martes, 23 de enero de 2018

Homicidios, bienes públicos y salud

(El Mundo, enero 25 de 2018)

Actualmente, más del 80% de los pobladores viven en las grandes urbes. Las ciudades atraen un gran número de personas debido a un mayor acceso a bienes y servicios públicos y privados, tales como educación, salud, sanidad, transporte y seguridad. Sin embargo, prestar estos servicios es costoso para las ciudades y por ende hay diferencias por comunas en acceso y calidad de dichos servicios. La prestación de servicios públicos insuficientes y deficiente, dado la poca oferta o la capacidad para brindar una prestación adecuada pueden afectar el estado de salud de los individuos.

Por ejemplo, en el caso del sobrepeso, altas prevalencias de esta enfermedad podrían estar asociadas a la percepción de inseguridad en la ciudad y/o barrio de residencia. Los robos, el vandalismo y los homicidios pueden desalentar a las personas a realizar actividades deportivas como caminar, trotar, correr o jugar futbol en los parques públicos. Es decir, que a pesar de que exista la disponibilidad de los espacios públicos para las actividades físicas, la inseguridad podría impedir su utilización. Lo anterior, haría suponer que para quienes residan en barrios con altos índices de criminalidad o quienes no pueden acceder o pagar por un lugar privado de recreación, la situación de violencia y/o bajos ingresos tendría un efecto negativo en su salud.  

En un estudio reciente que publique con unos colegas en el Journal of Urban Health examine la relación entre altas de tasas de crimen, provisión de bienes públicos y sufrir de sobrepeso o problemas físicos o mentales en Cali. Entre los bienes públicos analizados estuvieron parques iluminados, espacio público adecuado por habitante y la existencia de estaciones de bus.

En el estudio encontramos que una mayor tasa de homicidios en la comuna donde se vive en Cali, aumenta la probabilidad de tener sobrepeso. No obstante, esta situación difiere por sexo. La percepción de inseguridad afecte el peso en los hombres mientras que la violencia en el barrio afecta la salud mental de las mujeres. En relación con la disponibilidad de bienes públicos, como parques y espacios públicos adecuados, estos reducen la probabilidad de que un caleño sufra de sobrepeso. Un resultado similar se encontró para la existencia de estaciones de buses en la comuna de residencia: a más estaciones menos problemas relacionados con salud mental y sobrepeso.

En conclusión, dirigir los esfuerzos gubernamentales hacia reducir los índices de violencia y hacia la provisión adecuada de bienes públicos repercute positiva y directamente en la salud y el bienestar de los ciudadanos en el corto y largo plazo.

miércoles, 10 de enero de 2018

Precios

(El Mundo, enero 11 de 2018)

En esta época del año los precios cobran un marcado interés entre los colombianos. Se combinan factores psicológicos y reales. El efecto final es el mismo, todos se quejan de los altos precios y piden a gritos que se controlen o que se regulen, menos uno, el de su salario o el que marcan los productos que venden y que determinan sus ingresos.

Acaba de salir el dato de inflación en Colombia para el año 2017, fue de 4.09%. Esto quiere decir que en promedio los bienes y servicios que consumen los colombianos crecieron en ese porcentaje entre el 1 de enero y el 31 de diciembre. Erróneamente los medios de comunicación asimilan el incremento de precios con el “costo de vida”. Coloquialmente funciona, pero técnicamente son conceptos muy distintos. El costo de vida es función de las cantidades y de los precios de los bienes y servicios consumidos, mientras que la inflación solo corresponde a los precios. Los hogares sustituyen unos bienes por otros como respuesta a cambios en precios, en gustos, en oferta, en ingresos, y en tantas otras variables. De forma que atribuir el alza del “costo de vida” a los precios es un simplificación inadecuada.

En diciembre la gente se queja de los altos precios de las cosas. En enero, una vez conocidos los datos de inflación y de salario mínimo, los precios se reajustan y también generan malestar. Pero la verdad es que ambos fenómenos son sanos. En diciembre los precios altos son explicados por una mayor demanda, más gente en busca de lo mismo. En enero, porque el costo laboral crece y con él los costos de producción.

Los precios son, para los economistas, el mejor y más eficiente mecanismo de asignación de recursos. Llevan cualquier cantidad de información en ambas direcciones entre compradores y productores. No obstante, si existen abusos. Estos se presentan cuando uno de los dos lados de la transacción, el vendedor o el comprador, tienen poder sobre el otro. Allí es justificado intervenir, o bien regulando el precio o bien disminuyendo el poder de quien lo ostenta. Para eso deben existir instituciones fuertes, en Ecuador su nombre lo dice todo “Superintendencia de Control del Poder de Mercado”, aquí la llamamos tímidamente Superintendencia de Industria y Comercio (SIC).

La inflación en Colombia es un poco más alta de las metas pero está en niveles normales. Mire a Venezuela para que vea lo que es descontrol de precios. En fin, no se queje más de los precios. Si suben mucho, sustituya su consumo, si encuentra que son abusivos denúncielo ante la SIC. Y si son los suyos, no los suba tanto, recuerde que usted es el otro de los otros.