forma de combatir la generalización es la individualización. En el mundo actual donde la información es cada vez mayor y de mejor calidad, es perfectamente posible identificar los buenos, los regulares y los malos. Identificar con nombre propio las manzanas podridas puede preservar reputaciones, evitar discriminaciones y rescatar arreglos institucionales, importantes avances hacia una sociedad mejor. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Droguerías y farmaceutas

(El Mundo, Septiembre 11 2014)

Bien parece que lo que define un barrio en Colombia son: la tienda, la panadería, y la droguería. Pero, como dice la canción infantil “una de estas cosas no es como las otras, es diferente de todas las demás”. ¿Adivina cuál? Por supuesto es la droguería. A diferencia de los bienes de venta masiva, el consumo de medicinas debe ser supervisado por un profesional independiente. La razón más evidente tiene que ver con la dosis y con los efectos adversos. En efecto, una medicina en una dosis baja no hace efecto y en una dosis alta puede traer riesgos para la salud.

La razón menos evidente tiene que ver con la interacción de una medicina con otra. Hay medicinas que tomadas con otras medicinas pueden tener consecuencias no deseables, una es diluir el efecto esperado, la otra es aumentar los efectos adversos sobre el cuerpo. Es por esta razón que las medicinas de venta al público se dividen en dos grandes grupos, las que presentan muy bajos riesgos y pueden venderse sin formula médica; y las que presentan riesgos y por ende deben ser supervisadas por un profesional de la salud y vendidas de manera controlada. Qué medicina cae en qué categoría es decisión de una entidad gubernamental.

En el mundo desarrollado, existe una estricta regulación a la venta de medicamentos del segundo grupo. En los Estados Unidos, por ley, en cada droguería debe haber un profesional en farmacia, cuya formación en aulas de educación superior es de ocho años en promedio. De hecho el título de farmaceuta es un grado académico de doctorado. Estos profesionales estudian química, física, biología, anatomía y fisiología. Adicionalmente, deben rotar, a la misma manera de los médicos, por diferentes hospitales y laboratorios farmacéuticos. Es por esta razón que en ese país no hay una droguería en cada barrio. Para el ciudadano de a pie, esto garantiza más información en el punto de dispensación y más barreras de seguridad, pues son dos profesionales (el médico tratante y el farmaceuta) los que deben estudiar la interacción de las medicinas y discutirla con el paciente. Dos datos más: los farmaceutas no pueden formular, y pueden ser severamente castigados por un mínimo error.

En nada se parece este escenario al colombiano, donde no solo reina la informalidad en el punto de venta sino la desinformación y la sed de ganancias. El señor de la droguería de la esquina, como cualquier dueño de tienda de barrio, vestido con su bata blanca tiene un claro incentivo económico a vender y mover producto.

Durante muchos años el mundo de las medicinas y las droguerías ha estado desregulado en el país, y ni hablar de los productos y pseudo productos naturistas. La verdad, no hemos cuantificado el efecto en salud pública e individual de esta medicalización innecesaria gracias a la droguería del barrio. Urge una mirada con lupa y una más estricta regulación a este que si merece ser llamado “el negocio de la salud”.

martes, 26 de agosto de 2014

Según el marrano

(El Mundo, Agosto 28 de 2014)

Sí la segunda profesión más antigua del mundo es la prostitución, la primera debe ser la de vendedor.  Y como bien lo resume la cultura popular colombiana, desde tiempos inmemoriales el precio de las cosas  se fija “según el marrano”. Hace un par de semanas explotó la noticia de un cartel de los pañales. Y, según la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), se están investigando muchos más acuerdos de precios entre empresarios en la economía colombiana. La indignación es obvia, pero la solución no es evidente por las siguientes razones.

El problema es inmenso y el regulador muy pequeño. Aun cuando la SIC haya formulado pliego de cargos contra el cartel de los pañales, esta es apenas la punta del iceberg. Son millones de productos los que se negocian a diario en la economía, y seguramente en muy pocos de los que componen la canasta familiar existe verdadera competencia. Se necesitaría una SIC de tamaño monstruoso para meter en cintura a todos los vendedores que estén fijando precios por encima del precio de mercado.

La autorregulación es insuficiente para controlar las tendencias normales del mercado. El mundo de los negocios es muy amplio y en el confluyen muchas personalidades, gente con altos estándares éticos y gente con ninguno. Ante una autoridad pequeña, la autorregulación es la siguiente linea de defensa del consumidor. Pero ésta impone unos costos que no todos están dispuestos a asumir y que los consumidores por desconocimiento no están dispuestos a pagar. En el mercado solo sobreviven los que dan utilidad y crecen. A más participación de mercado mayor posibilidad de fijar precios. Así las cosas, la dinámica del mercado tiende hacia la eliminación de la competencia, y seguramente los primeros en caer son los que se autorregulan.

La educación en ética empresarial a los futuros empresarios no llega muy lejos. Una tercera línea de defensa del consumidor es la formación en ética empresarial. Al igual que sucede con cualquier curso de universidad, los contenidos tienden a olvidarse. Además la presión misma de la actividad empresarial con su obligación normal de cumplimiento de metas, pone en desventaja a las consideraciones éticas, especialmente cuando estas se enfrentan a la estabilidad laboral misma. Siempre habrá justificación para estirar la ética un poquito.


Legalmente fijar precios no competitivos es un delito. Pero las líneas de defensa que tenemos a la mano son insuficientes, y quizá en el fondo es así porque todos tenemos rabo de paja. En una sociedad, todos somos consumidores y vendedores a la vez. Los consumidores desinformados que somos seguiremos siendo explotados, y los vendedores informados que somos seguiremos explotando y cobrando “según el marrano”, como ha sido desde el comienzo de los tiempos. 

martes, 12 de agosto de 2014

Alfombras rojas

(Agosto 14 de 2014, El Mundo)

Muchos jóvenes recién egresados y profesionales en la mitad de sus carreras sufren del síndrome de la alfombra roja. Definido como el sentimiento de merecer los mejores trabajos y los mejores salarios gracias a méritos como haber estudiado por muchos años o haber salido de una prestigiosa universidad.

Einat Wilf, columnista del diario electrónico Huftington Post describe el síndrome muy bien. Los que lo sufren viven en una de dos realidades. En la primera, se pasan los días en un trabajo que no les parece satisfactorio pero que sirve para pagar las cuentas. En esta misma realidad siempre están esperando que el teléfono suene, que alguien descubra lo inteligentes que son y que por fin les entreguen el dinero, el poder y el reconocimiento a sus méritos. Con el tiempo, estos jóvenes se convierten en adultos llenos de rencor, que odian a sus jefes y a todo aquel que si logro llegar a las posiciones que ellos “merecían”, criticándolos por los brutos y torpes que son. Son víctimas, pues, de una gran injusticia a sus divinos méritos.

En la segunda realidad, muchos de estos jóvenes consiguen trabajos bien remunerados, en lugares que si extienden alfombras rojas, el problema es que muchas veces ese no era el trabajo con el que soñaban. Aquí se encuentran todos los que trabajan haciendo dinero para enriquecer a los que ya tienen mucho dinero. Como lo afirma Wilf, estos individuos están típicamente en mundos como el de las finanzas, la banca de inversión, las firmas de consultoría, etcétera.

La verdad, como lo afirma la escritora, es que en el mundo contemporáneo nadie se “merece” una alfombra roja por ser muy buen estudiante o muy inteligente. A esas posiciones de poder, dinero y reconocimiento, se llega en parte por azar, por linaje, y en parte por la combinación de otras muchas destrezas, muchas de las cuales no se obtienen en las aulas. Los que eligen a los que están en esas posiciones valoran también la capacidad de arriesgarse, la experiencia dada por muchos fracasos, la comunicación y capacidad de autopromoción, y la capacidad de vender lo que la organización venda o haga.

En conclusión, no hay merito que justifique la alfombra roja que muchos creen merecerse. Muchos años de estudio no son suficiente razón para merecerse nada, ni creerse mejor que nadie. Como bien concluye Wilf para ir a la fiesta en la que uno quiere estar no hay que esperar invitación hay que colarse.

miércoles, 30 de julio de 2014

El talento que no será

(El Mundo, Julio 31 de 2014)

Julio de 2014 podría ser el peor mes que se recuerde en décadas para la tecnocracia, en especial la dominada por los economistas. Tres hechos así lo demuestran: la condena de Arias, la salida de Ortega y la amenaza de recortar el presupuesto de Colciencias hecho por el Ministro de Hacienda. Los tres funcionarios tienen en común una solida  formación académica como economistas, todos con estudios doctorales y con una vida paralela de docencia. En estos casos particulares, la fidelidad e infidelidad a lo predicado en salones de clase esta dejando huellas en las generaciones futuras de tecnócratas.

El caso Arias ha sido ampliamente discutido en los medios desde lo legal. Y aunque ya otros columnistas lo han dicho, lo cierto es que la sentencia de este mes, deja en firme un miedo que ya venia rondando entre los tecnócratas mas jóvenes, y que se puede resumir en una pregunta ¿valdrá la pena ser funcionario publico y asumir los riesgos personales que esto implica?. Mas allá de lo justo o injusto de la condena, el resultado es perdida de talento humano. Muchos decidirán no apostarle a la administración publica gracias al caso Arias.

Otro caso de infidelidad a las lecciones de libros y del deber ser predicado en aulas es la amenaza de Planeación Nacional y del Ministerio de Hacienda de recortar recursos a Colciencias. Es ciertamente desconcertante que instituciones que tantas veces han advertido que el crecimiento económico es función de la inversión en investigación sean los encargado de limitar los recursos para esta actividad. Hasta ahora es solo una amenaza, y como dicen los entendidos, es simplemente parte del juego anual de quita y dame entre agencias del gobierno. De ser ciertos los recortes, habrá mas talento humano desperdiciado, esta vez en estudiantes de doctorado y jóvenes investigadores que ya no lo serán.

Finalmente, otros por fieles a la doctrina, al deber ser, resultaron quemados. Ortega, exdirector de la Dian, salió según lo conocido en medios porque los capos del contrabando y del narcotráfico así lo decidieron. ¿Cómo? Con la creíble amenaza de asesinar a el y a su familia. Absolutamente increíble. Hay que abonarle al gobierno la sinceridad de no tapar su salida con un cuentico, pero el mensaje no podría ser peor: “nos toco cambiarlo, porque no tuvimos como defenderlo de los capos”.

Los casos descritos, dejarán marcas nada despreciables en las generaciones actuales y futuras de economistas. Talento humano que se alejara de la administración publica y talento humano que dejara de formarse. Gracias a Dios Julio de 2014 ya se acabo.

viernes, 18 de julio de 2014

Datos para rendir cuentas

(El Mundo, Julio 17 de 2014)

Cada día los computadores tanto del sector privado como del gobierno almacenan más y más datos. Casi toda transacción queda hoy guardada en algún sistema o registrada en alguna cámara. Ya hay legislación que supuestamente nos protege del mal uso de estos datos, pero falta ver que tanto estamos protegidos. El hecho es que los datos están y el reto es hacer de ellos una herramienta para una mejor sociedad. Una dirección en que los datos pueden ayudar es en aumentar la rendición de cuentas de aquellos que manejan recursos de la salud y que se podrían estar enriqueciendo deshonestamente.

En los Estados Unidos la agencia que administra el seguro público de salud para los adultos mayores está dando pasos gigantescos para dar luz sobre dos temas muy delicados: el enriquecimiento de algunos profesionales de la salud que abusan del sistema y la relación entre la industria farmacéutica y los mismos profesionales.

En abril de 2014, dicha agencia público en internet el total pagado a alrededor de 880,000 profesionales de la salud. El listado trajo resultados muy dicientes. El profesional con el ingreso más alto fue un oftalmólogo que recibió 21 millones de dólares en 2012 y que tiene su oficina en la Florida. Curiosamente, por decir lo menos, una vez la información se hizo pública y los periodistas pudieron cruzar datos con otras fuentes, encontraron que este señor y otros que están en los primeros lugares de la lista, habían enfrentado cargos de abuso y de fraude contra el sistema ante la justicia de ese país.

En julio de 2014, el gobierno estadounidense obligará a las compañías que producen medicamentos e insumos para el sector salud a reportar todo gasto de menos de 10 dólares que este asociado a un profesional de la salud. Estos incluyen: regalos, honorarios por dar charlas profesionales, viajes a conferencias, recursos para investigación, entre otros.  La información será publicada pronto y se convertirá en una fuente más para cruzar y rastrear a aquellos que tengan claros conflictos de interés.

¿Debe seguir Colombia estas prácticas? Creo que sí. El sistema de salud ha sido reformado por una ley estatutaria que bajo la figura de la “autonomía medica” dejo en manos de los profesionales de la salud la chequera del sistema. No hay duda que muchos hombres y mujeres honestos recomendaran el tratamiento que es efectivo al menor costo, dejando recursos disponibles para el siguiente paciente que los necesite. Para detener a los que no son honestos se necesitan datos como los mencionados en esta columna. El Ministerio y la Superintendencia de Salud pueden hacerlo. 

martes, 1 de julio de 2014

Intuición y regulación

(El Mundo, Julio 3 de 2014)

El filosofo Rene Descartes es famoso, entre otras, por la frase “los sentidos nos engañan”. Casi cuatrocientos anos después podemos decir lo mismo de nuestro cerebro. Psicólogos, neurólogos y economistas, se han encargado de mostrar que nuestro cerebro es un arma de doble filo, a veces impresionantemente acertado y a veces impresionantemente equivocado. En nuestro cerebro operan dos sistemas, uno intuitivo y uno reflexivo. El intuitivo es el que toma las decisiones inmediatas, el reflexivo es el que recurre a cálculos y análisis mas sofisticados para guiarnos hacia una decisión.

Los dos sistemas operan en paralelo en nuestra actividad diaria. El intuitivo maneja las operaciones que son repetitivas, mientras que el reflexivo entra cuando tenemos que tomar una decisión y empezamos a evaluar sus pros y contras.

Que tiene que ver esto con la regulación? Mucho. Los problemas sociales y económicos son cada vez mas complejos de entender, porque involucran la interacción del contexto, la cultura, la historia, los incentivos y demás factores que mueven a la gente a hacer lo que hacen. El regulador enfrente de esta complejidad muchas veces no tiene otro remedio que construir un modelo simple “intuitivo” del problema y plantear política basado en este modelo.

El regulador como cualquier ser humano tiene un modelo mental, y unas certezas morales que fundamentan teorías propias de lo que funciona y lo que no funciona. Pero, dado que la intuición puede ser terriblemente acertada o terriblemente desacertada, la posibilidad de éxito será entonces mas fruto del azar que de otra cosa.

En decisiones regulatorias de corto plazo, el modelo intuitivo puede ser políticamente correcto y por mal que resulte la intuición, los costos pueden no ser muy relevantes. En medidas que duren poco (unas horas, un día), aun cuando la intuición falle, los costos asumidos por los perjudicados pueden ser llevaderos. Un buen ejemplo de esto son las restricciones impuestas sobre la sociedad con ocasión de los partidos del mundial de fútbol.  Ley seca, restricción de armas, incluso prohibición de venta de harina. Fueron eficaces?, nunca lo sabremos, pero los secretarios y alcaldes hicieron lo políticamente correcto.

Lo preocupante esta en las decisiones de largo plazo, las que se vuelven medidas permanentes. Aquí el modelo intuitivo puede ser catastrófico, puede encontrar culpables donde no los hay y puede acabar con industrias enteras. La forma de resolver este dilema es atar cada política regulatoria de mediano y largo plazo a unos indicadores y a una evaluación mas científica. Si funcionan se quedan, si no se eliminan. Así se construye una regulación mas inteligente, basada en resultados y no en concepciones heurísticas del bien y del mal.

lunes, 16 de junio de 2014

Ganar de la distancia

(El Mundo, Junio 19 de 2014)

Decía un sabio viajero que “no puede haber perspectiva sin distancia”. Los colombianos, famosos por estar regados por todo el mundo no hemos logrado capitalizar esto en pro del país.  Aun no importamos los buenos comportamientos que vemos y seguimos en otros países que visitamos, ni tampoco ponemos en perspectiva nuestros problemas.

De acuerdo con estadísticas, el país mas visitado por los colombianos es los Estados Unidos. Quien haya tenido la oportunidad de visitar o vivir en ese país se ha enfrentado con costumbres que son dignas de admirar. La primera y mas importante de todas es el respeto y cumplimiento a cabalidad de la ley, sin negociaciones. Norteamericanos y extranjeros por igual saben que cuando la policía interviene para hacer cumplir las leyes de convivencia ciudadana (exceso de velocidad, ruido en un barrio, entrada a un espectáculo público) estas se acatan y que ante el más mínimo asomo de resistencia las consecuencias pueden no ser muy agradables.

El contraste con Colombia es total. Por razones culturales y quizá presupuestales, la policía no imprime el mismo respeto de otras latitudes. Nos acostumbramos a negociar la ley con el encargado de hacerla cumplir, a veces, con disculpas y promesas vagas, a veces, con dinero. Esto no puede ser.  Este deterioro de la autoridad es la base de muchos de nuestros grandes problemas.

Una segunda y muy valiosa lección que nos provén los demás países es la perspectiva global de muchos de nuestros problemas. Tomemos el caso del sistema de salud. Regresando a los EEUU, cualquiera que se haya enfermado en ese país puede testificar que la calidad es muy heterogénea (mala, regular y buena) y los precios imposibles de pagar si no se tiene un buen seguro medico. Un paseo en ambulancia puede costar unos cuantos millones de pesos y una aspirina cien veces lo que pagaría en Colombia. Nos quejamos de nuestro sistema de salud, pero no lo ponemos en perspectiva con otros países. Con respecto a los EEUU nuestro sistema de salud es mas equitativo, mas barato y mucho mas generoso.

Un análisis similar podríamos hacer de otros sectores, por ejemplo se critica la calidad de la educación superior, y basta con observar los rankings de las mejores universidades suramericanas para encontrar universidades publicas colombianas en los primeros lugares.

Salir del país es una experiencia enriquecedora que cada vez más colombianos pueden tener, pero nos falta aprender de la distancia que tomamos del país para comportarnos mejor y juzgarnos mejor.

martes, 20 de mayo de 2014

Los mentalistas


Existe un increíble paralelo entre un mago y un candidato presidencial. La esencia de la magia esta en hacernos creer que algo sucedió cuando en realidad no fue así. El engaño se logra en milésimas de segundo, ese momento en que el mago hábilmente nos convence de desviar nuestra atención hacia el lado opuesto en que el truco se esta ejecutando, para luego, cuando nuestra atención regresa, encontrar lo inverosímil hecho realidad. O al menos, la ilusión de lo inverosímil.

Existen muchos tipos de magos: cómicos, prestidigitadores, mentalistas, y escapistas, entre otros. En particular los mentalistas son aquellos individuos que, supuestamente, usando el poder de su mente adivinan lo que los espectadores están pensando. El mentalista inicia un dialogo con el espectador y por medio de preguntas ambiguas y una gran habilidad de lectura de lenguaje corporal, va sacando la información que necesita. Al final, el espectador cree que le adivinaron la mente, cuando en realidad fue el quien revelo toda la información.  

El poder de los mentalistas no radica en ningún poder sobrenatural, sino en la debilidad de sus espectadores. Debilidad que responde a dos necesidades humanas, bien estudiadas por los psicólogos. Los genios del mercadeo político saben muy bien que deben explotar estas debilidades y lo hacen sin descaro alguno.  

La primera es la necesidad que todo ser humano tiene de creer. ¿Le ha sucedido que al salir de un buen show de magia, su mente aún tiene dudas de que tanto fue realidad y que tanto ilusión? Racionalmente todos sabemos que detrás de cada acto hay un truco, pero nuestra necesidad de creer es muy fuerte. La máxima del mentalista es “para aquellos que creen no se necesitan explicaciones, y para los que no creen, ninguna explicación es suficiente”.

Lo que nos lleva a la segunda debilidad: el sesgo de confirmación. En palabras coloquiales “uno solo oye lo que quiere oír”. Según este principio, una vez los seres humanos se forman una idea, un juicio de valor, toda información que corrobore la posición tomada es recordada por insignificante que sea, y todo hecho que la desmienta es minimizado, desechado y olvidado.

En campaña todos los candidatos son mentalistas, ilusionistas. Explotan la necesidad humana de creer y dicen lo que la gente quiere oír. Las elecciones son un gran espectáculo de magia, con poca luz, lleno de humo y distracciones, donde poco es improvisado. Las propuestas también son ilusiones. Ganará el mentalista más poderoso, es decir, el que sea capaz de desviar la atención del público para hacerle creer que lo inverosímil es posible. Ese es el show en que han convertido las democracias modernas.

martes, 6 de mayo de 2014

Tres mitos

(El Mundo, Mayo 8 2014)

Soy profesor de una materia que introduce a los estudiantes universitarios a las técnicas de medición económica y a los principales indicadores sociales. Cada semestre, cuando analizamos los datos, mis estudiantes se encuentran con sorpresas: en ciertos campos, la idea que tienen del país es muy distinta a la que revelan los datos. No los culpo, son víctimas de lugares comunes que explotan los políticos, la publicidad, los textos escolares vetustos y los profesores desactualizados. Aquí, tres mitos que derrumbamos en clase.

El primero. El primer producto de exportación es el café. Colombia es un país minero no cafetero. En 2013 según la balanza de pagos del Banco de la República, exportamos 58 mil millones de dólares en bienes, de los cuales 32 mil millones fueron petróleo y derivados y casi 7 mil millones en carbón. Estos dos rubros sumados son el 66 por ciento de todas las exportaciones. En rubros individuales, al café incluso lo supera el oro. El total exportado de café fue 1.9 mil millones y en oro fue 2.2 mil millones.

El segundo. Colombia es un país joven. El índice de envejecimiento viene creciendo a tasas aceleradas. Desde la década de los noventa, Colombia vive una importante transición demográfica, con bajas tasas de mortalidad de adultos y una tendencia decreciente de la tasa de fecundidad. Mientras que en 1951 existían 10 niños (menores de 15) por adulto (mayores de 60), en 2020 existirán solo dos, y en 2050 probablemente serán uno por uno.

El tercero. El gobierno tiene plata de sobra, todo debería ser gratis, lo que pasa es que se la roban. Sería iluso desconocer la existencia de corrupción, pero también es obvio que las arcas públicas no son un barril sin fondo. Los ingresos del gobierno son en su mayoría los impuestos, y los colombianos no nos caracterizamos precisamente por pagarlos. El recaudo tributario como porcentaje del PIB en Colombia alcanzo en 2012 a 19,6 por ciento como porcentaje del PIB. Un incremento muy importante frente al 9% de 1990, pero aún muy por debajo de los vecinos. Según un estudio de CEPAL y OCDE publicado este año, Colombia es la numero 7 entre 10 países latinoamericanos en este indicador. Y ni hablar de los países desarrollados: el promedio de los miembros de la OCDE es de 34,6%.

Existen otros tantos mitos, que por espacio dejaré para una próxima columna. Lo cierto es que no somos cafeteros, estamos envejeciendo rápidamente y el presupuesto del gobierno no es un barril sin fondo.

martes, 22 de abril de 2014

La lista Sargent

(El Mundo, Abril 24 de 2014)

Las redes sociales nos tienen inundados de listas. De las tantas que he leído, una sobresale entre todas: las 12 lecciones que la economía tiene para los aspirantes a diseñadores de política publica. El autor: Tom Sargent, premio nobel de economía de 2011. El lugar: la ceremonia de grados de 2007 de la Universidad de California en Berkeley. Lectura obligada para cualquier interesado en escribir o reescribir las reglas de juego de nuestra sociedad sin morir en el intento:

1.      Muchas de las cosas que son deseables no son factibles
2.      Tanto los individuos como las comunidades enfrentan decisiones en las que para ganar algo hay que sacrificar algo
3.      Los demás tienen mejor información acerca de sus habilidades, su esfuerzo y sus preferencias, de la que usted cree tener sobre ellos.
4.      Todo el mundo responde a incentivos, incluyendo la gente que usted quiere ayudar. Esa es la razón por la que las medidas de protección social no siempre terminan por hacer el bien que se creía iban a lograr.
5.      Existe una relación de sacrificio entre igualdad y eficiencia, para ganar de una hay que sacrificar de la otra.
6.      En equilibrio la gente esta satisfecha con sus escogencias. Por eso es muy difícil cambiar comportamientos, para bien o para mal, especialmente aquellos diseñados por gente que no conoce esta realidad.
7.      En el futuro, usted también responderá a incentivos. Por eso habrán promesas que usted quisiera cumplir pero que no lo va a poder hacer. Nadie va a creer en esas promesas porque la gente sabe que usted no podrá cumplirlas. La lección es: antes de hacer una promesa, piense bien si usted seria capaz de cumplirla cuando las circunstancias cambien. Esa es la forma en que se gana la reputación.
8.      Los gobiernos y los votantes también responden a incentivos. Es por esa razón que los gobiernos incumplen sus promesas, como por ejemplo pagar sus deudas.
9.      Es posible para una generación pasarle los costos de una decisión a las siguientes generaciones. Eso es la deuda pública de un país.
10.  Cuando los gobiernos gastan, sus ciudadanos serán los que pagan, bien sea a través de impuestos explícitos o implícitos (como la inflación).
11.  La mayor parte de la gente quiere que otros paguen por los bienes públicos y las transferencias del gobierno (especialmente las que ellos reciben)
12.  Dado que los precios de los mercados agregan la información de muchas transacciones, es muy difícil pronosticar precios. Por ejemplo: las acciones, las tasas de interés y las tasas de cambio.

Se podrá estar o no de acuerdo con muchas desde lo ideológico. Lo cierto es que desde lo que vemos en la calle “cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia”.

domingo, 6 de abril de 2014

Para salir del último puesto

(El Mundo, 10 de Abril de 2014)

Muchas voces indignadas porque Colombia aparece en el último lugar de unas pruebas educativas internacionales llamadas PISA, piden a gritos que el gobierno haga algo. Tienen razón en pedir mayor inversión, pero desconocen que el problema no se resuelve sólo con plata, el mayor causante esta en casa, no fuera de ella.

Esta conclusión esta sólidamente demostrada en países donde existen encuestas que han seguido a los mismos padres y niños por años. En estas, se muestra que los factores que mas explican los resultados de pruebas estandarizadas son atribuibles a la familia: la educación de los padres, el ingreso de los padres y el número de hijos.

Los padres mas educados tienen una misma obsesión: que sus hijos tengan una educación mejor que la que ellos tuvieron, y para este fin dedican todos los recursos personales (tiempo) y económicos que tengan a su alcance. El ingreso obviamente esta asociado con la capacidad de pagar por mejor educación y por toda clase de actividades y tutorías. Y por último el numero de hijos explica la dedicación de tiempo que los padres pueden dar a cada hijo diariamente.

Profesores mejor pagados, con mayor educación y calidad, en escuelas con mejores recursos es un hecho deseable en si mismo. Pero este efecto positivo se puede ver contrarrestado rápidamente por padres de familia que inculcan exactamente los valores contrarios: trabajar a corta edad, abandonar del sistema, menospreciar las actividades intelectuales, tener hijos a temprana edad, etc.

Para salir del último puesto se necesitan padres mas educados, padres con mayor ingreso y padres con menos hijos, todas políticas que están fuera del alcance del Ministerio de Educación actual. Si algo, lo único que demuestran es lo que no se hizo dos, tres o cuatro décadas atrás, cuando los actuales padres eran niños.

Creo que debemos aplaudir el coraje de someterse a la medición sistemática que esta adelantando el país. Y en esa misma línea, sugiero que se intensifiquen las acciones en lo que tiene que ver con medición. La primera es producir mas datos para tomar mejores decisiones. En Colombia no existen encuestas que permitan entender y sobre todo monitorear la evolución de los factores que están detrás de estos malos resultados.


La segunda es meternos en una cultura sistemática de evaluación. Lo que los medios tampoco dijeron en sus análisis es que en los países que salieron de primeros en las pruebas (asiáticos, por supuesto) existe una cultura enorme de medición con pruebas estandarizadas. Desde muy chicos, los niños de estos países se están midiendo con pruebas y compitiendo ferozmente con sus pares por los primeros puestos. De forma que se convierten, literalmente, en maquinas de responder pruebas estandarizadas.

Mas medición, es un factor que no debemos olvidar, dentro de una política integral para salir del último puesto.

martes, 25 de marzo de 2014

Rendición de cuentas para profesionales

(El Mundo, Marzo 27 de 2014)

Existen muchos mecanismos de rendición de cuentas. En el mundo empresarial, se da cuando el jefe se sienta con su empleado a pedirle cuentas. En el área comercial se da cuando un cliente regresa o no regresa a demandar un producto. En los Estados Unidos donde existe una marcada tendencia a utilizar internet para todo y a calificarlo todo existen paginas para que los consumidores opinen sobre servicios de profesionales, por ejemplo existe una página para calificar a los profesores (http://www.ratemyprofessors.com/), y otra para calificar a plomeros, carpinteros, y todos los que ofrecen servicios a los hogares (http://www.angieslist.com/).

Muchos se preguntan si estos mecanismos son realmente efectivos. Si la gente solo los utiliza como desfogue, o si son manipulados. Una investigación recientemente publicada por las investigadoras SusanLu y Huaxia Rui de la Universidad de Rochester analizó la correlación entre las calificaciones que los usuarios hacen de médicos en la página web RateMDs y su desempeño profesional. Esta no es una investigación fácil, puesto que los pacientes no tienen la suficiente información y conocimiento clínico y pueden terminar juzgando al individuo con criterios que no son justos.

Para hacer frente a ese problema las investigadoras seleccionaron una especialidad: los cirujanos que realizan cirugía de revascularización coronaria. Dado que errores en estas cirugías están vinculados directamente con la muerte, los pacientes y sus familiares tienen más incentivos a hacer búsquedas extensas para encontrar un buen cirujano que aquellos pacientes con necesidad de cirugías que no son mortales. El segundo problema, es que seguramente los mejores médicos atienden a los pacientes más complicados, con probabilidad más alta de morir. Para hacer frente a este problema, las investigadoras usan modelos estadísticos apropiados.

Los resultados muestran que en efecto los cirujanos calificados con cinco estrellas en la página RateMds, tienen un tasa de mortalidad de pacientes más baja que aquellos calificados con menos de 5 estrellas. Las investigadoras concluyen que este tipo de calificaciones en línea (via internet) son confiables (para estos cirujanos, al menos) y que “los pacientes son más inteligentes de lo que la mayoría de los críticos imaginan”.

Lejos de ser contundente, este tipo de investigación es indicativa. No conozco en Colombia ningún tipo de iniciativa de este estilo (páginas web para calificar servicios profesionales independientes como el de los abogados, o médicos). Creo que hacen falta, no solo porque podrían ser efectivas como lo muestra el estudio citado sino por la enorme necesidad de aumentar los mecanismos de rendición de cuentas de aquellos que prestan servicios personales. Bien valdría la pena que algunos jóvenes emprendedores se le apunten a desarrollar iniciativas como esta en el país. 

martes, 11 de marzo de 2014

Los miserables

(El Mundo, 13 de Marzo de 2014)

No se trata de la obra inmortal de Víctor Hugo, se trata de las acciones que algunos toman frente a otros seres humanos. Definido por la real academia española en su cuarta acepción como “adj. Perverso, abyecto, canalla”.

Una microempresaria, en una gran superficie de una gran ciudad del país que contrata una persona (una mujer que ha dado a luz cinco meses antés y que aun está lactando), le obliga a trabajar jornadas de más de diez horas seis días de la semana, hacer todo tipo de tareas y que al final de dos semanas de trabajo, le entrega dos cientos mil pesos, con la disculpa de que las ventas están muy mal, es una persona miserable.

La ama de casa que contrata una persona para hacer el aseo de su hogar, le impone jornadas de trabajo que van mas allá de lo legal, la insulta y trata mal, le exige estándares de limpieza que ella misma no cumple, y además le paga un mínimo que no incluye prestaciones sociales, es una persona miserable.

Así podríamos seguir con otros ejemplos. Tratar a otras personas de manera miserable, como si no fueran humanas, es según los psicólogos que han estudiado el tema “un problema de distancia, no física sino psicológica”. La imposibilidad de ponerse en los zapatos de los demás, crea una extraña conceptualización del otro como una persona sin mente, y por ende sin sentimientos. Este es uno de los argumentos que desarrolla el autor Nicholas Epley en su nuevo libro (titulado en ingles Mindwise: How we understand what others think, believe, feel and want, que traduciríamos como Sobre la mente: Como entendemos lo que otros piensan, creen, sienten y quieren) y que pienso, están a la base de muchos de los problemas de nuestra sociedad moderna.

La inequidad de la que tanto nos quejamos es el fruto de decisiones a microescala como las que ejemplifique anteriormente, en donde, la distancia sicológica frente al empleado provoca actos que son francamente canallas. Con repercusiones de corto y mediano plazo muy difíciles de medir. Mucho se habla de la descomposición de nuestra sociedad como fruto del narcotráfico, pero poco se habla de la otra descomposición, la que se produce en las relaciones en el mercado laboral en las que algunos empleadores toman ventaja de sus empleados como si no estuvieran tratando con otros seres humanos.

Existe un buen número de leyes que se supone protegen al trabajador. Si la justicia en el país funcionara seguramente estas personas podrían demandar un trato justo. Mientras tanto, tome justicia por su propia mano, hable con un miserable y convénzalo de redistribuir un poco más su ingreso.