El Presidente Obama no pasa por un buen momento por cuenta de
la reforma a la salud aprobada en 2010. En su momento le costó gran parte de su
capital político y radicalizó aún más al partido opositor (Republicano). El
apagón de septiembre, donde buena parte de las oficinas de gobierno no trabajaron
se explica por esta oposición. Para colmo de males, le fallaron los sistemas de
información cuando más los necesitaba. En octubre se inauguró un portal de
internet donde los estadounidenses que no tenían seguro de salud o que querían
cambiarlo podrían entrar y comprar libremente aquel que más se ajustara a sus
necesidades. El portal no funcionó, y aunque algunas cosas han mejorado, muchos
dudan que lo haga en el inmediato futuro.
Al otro lado del charco, en el Reino Unido, el Servicio
Nacional de Salud acaba de anunciar que abandonará la creación de un sistema de
información que iba a unir todos los actores del sistema. Un proyecto de 10
años y que ya había gastado 2.7 billones de libras, pero que tenía planeado
gastarse 11.4 billones.
Estos fiascos tecnológicos en materia de sistemas de
información para el sector salud tienen varios elementos en común. Dos explican
buena parte de los problemas: Liderazgo y formas de contratación.
En cuanto a liderazgo, en los dos casos, la persona encargada
de los proyectos (el decisor de última instancia) era un alto funcionario público.
Esto es problemático por varias razones: es una persona muy ocupada con múltiples
obligaciones que puede dedicar muy poco tiempo al proyecto, es una persona que está
sujeta a presiones políticas, es una persona que no conoce de tecnología
aplicada al sector, y por último puede incluso no compartir el espíritu del proyecto.
En cuanto a contratación. La forma en que se desarrollan
estos proyectos y las leyes de contratación pública son incompatibles. Los
grandes proyectos de tecnología están marcados por alta incertidumbre técnica,
razón por la cual diferentes alternativas de solución deben ser probadas usando
ensayo y error. Esto es factible y tolerable en el sector privado pero no en el
sector público. Las reglas de contratación pública son estrictas y están
marcadas por ciclos muy largos de contratación que demoran innecesariamente los
procesos y la capacidad de innovación. En segundo lugar, el método de “ensayo y
error” no es muy bien visto por los organismos de control fiscal y político que
tienden a confundirlo con corrupción y prácticas delictivas.
De aprobarse la reforma de salud, una institución llamada Salud-Mia tendría que construir una infraestructura tecnológica de magnitudes nunca antes vistas en el país. Valdría la pena estudiar todo lo que fallo en EEUU y Reino Unido para no fracasar en el intento.