En 2010, el congreso de los Estados Unidos aprobó el famoso Obamacare, es decir, la ley de reforma de la salud de ese país. En realidad Obamacare está compuesta por dos leyes. Un dato curioso, pero que dice mucho de la forma de hacer política pública en los países anglosajones es el mandato de la ley para que la Secretaria de Salud (El Ministerio) conduzca 33 programas pilotos, con el ánimo de acopiar evidencia estadística en cuanto a la posibilidad de éxito de dichos programas (Lista aquí http://bit.ly/17aSl4q ). Las leyes son además explicita en asignar recursos y en exigir que la evaluación que se haga sea del más alto nivel científico posible.
Desconozco cuál fue el primer congreso o parlamento que explícitamente pidió al poder ejecutivo experimentar con un programa o medida antes de generalizarla. En Estados Unidos uno de los más famosos experimentos fue encargado al Ministerio de Trabajo a comienzo de los setentas y empezó formalmente en 1975. El experimento buscaba responder a la pregunta, ¿pueden mejorarse las condiciones de empleabilidad de mujeres con pocas opciones laborales, si primero se les entrena durante 18 meses en un trabajo que a la vez que les ayuda les enseña a trabajar por resultados?.
En Colombia
no somos ajenos a las pruebas piloto o a las evaluaciones rigurosas de las
mismas pero si somos ajenos a la institucionalidad anteriormente descrita. El hoy
famoso programa Familias en Acción por ejemplo, fue sujeto de un piloto y una evaluación
cuasi rigurosa, pero este programa y esta evaluación fueron promovidos por los organismos
multilaterales gracias a una iniciativa que había probado tener éxito en México
llamada Progresa. La primera evaluación de Familias en Acción se terminó hace
unos 10 años. Esta evaluación dejo más que unos resultados que luego sirvieron de
evidencia al gobierno de turno para escalar el programa. Dejo una institucionalidad
en el Departamento Nacional de Planeación hoy llamada Dirección de Seguimiento
y Evaluación de Políticas Públicas.
Aun cuando están, a mi modo de ver, dadas las
condiciones institucionales y técnicas para evaluar a través de buenos pilotos
y experimentos políticas cruciales para el país, estamos lejos de tener un
gobierno y un congreso que basen sus propuestas de ley en solida evidencia. Es
cierto que las crisis no dan espera, pero también es cierto que muchas de estas
crisis se pudieran evitar con políticas basadas en la evidencia y no en
supuestos teóricamente quizá acertados pero que luego prueban no haber tenido
en cuenta alguna de las miles de circunstancias que hacen de Colombia el país que
es. El día en que gobierno y congreso escriban leyes y apropien recursos para
hacer la experimentación que necesitamos, estaremos en la senda correcta de
gobierno basado en la evidencia.