martes, 28 de julio de 2015

Fertilidad y la mala política

(El Mundo, julio 30 de 2015)

Existe una regularidad a nivel mundial, en la medida en que el nivel educativo y de ingreso de las personas aumenta, disminuye el número de hijos que estas deciden tener. Así, en los países en donde las clases medias crecen las tasas de fertilidad caen. Varias razones explican este fenómeno, las dos principales son: el mayor conocimiento y acceso a métodos anticonceptivos, y el mayor costo financiero de criar y educar un niño.

En 1979, el gobierno de la China, preocupado por el aumento de la población, y desconociendo esta regularidad (que ya estaba plenamente documentada en la misma China) decidió decretar por ley la caída en la fertilidad. En efecto, a partir de ese año las familias chinas solo podrían tener un hijo. Esta famosa ley trajo consecuencias dolorosas para las familias chinas. Las más trágicas asociadas con abortos obligados y con un número muy alto de infanticidios, especialmente de niñas. Y para los que sobrevivieron, una notoria escases de mujeres y el surgimiento de una generación de “padres huérfanos” (aquellos que perdieron su hijo único a mediana edad cuando ya no era posible engendrar más hijos).

Cómo si no fuera poco el drama familiar que la política pública causó, la ironía más grande es que fue tan exitosa que ahora mismo el país va a tener que impulsar una política exactamente opuesta para salir del problema demográfico que creo. En efecto, desde 2012 el número de personas en edad de trabajar está decreciendo y la proporción de adultos mayores aumentando. ¿Qué significa esto?. Una economía que se va a quedar sin su principal motor: trabajadores.

Es esta urgencia la que ha llevado al gobierno a anunciar que muy pronto aumentara a dos el número de hijos permitido. No obstante, esta medida será insuficiente. De acuerdo a algunos estudios la gente ya cambió su comportamiento. Por ejemplo, desde 1980 las familias rurales cuyo primer hijo fuera una niña tenían autorización de tener otro hijo. Sin embargo, un estudio mostro que solo el 6.5% de estas familias decidió tener un segundo hijo. En 2013, también se permitió a las parejas urbanas tener un segundo hijo si uno de los dos padres era hijo único, pero menos del 10% de los elegibles se registró para tener un segundo hijo en 2014.

La política pública china de “un solo hijo” exacerbó la tendencia natural a la baja en la fertilidad de toda economía que crece. Los que se inventaron la ley se equivocaron y ahora cambiar esta tendencia no será cuestión de cambiar una ley. Dado que no se puede dejar de invertir en educación, solo será posible con una gran inversión en reducir los costos financieros de criar hijos y de ser exitosa solo se verá reflejada en un par de décadas.

lunes, 13 de julio de 2015

Un género por explotar

(El Mundo, Julio 16 de 2015)


La más reciente película de cine de Pixar y Disney cuyo título se tradujo al español como “Intensa-mente” es una cuasi obra magistral de cómo llevar conocimiento académico, típicamente encerrado en revistas especializadas, al público general de una manera que educa y entretiene a la vez.

La ciencia popular, y específicamente la que  se concentra en ciencias sociales y economía es un género literario prácticamente desconocido en Colombia y en los países hispanohablantes en general. Es en los Estados Unidos, donde el volumen de lectores y de libros vendidos es seguramente el mayor del mundo, en donde está la cuna de la mayoría de la literatura de este género. Existen líderes científicos mundialmente reconocidos por su trabajo académico que se han aventurado a escribir para una audiencia más amplia y lo han hecho con éxito. En Economía, por ejemplo, por lo menos tres premios nobel recientes (Daniel Kahneman, Alvin Roth, y Robert Shiller) tienen libros escritos de la mayor calidad y claridad.

La película en mención describe cómo funcionan las emociones al interior de la mente y del cuerpo humano y como a la vez estas dan forma a las relaciones que establecemos con los demás seres humanos. El contexto específico es el de una niña de 11 años que vive una situación difícil en compañía de sus padres. La película muestra cinco emociones: tristeza, disfrute, disgusto, rabia y miedo.

El director se apoyó en dos científicos sociales, los profesores Keltner y Ekman, ambos de la Universidad de California, quienes le dieron el fundamento científico a las historias, reuniendo en ellas décadas de investigación en psicología humana.

Lastimosamente el cine es muy costoso de hacer y por ende el conocimiento que esta película condensa y transmite de manera tan efectiva es difícil de repetir con alta frecuencia. La alternativa esta en los libros, de los cuales hay suficientes. Desafortunadamente muy pocos han sido traducidos al español y por ende gran parte de la sociedad latinoamericana está perdiéndose de un género que es realmente fascinante.

Ojala que la taquilla de esta película sea lo suficientemente rentable como para que las casas editoriales se animen a traducir estos libros y mercadearlos de manera inteligente en Latinoamérica.