martes, 21 de octubre de 2014

Bombita

(El Mundo, octubre 23 de 2014)

Esta es la historia de Bombita. Un personaje de ficción que representa magistralmente toda la frustración que muchas veces los ciudadanos tenemos ante la administración pública local. Bombita es el protagonista de uno de los seis cuentos de la película argentina Relatos Salvajes del director Damián Szifrón. Un cuento que debería ser de obligada proyección en toda administración local.

La historia de bombita es simple. Parquea su carro en una calle para hacer una vuelta. Al salir no lo encuentra. Se lo ha llevado una grúa por estar mal estacionado. Aquí empieza su viacrucis. Toma un taxi y llega al lugar donde se han llevado su carro. Hace fila, y al llegar a donde el funcionario de turno, demanda que sus derechos sean reestablecidos. Alega que no existía señal alguna de prohibición en el lugar donde estacionó, y por tanto merece tres cosas: que le devuelvan su auto, que le pidan disculpas y que le paguen el taxi y el tiempo perdido. El funcionario de turno lo mira con cinismo y le dice que tiene derecho a demandar la decisión pero que tomara más tiempo y más dinero. Bombita prefiere pagar no sin antes insultar al funcionario.

La suerte no esta con él. En los días siguientes se repite la situación. Nuevamente no encuentra su auto, y debe ir a aquel lugar infame. Esta vez estalla su paciencia por la actitud del funcionario de turno y ataca las instalaciones. Es controlado por seguridad, encarcelado y gracias a la exposición mediática que desata su agresión es despedido de su trabajo. El mejor cliente de la compañía para la que trabajaba es el gobierno local y temen represalias.

Bombita, quien es un experto en explosivos, decide tomar justicia por sus propias manos. Estaciona mal, deja que se lleven por tercera vez su auto. Minutos después de que la grúa lo deja en el lugar de acopio explota. No hay victimas fatales, pero Bombita va a la cárcel. Los medios cuentas su historia y la gente lo apoya masivamente en redes sociales, ahora es un héroe nacional. La ciudadanía cansada de atropellos aplaude que alguien tome venganza. Por cierto, Bombita es el apodo cariñoso que la gente le da en las redes sociales.

Todo en esta historia esta mal. Una política pública mal implementada, funcionarios cínicos e intransigentes, una respuesta violenta y exagerada de un ciudadano lleno de rabia.

Las administraciones locales tienen, a veces, cada forma de atropellar al ciudadano, de hacerle mas difícil y no mas fácil la vida, que esta cansando a la ciudadanía. Bombita lo resume en una frase “todos aquí quisieran que alguien hiciera algo, pero nadie se atreve”. Esperemos que la historia de Bombita nunca pase de la ficción a la realidad.

martes, 7 de octubre de 2014

Pagar por cuidarse


La nueva directora del ICBF ha mostrado su preocupación por el problema de embarazo adolescente y con mucha razón. Las cifras son preocupantes. De acuerdo a información del boletín de prensa del ICBF sobre el tema, con datos del Observatorio del Bienestar de la Niñez del mismo instituto y estadísticas de nacimientos del DANE, se muestra que desde el año 2008 hasta el 2013, han nacido cada año, en promedio, 159.656 niñas y niños, de madres entre 10 y 19 años. De este total, alrededor del 4% eran madres entre 10 y 14 años de edad. 

No obstante vale la pena recalcar que el problema viene en disminución, pues el número de nacimientos de madres menores de 19 años registró una reducción del 8,2% entre el año 2008 y el 2013. La tendencia a la baja del indicador muestra que no es un problema insalvable. ¿Qué se puede hacer para acelerar esta caída?. La respuesta políticamente correcta que debe dar un funcionario público está plasmada en la declaración de la señora Plazas en el mismo comunicado: “Vamos a fortalecer el trabajo interinstitucional en la reducción de los factores familiares, sociales y culturales que influyen en el embarazo adolescente y que dificultan la construcción de proyectos de vida sólidos para nuestros niños, niñas y adolescentes”.

Una opción un poco menos políticamente correcta seria utilizar incentivos económicos directos. En palabras simples pagar por no embarazarse. Hoy por hoy, el programa familias en acción paga a familias por el cumplimiento de metas como asistencia escolar y chequeos médicos. Evaluaciones rigurosas de este programa han mostrado que el incentivo económico funciona, sin ser perfecto.

Desconocer los incentivos económicos perversos que proveen los programas asistencialistas es ingenuo. La gente que trabaja en las comunas más pobres precisamente en el tema de embarazo adolescente da fe del incentivo económico a tener hijos que generan los subsidios a los recién nacidos. ¿Por qué no contraponer este incentivo con uno similar pero a no quedar en embarazo?.


El programa no reemplazaría al actual, eso sería un error, pues induciría a abortos. Tampoco podría ser universal porque son más las niñas que no tienen hijos a las que sí lo hacen y por ende no habría presupuesto. Un programa piloto, en un barrio o zona con muchas niñas en riesgo sería el primer paso para probar la idea.  Esta posibilidad tendría que venir del sector privado, y si funciona, ser adoptada por el gobierno. La semilla de muchos males de la sociedad actual son los hijos no deseados, cualquier acción que disminuya este hecho tendrá grandes beneficios para el país.