domingo, 28 de octubre de 2018

Política pública abusada


(El Mundo, noviembre 1 de 2018)

A menudo escuchamos a políticos y expertos de opinión pidiendo en medios que se necesita una política pública para algo. Las palabras “política” y “pública” por separado tienen una tradición ancestral. La política según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) tiene 12 posibles definiciones, en su acepción política es “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados” o también “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos público”. Lo público se define por oposición a lo privado. Y en lo que tiene que ver con el estado la RAE lo define simplemente como “Perteneciente o relativo al Estado o a otra Administración”.

El concepto “política pública” sin temor a equivocarme es importado de la tradición académica anglosajona. De hecho la herramienta Ngram de Google muestra que este concepto escasamente se usaba en libros en inglés, hasta su auge entre 1960 y 1980. De hecho las primeras facultades llamadas formalmente de “políticas públicas” nacen en los Estados Unidos después de la gran depresión, por allá en 1930, con la idea de que se necesitaba un entrenamiento formal en muchas disciplinas como estadística, leyes, economía, sociología, evaluación, ciencias políticas, etcétera para ser un buen funcionario de gobierno.

No existe una definición única de “política pública” pero la más aceptada hoy en día tiene que ver con el conjunto de acciones, medidas regulatorias, leyes y recursos presupuestales relacionados con un asunto o problema público en particular.

Cuando uno mira juicioso algún problema público del país se da cuenta que todos tienen su conjunto de acciones, medidas regulatorias, leyes y demás. De hecho nos quejamos y con razón de que en Colombia hay normas muy bonitas para todo pero que no se cumplen. Por esa misma razón creo que el problema de Colombia no es que se necesiten políticas públicas, de hecho las hay y muy buenas. Lo que se necesita es hacerlas cumplir. En Colombia el término política pública esta abusado, en cambio el de implementación está a medio usar.

domingo, 14 de octubre de 2018

Ideas para crecer

(El Mundo, octubre 18 de 2018)

La semana pasada, los economistas Paul Romer y William Nordhaus ganaron el premio nobel de economía. En particular el premio citó que este se entregaba a Romer “por integrar el conocimiento a la economía”.

Romer es el padre de la teoría del crecimiento endógeno. Esto en palabras sencillas significa que las fuentes de crecimiento no son sólo externas, sino que el crecimiento económico de los países también depende en gran medida de las condiciones internas que se establezcan para que las ideas pasen de la cabeza de los inventores a convertirse en empresas. Colombia por ejemplo, sigue siendo un país donde el crecimiento económico está muy marcado por fuentes externas: el precio del petróleo, del café, y la inversión extranjera directa.

Como siempre, este premio se entrega muchos años después, cuando ya todo nos parece obvio. Lo que quiere decir que la teoría era muy buena y que efectivamente era una explicación valida de la realidad. Algo que debe resaltarse de la teoría de Romer es que las ideas generan efectos domino positivos. Es decir, las buenas ideas, generan mejores ideas. Por esta razón la actitud correcta no es esconder las ideas, sino todo lo contrario, exponerlas para que estas detonen ideas en otras personas.

Para que las ideas puedan convertirse en empresas, se necesitan muchas condiciones. Ya en Colombia existen algunas de ellas, pero necesitan profundizarse. Se necesita buenas universidades, un buen mercado de capitales, más recursos para investigación, mejores escenarios para la transmisión de ideas, aumentar el tamaño de los mercados, entre otros.

Es una buena coincidencia que en la misma semana en que Romer ganaba el nobel, en Colombia se deban dos eventos en la dirección correcta. El primero fue un incremento en el presupuesto para las universidades públicas. El otro fue el evento Héroes Fest en la ciudad de Cali, en donde se reunieron más de 6200 emprendedores para intercambiar ideas en torno a cómo convertir sus ideas en empresas y en crecimiento económico. Hay cosas que siguen cambiando y para bien del país.

martes, 2 de octubre de 2018

Cuantos somos importa

(El Mundo, octubre 4 de 2018)

El DANE ha hecho la primera entrega de resultados del CENSO. De acuerdo al director Oviedo a septiembre 28 somos 41.9 millones de colombianos. Con una cobertura geográfica superior al 97%. Esto quiere decir que a menos que la densidad poblacional de ese tres por ciento restante sea muy alta, la cifra final estará muy cercana a los 42 millones.

Este dato suena anecdótico, pero la verdad es que tiene implicaciones muy serias. Por ejemplo, se sabe que el numero de afiliados al sistema de salud esta alrededor de los 44.5 millones de colombianos. Si somos 42 millones, esto quiere decir que el sistema de salud esta pagando por 2.5 millones de personas que no existen. Eso es gravísimo porque termina siendo un desfalco de 2.1 billones de pesos anuales a valores de 2018.

De otra parte, algunos recursos de educación y de otros sectores de la protección social se han girado a las entidades territoriales basados en las proyecciones de población del DANE. De nuevo, esto quiere decir que el fisco ha girado recursos en exceso. Muchas de las dolorosas reformas tributarias se habrían podido evitar si los cálculos de transferencias hubieran sido hechos con datos poblacionales mas precisos.

Ahora bien, si somos 42 millones de colombianos, el PIB per capita de 2017 pasaría de ser 18.9 millones a ser 22 millones de pesos. Eso nos ubicaría por ejemplo en un índice de desarrollo humano mucho mas alto que el que tenemos y pasaríamos a ser un país mucho mejor en el escenario mundial. 
Esto también afectaría las cifras del mercado laboral, el DANE tendrá que recalcular todas las cifras de empleo y desempleo. Habrá muchas sorpresas.

Ahí no acaban los efectos. Se estima que en Colombia la incidencia de la pobreza monetaria en 2017 fue de 26.9%. Pero si somos menos colombianos, entonces la cifra debe cambiar, y muy seguramente develará que la pobreza es mucho mas alta. Y así podríamos seguir, hay implicaciones en materia electoral, tributaria, de prevalencia e incidencia de enfermedades, etcétera.

Yo creo y siempre he creído en la seriedad del DANE. Pero el reto que se viene es mayúsculo. A decir verdad, muchos de los indicadores económicos que conocemos y que hemos analizado desde 2005 perderán validez, una vez recalculados, van a mostrar que somos un país muy distinto económica y socialmente al que creíamos conocer.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Plata local, no nacional


El gobierno nacional afirma que el presupuesto esta desfinanciado en 25 billones de pesos. El sector salud dice que la deuda acumulada de las EPS con las IPS puede estar alrededor de los 10 billones de pesos. El programa mas exitoso de movilidad social llamado Ser Pilo Paga esta desfinanciado en 2 billones de pesos y por ende en peligro. La DIAN afirma que la meta de recaudo de impuestos del año no se cumplirá. Este panorama tiene un denominador común: los ingresos que recauda el nivel nacional de gobierno no alcanzan para sus compromisos de gasto.

Dos soluciones se han intentado, subir los ingresos (reformas tributarias) y ajustar los gastos. Las dos han dado resultados transitorios y luego han fracasado por su propio peso. ¿Por qué? Por una combinación muy extraña de captura técnica y política del Estado. La captura técnica se llama la Regla Fiscal. Los economistas mas juiciosos del país, lograron una ley de responsabilidad fiscal que le impone al Estado unas metas de reducción del déficit fiscal. ¿Para que? Para que no nos pase lo que le paso a Argentina en estos días, o a Venezuela en esta década. Mejor dicho para ser un país serio y creíble ante los ojos del mundo.

La captura política se denomina Sistema General de Participaciones, y demás reglas que hacen del gasto publico colombiano un archivo de Excel que asigna la plata con reglas inflexibles y no un conjunto de recursos para invertir de manera inteligente. Una plata que amparada en un concepto de descentralización que jamás consulto las capacidades institucionales de los municipios se va a manos de gente que no sabe ni entiende de administración publica.

Un estudio muy interesante del Banco de la Republica, sucursal Cartagena, publicado por el BID muestra que los municipios colombianos solo recaudan el 32% de su potencial. Para el año 2014 el recaudo potencial estimado fue de 31 billones de pesos (21,6  en municipios y 9.4 en departamentos).

Ahí esta la plata para cubrir los faltantes del gobierno nacional, esta en los gobiernos municipales y departamentales. El gobierno nacional debería crear incentivos para que las entidades territoriales incrementen de manera inteligente y eficiente la recaudación a nivel territorial, y le den prioridad a cazar a los elusores y evasores de impuestos nacionales. 

lunes, 3 de septiembre de 2018

Incapacitados


Las incapacidades laborales están disparadas. Según el informe de seguimiento sobre salud y estabilidad en el empleo del Centro de Estudios Sociales y Laborales CESLA de la vicepresidencia de asuntos jurídicos de la ANDI, la mayor parte de las ausencias en el ámbito laboral se dan por causas asociadas a enfermedad común. Según este informe entre el año 2015 y 2016 hubo un aumento 19.6% de incapacidades por este motivo, con una mayor participación de las incapacidades que van de 3 a 180 días.

Las incapacidades laborales están incluidas en el Sistema General de Seguridad Social colombiano como un beneficio de los trabajadores. El trabajador devenga un porcentaje del salario por el número de días que este incapacitado. Los primeros 2 días los cubre el empleador y los siguientes la EPS. Esto sucede sólo en el régimen contributivo, porque se asume que los afiliados al régimen subsidiado no están trabajando. En 2017 el gobierno asignó para este rubro dentro de las cuentas del sistema de salud, un total de 728 mil millones de pesos, y la plata no alcanzó.

Un cálculo del Centro PROESA muestra que las incapacidades prácticamente se doblaron en los últimos 10 años. Usando la Gran Encuesta Integrada de Hogares se encontró una tendencia creciente a que las personas falten al trabajo por razones de enfermedad, permiso o licencia, pasando de una tasa de 5,67 trabajadores por cada 1000 ocupados en el año 2008 a 9,18 trabajadores por cada mil ocupados en el año 2017, con un pico máximo en el año 2015 de 10,81 personas por cada mil ocupados.  

Hay muchas hipótesis sobre este fenómeno: una mayor carga de enfermedad, poca efectividad de programas de prevención y promoción de la salud, el ciclo epidemiológico de ciertas enfermedades (dengue y ciertos virus), comportamiento oportunista de las personas, y la existencia de un negocio a la manera de carteles de incapacidades.  

No existen estudios que nos ayuden a separar una a una las causas para ver qué tan importante es cada una de ellas, pero lo cierto es que la productividad del país se está viendo afectada seriamente por este fenómeno. Ojalá que las fuerzas judiciales del país le metan la ficha a estudiar si existen abusos y como controlarlos. Esta es otra arista de la corrupción en el país.

martes, 21 de agosto de 2018

Bajarlos es peor


(El Mundo, 23 de agosto de 2018)

La primera pregunta de la consulta que se votará el 26 de agosto propone bajar los altos salarios a 395 funcionarios del Estado y fijarlos en un máximo de 25 salarios mínimos. Así las cosas, de ser aprobada esta primera pregunta el salario de los congresistas bajaría a unos diecinueve y medio millones de pesos mensuales.

Estando de acuerdo en que este último es un buen salario y que representa 25 veces lo que una buena parte de los colombianos gana, me parece que el medio no es consistente con el fin y que por el contrario puede tener consecuencias inesperadas nefastas.

Si el fin es desmotivar a gente corrupta a postularse al senado, está claro que no será una medida efectiva. El corrupto ya tiene dinero mal habido, es por esta razón que los denominamos corruptos.

Si el fin es ahorrar dinero, entonces esta también es una medida ineficiente. Hay mejores formas de hacerlo, por ejemplo, eliminar el número de congresistas a uno por departamento. Esto aumentaría el precio de ser congresista y aumentaría la visibilidad y el escrutinio a los mismos, sería como unas elecciones presidenciales pero departamentales. Además disminuiría la absurda inflación de leyes que existe en Colombia.

¿Cuál es la consecuencia inesperada nefasta? Nada más y nada menos que hacer más improbable para el Estado el conseguir gente de primer nivel para sus puestos de primer nivel. Sabe usted como compiten las empresas por los mejores ejecutivos: ofreciéndoles compensaciones laborales cada vez más altas y competitivas.

Entiendo que bajar el salario de los congresistas tendrá como efecto dominó una caída general de los salarios de los funcionarios de primer nivel de las otras dos ramas (ejecutivo y judicial), incluso de las fuerzas militares. Así las cosas habrá un segundo efecto nocivo: bajarle el sueldo a una serie de personas no corruptas que hacen bien su trabajo, y que han decidido asumir el riesgo personal que significan los puestos públicos.

En conclusión pienso que bajar el salario de congresistas es inconveniente porque no castiga  a los corruptos, de hecho, nos castiga a todos los colombianos. La fuga de talento humano al sector privado será mayor y de esta manera perdemos más como país.

martes, 7 de agosto de 2018

Descentralización inconclusa

(El Mundo, agosto 9 de 2018)

Por allá hace 30 años, en 1988, se realizó la primera elección popular de alcaldes en Colombia. Luego en 1991 se realizó la primera elección de gobernadores. Los académicos llaman a ese proceso la descentralización. Las promesas eran muchas. Al acabarse el centralismo, Bogotá ya no sería quien definiría todo. Las regiones podrían ahora si planear su desarrollo y hacerlo realidad mediante la administración de sus recursos fiscales.

Comparar el país de hoy con el de hace 30 años es imposible, y también difícil sería imaginarnos cual habría sido la historia si el país siguiera centralizado. Lo que sí se puede hacer es mirar la tendencia histórica y revisar que ha pasado con las brechas económicas entre Bogotá y las regiones, y entre las regiones mismas (sin Bogotá). Ese es el estudio que hicieron Lucas Wilfried Hahn-De-Castro y Adolfo Meisel-Roca publicado en la serie Cuadernos de Historia Económica del Banco de la República – Sucursal Cartagena con el título de “La desigualdad económica entre las regiones de Colombia, 1926-2016”.

El estudio, analizó 90 años de datos de actividad económica para seis regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Centro-Occidente, Centro-Oriente, Antiguos Territorios Nacionales, Bogotá y Cundinamarca.  En palabras de los autores: “La principal conclusión del estudio es que las desigualdades económicas regionales que se observan hoy en día no son recientes. A lo largo del siglo XX, la región central de Colombia, donde se encuentra su ciudad capital, ha concentrado una parte importante de la producción nacional. A su vez, las regiones periféricas como las costas Caribe y Pacífico se han rezagado en términos relativos. Estas brechas muestran pocos indicios de haberse cerrado en el tiempo”.

Mi conclusión después de leer este estudio es que la descentralización no ha servido su propósito económico: desarrollar de manera equitativa el país cerrando las brechas entre regiones. Para ser justos quizá haya servido otros propósitos cómo profundizar la democracia y mejorar la administración pública en algunas ciudades. Pero es innegable que en lo económico falló.

Ya no hay marcha atrás. Ahora lo que resta es profundizar la descentralización. Darle más autonomía fiscal a las regiones y cortar la dependencia del gobierno nacional central. Hay recursos fiscales que son locales y que no se están recaudando al máximo. Con los incentivos correctos por parte del gobierno central esto se podría lograr.

martes, 24 de julio de 2018

El barco se sigue hundiendo

(El Mundo, julio 26 de 2018)

El nuevo gobierno va a encontrar un sistema de salud que se está hundiendo por su propio peso. Primero las cifras. De acuerdo con cálculos recientes de Jaime Alberto Peláez publicados en el periódico El Pulso de la ciudad de Medellín, las 12 EPS más grandes del país tuvieron pérdidas consolidadas netas de 1.9 billones de pesos. El mismo autor señala  que estas pérdidas financieras están concentradas en 6 EPS, y que las deudas acumuladas del sistema con los prestadores podrían alcanzar los 20 billones de pesos (casi 2 Hidroituangos).

Ningún otro derecho constitucional está en semejante crisis financiera. El común de las personas pensara que bien merecido se la tienen las EPS, pero en realidad, que se quiebre una EPS significa que se quiebren muchas IPS. Porque los activos que tienen estas entidades alcanzan para pagar un mínimo porcentaje de sus deudas.

El barco lleva hundiéndose mucho tiempo, año tras año, los indicadores financieros se han ido deteriorando. Faltó mano dura para atajar el problema y ahora es muy grande, y por ende las soluciones van a ser dolorosas.

Conseguir recursos nuevos y frescos para el sistema es muy difícil, sin que esto estorbe a alguien o le dañe el negocio a alguien. Por ejemplo, se le podrían inyectar del orden de 5 billones de pesos al sistema si se agregan los ingresos de SOAT y de las ARL a la bolsa de la ADRES. Pero esto no le conviene a los dueños de estos dos negocios.

También se podría incentivar la inyección de capital fresco promoviendo la compra y fusión de las EPS. O se podría eliminar la restricción a la integración vertical y generar verdaderas redes integradas, con gobernabilidad única. Pero esto no le conviene a los dueños de los hospitales públicos (los políticos) o privados.

También podría aumentarse la vigilancia epidemiológica y descubrir los abusos (incluso fraudes, como el cartel de la hemofilia) de especialistas, todos motivados por el afán de lucho individual.

El barco de la salud se sigue hundiendo. De todos los sectores es al que más atención debería prestarle el próximo gobierno.

lunes, 9 de julio de 2018

La micro corrupción

(El Mundo, julio 11 de 2018)

Una de las tareas más importantes para el nuevo gobierno será la de identificar los colados de los subsidios estatales y formalizarlos. En una columna hace dos años mostré como en 2015 había 22 millones de personas afiliadas al régimen subsidiado y 13 millones de pobres. Es decir que había un poco más de nueve millones de personas coladas. Los departamentos dónde la brecha fue mayor eran Antioquia y Valle del Cauca.

Desafortunadamente las cosas no han cambiado. En diciembre de 2017 según la ADRES había 22.4 millones de afiliados al régimen subsidiado, es decir, 400 mil personas más. A la vez, de acuerdo con el DANE, entre 2016 y 2017, 385 mil personas salieron de la pobreza monetaria y 469 mil personas salieron de la pobreza extrema en el total nacional. La incidencia de la pobreza en 2017 fue de 26.9%, es decir unos 13.1 millones de pobres, asumiendo que la población colombiana es de 49 millones de habitantes. Esto quiere decir que la cifra de “colados” al sistema de salud probablemente ha aumentado.

Las cifras de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida de 2017 muestran que las condiciones de los hogares son cada vez mejores. Por ejemplo el 45.2% de las personas vive en “casa propia, totalmente pagada”. El 94% tienen TV, el 86.5% nevera, 73.4% TV por suscripción, el 65% maquina lavadora, el 50% equipo de sonido, el 50% conexión a internet y el 44.3% computador. Sí hay dinero para todos estos aparatos y servicios, debería haber dinero para contribuir a la salud.

Según la misma encuesta el 24% de los hogares que viven en cabeceras (hogares urbanos) se considera pobre, lo que coincide con la incidencia de la pobreza monetaria en cabeceras de 24.2%. Es decir, los mismos hogares ratifican que los pobres no pasan de 13.1 millones de personas.

Los “colados” son una de las peores formas de corrupción social que tenemos en Colombia. Es la micro corrupción. Son personas que no creen en el principio básico de “todos ponen, todos ganan” y por ende no contribuyen al bienestar colectivo. Pero su engaño al estado termina siendo un engaño a sí mismas. Por ejemplo, el sistema de salud es lento, en buena medida por la falta de recursos monetarios. Y así, similarmente, otros servicios estatales como la educación son de baja calidad por la falta de recursos.

La buena noticia es que la solución a los “colados” existe, la información de ingresos y gastos existe en bases de datos, es cuestión de cruzarlas de manera inteligente. Cada vez es más difícil esconder gastos e ingresos. Sí el nuevo gobierno tiene la voluntad de hacerlo será posible. 

martes, 12 de junio de 2018

Demarquía


(El Mundo, junio 14 de 2018)

Los seres humanos tienen millones de años de existencia, y han existido muchas formas de gobierno. La más reciente y triunfante es la democracia. Pero este modo de gobierno sólo se popularizó en los últimos 200 años. Hoy en día la mayoría de los países del mundo eligen a sus gobernantes usando el voto popular o una versión del mismo.

Con la democracia y de manera natural se crearon los partidos políticos y se creó una carrera: ser político. La mayoría de las personas están de acuerdo con que la democracia como sistema es mejor que los demás (dictadura, monarquía, etcétera). Pero de igual manera la mayoría de las personas están de acuerdo en que la democracia de su país no funciona. El cáncer de la democracia es la captura de los votos usando prácticas corruptas o usando estrategias de mercadeo político. Los representantes elegidos así, no gobiernan con el interés colectivo como principio que les guía, sino con base en el interés individual de favorecer a minorías poderosas.

¿Cómo curar ese cáncer? La consulta anticorrupción no es la respuesta. Las leyes son suficientemente duras en Colombia, el problema es que no se cumplen. El problema de fondo sigue siendo que el sistema electoral tiene precio y que existen políticos de profesión. Una opción es acabar de manera definitiva con el sistema de elección, con los partidos políticos y con los políticos. Esto se puede hacer pasando del voto comprado a la lotería.

En efecto, en la antigua Grecia, cuna de la democracia, la mayoría de los cargos eran elegidos por sorteo. En los Estados Unidos los jurados de casos legales son personas seleccionadas por sorteo del conjunto de ciudadanos mayores de edad que viven y trabajan en la ciudad. Así mismo se podría hacer para elegir todos los cargos de representación popular, desde los concejales hasta el Congreso.

Esto suena loco, pero ya se está haciendo en ciudades y provincias de países como Canadá, Islandia, Australia y Alemania. Confiemos en que esos experimentos funcionen bien y que en un futuro no muy lejano, usted y yo, sin necesidad de formar un partido podamos tener la oportunidad de verdaderamente servir al país sin intereses. Esa es la verdadera democracia, no el triste mercado que hoy tenemos.

lunes, 28 de mayo de 2018

Del miedo a la economía

(El Mundo, Mayo 31 de 2018)

Por allá en las elecciones norteamericanas de 1992 los publicistas de la campaña presidencial de Bill Clinton acuñaron una famosa frase, que para mi gusto tendrá toda la vigencia en las elecciones que se vienen en tres semanas. Frente a un desastroso gobierno en términos económicos de Gorge H Bush, “Es la economía, estúpido”, fue la frase de campaña que se utilizaba para recordarle de manera bastante directa al electorado porque debían votar por Bill Clinton.

Las elecciones que acaban de pasar llevaron a Duque y a Petro a ser los dos finalistas a la presidencia. Estas dos campañas ganadoras se montaron sobre el miedo. Los unos a Uribe y los otros a Maduro. Ya está claro cuántos le tienen miedo al uno y al otro, y que ni locos van a cambiar su voto. Y ahora hay 6.5 millones de colombianos que no votaron por miedo que están indecisos. ¿Cuál será el factor decisivo?.

Las propuestas no lo serán. Estos 6.5 millones son escépticos y no creo que se vayan a poner a comparar ideas. Se viene una decisión emocional para este grupo. Y allí creo que será decisivo el status quo. Según una hipótesis, que comparto, los individuos votan de acuerdo con sus intereses económicos. En términos sencillos, si la economía personal va bien, un individuo tiene todos los incentivos para votar en aras de mantener el status quo, sin importar que partido está en el poder.

De ser así, los 8 años del gobierno de Santos serán el factor decisivo en esta elección. Colombia es sin duda alguna un país mucho más avanzado y mejor que el que recibió. No existe indicador social o económico que no haya mejorado: la pobreza, el desempleo, el crecimiento económico (dado el contexto internacional), la situación de violencia rural (dado el proceso de paz), entre otros. Además Colombia acaba de ser aceptado a la OCDE, a la OTAN y además recibió el respaldado del FMI. Todos clubes de países con sistemas económicos basados en el respeto a la economía de mercado.

Pienso que no hay muchas personas dentro de los 6.5 millones que quieran arriesgarse a un cambio en el status quo. Las buenas políticas económicas y sociales de Santos, elegirán a Duque. Esas son las ironías de la vida.

martes, 15 de mayo de 2018

Solidaridad e ira instantáneas

(El Mundo, mayo 17 de 2018)

La empatía es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Eso fue lo que sintió la persona que grabó el video de Don José y que se convirtió en la historia viral de la semana. Sin embargo, y como lo describe de manera genial el escritor norteamericano Dan Harmon siempre, siempre hay que tener en cuenta que “lo que se siente es real, pero los sentimientos no son la realidad”.

En mi columna anterior recordaba uno de los acuerdos básicos de la sabiduría tolteca: nunca hacer suposiciones. Siempre es mejor preguntar y averiguar muy bien por el contexto, antes de llegar a conclusiones rápidas. Cuando juzgamos una situación basados en supuestos cometemos la peor injusticia de todas. Somos jueces implacables, los peores dictadores. Estamos usando todos nuestros sesgos, nuestro pasado, nuestros valores para juzgar a otras personas.

Detengámonos sobre este punto y miremos como cambiaría la situación y como sería la empatía si tuviéramos más datos. Los siguientes son algunos escenarios hipotéticos: Don José frecuentemente se emborracha y pasa insultando fuertemente a la administradora del sitio; Don José le pega a su mujer y su mujer trabaja en ese restaurante y la administradora la estaba protegiendo. ¿Serian estas buenas razones para cambiar su opinión?

Otro problema, aún más serio, en la escena de Don José es la estética de la situación. Don José aparece como un hombre humildemente vestido, aseado, de cara noble, que parece ganarse la vida tocando canciones en su guitarra. De nuevo cambiemos la estética de la situación y preguntémonos si la empatía perdura: Don José huele muy mal; Don José tiene un aspecto físico desagradable; Don José entra sin camisa al establecimiento; Don José es un hombre rico pero avaro. En todas ellas la discriminación habría sido la misma. ¿Serian estas buenas razones para cambiar su opinión?

No conozco la situación más allá de un vídeo y no pretendo juzgarla, y ese es el punto de esta columna. No está bien ser jueces implacables de situaciones que desconocemos. La solidaridad instantánea es un sentimiento real, pero ese sentimiento no es la realidad. Las consecuencias inesperadas de toda la situación pueden ser muy complejas. 

Los 4 acuerdos

(El Mundo, 3 de mayo de 2018)

En la sabiduría tolteca, de acuerdo con el médico Miguel Ruiz, existen cuatro acuerdos que ayudan a las personas a eliminar todas aquellas creencias heredadas que nos limitan y que pueden ser sustituidas por otras que responden a nuestra realidad. Los cuatro acuerdos son, a mi modo de ver, aplicables no solo a personas sino a países. Por ejemplo, en época de elecciones nos podrían servir de criterio de escogencia de candidato.

El primer acuerdo es “se impecable con tus palabras”. Por impecable se entiende sin pecado. Y por pecado se entiende actuar en contra de uno mismo. Si llevamos este acuerdo a la discusión actual la pregunta es: ¿cuál de los candidatos cree usted que usa palabras impecables, que es honesto y consistente consigo mismo?.

El segundo acuerdo es “no te tomes nada personalmente”. Aquí el principio es entender que las opiniones son solo opiniones, dice Ruiz “lo que pienses de mi no es importante para mi”. Las opiniones de los otros, tanto las buenas como las malas, en realidad son opiniones de si mismos. Aquí vale entonces cuestionarse ¿cuáles son los candidatos que reacciona con mayor vehemencia en cuanto medio existe ante la mas mínima opinión a favor o en contra?.

El tercer acuerdo es “no hagas suposiciones”. Aquí la idea en la vida personal es muy sencilla, en lugar de asumir, se debe preguntar, y así asegurar que las cosas están claras. En la actual contienda los candidatos presentan miles de ideas y ninguna debe ser tomada suponiendo que son ciertas o peor aun que las promesas van a cumplirse. El termómetro que podemos usar es el de los “chequeos de verdad” como los de la silla vacía. ¿Cuál es el candidato que es mas exacto en lo que dice?

El cuarto acuerdo es “haz siempre lo máximo que puedas”. Este acuerdo busca que las acciones sean las que hablen y no solo las palabras. En este sentido el actuar debe ser genuino, por amor a lo que se hace y no por esperar una recompensa. Aquí las cosas son un poco más difíciles, pues es difícil saber que candidato es el mas genuino en su actuar, los políticos son por naturaleza actores. De todas maneras la historia de cada uno esta allí y puede ser analizada. ¿Cuál es el candidato que ha hecho mejor las cosas que ha hecho?

Colombia necesita romper sus viejos acuerdos, y construir unos nuevos. Las palabras de campaña son promesas vacías siempre, y son simples artefactos retóricos. Hay que ir mas allá para reconocer el talante del futuro líder del país. La sabiduría tolteca nos deja cuatro criterios para intentar leer las señales en medio de tanto ruido.

martes, 17 de abril de 2018

Santos eleven

(El Mundo, abril 19 de 2018)

En el año 2001 se estrenó una película de Hollywood llamada “Ocean´s eleven” que se tradujo como “Hagan Juego” para los mercados latinoamericanos. La película se trataba de un carismático ladrón de apellido Ocean que a pocos días de salir de la cárcel logró reunir los mejores once hombres con el objetivo de hacer un robo histórico a un casino de la ciudad de Las Vegas. Al final de la película Ocean, el estratega, consigue su objetivo.

El presidente Santos es un hombre conocido por ser extremadamente inteligente y estratégico. Así que cabe la posibilidad de que todo lo que está pasando con la guerrilla colombiana sea la mejor jugada de ajedrez jamás antes vista en Colombia. Hay elementos de la historia actual del país que parecen un guion cinematográfico, y que van apareciendo en escena, al parecer de manera no relacionada, pero que quizá luego entenderemos como parte de un mismo plan.

Imaginemos que el objetivo final es que los cabecillas de la guerrilla terminan pagando ante la justicia norteamericana los crímenes que cometieron durante más de cincuenta años en Colombia. El plan comienza con un largo proceso de negociación que desemboca en un acuerdo de paz, cuya redacción parece garantizar a los guerrilleros que quedaran protegidos de pagar cárcel y de pagar de manera seria por sus crímenes. De esta forma, aunque con un tropiezo en las urnas (en toda película siempre hay cosas que no salen al dedillo), los guerrilleros se desmovilizan, entregan las armas y entran a la vida civil.

A la vez, unos meses antes de la firma del acuerdo, el presidente Santos hace que quien fuera su mano derecha y su superministro Néstor Humberto Martínez, quien defendió la paz a capa y espada sea nombrado Fiscal General de la Nación. Que mejor que un defensor de la Paz en la cabeza del ente acusador.

La jugada se empieza a develar cuando una vez en la vida civil, tanto a los grandes como a los pequeños el gobierno les incumple las promesas del acuerdo. Y se hace aún más clara cuando sin vacilaciones infiltran a los capos de la guerrilla, y la fiscalía con ayuda del gobierno norteamericano (o viceversa) descubren que uno de ellos sigue siendo parte de las redes del narcotráfico.

Si caen más cabezas de guerrilleros y terminan extraditados y pagando cárcel en los Estados Unidos la jugada será simplemente maestra e histórica. Santos pasara de ser el presidente que se despida con la más baja aceptación a ser el héroe que desmovilizó a la guerrilla, dejo sentada la estrategia para que fueran extraditados por el siguiente gobierno y en el camino le regalo el segundo premio nobel a Colombia.

jueves, 5 de abril de 2018

Innovar en la financiación pública

(El Mundo, abril 5 de 2018)

La inseguridad en las ciudades sigue siendo uno de los problemas que más preocupan a los colombianos. Es claro que la fuerza pública es insuficiente y que este hecho es aprovechado por los delincuentes para desprender a los ciudadanos de su propiedad privada. Es claro también que los presupuestos públicos son limitados y deben repartirse entre los distintos bienes y servicios que como ciudadanos demandamos de nuestros gobiernos locales: salud, educación, infraestructura, transporte masivo, justicia, etcétera. También es un hecho demostrado que en Colombia somos campeones de la elusión y de la evasión tributaria. Finalmente, muchos argumentan que evaden o eluden impuestos porque teme que los corruptos se los roben, en otras palabras, porque no los ven reflejados en bienes públicos.


El gobierno nacional ha comenzado a entender que es posible romper este círculo vicioso. El programa “Obras por Impuestos” conecta al contribuyente directamente con obras de impacto visible. El programa aplica para las zonas afectadas por el conflicto, pero como idea podría expandirse a las ciudades para atacar los problemas que mas apremian a nivel local, al nivel de comuna o incluso de barrio.

En el tema de la seguridad urbana podría ser un primer experimento. La experiencia de grupos civiles armados es nefasta y ha mostrado ser peligrosísima. Pero, lo que si podría hacerse es financiarse con recursos de la comunidad o del barrio directamente a la policía para que cubriera una zona especifica e hiciera presencia permanente. Habría que afinar el valor que cobraría la policía por este servicio y la forma en que las comunidades pudieran descontarse este valor de sus impuestos.

Pero sería una forma de aumentar el pie de fuerza policial, en el marco de la institucionalidad vigente, con recursos públicos pero gestionados directamente por la comunidad con efectos visibles directa e inmediatamente. Podría por ejemplo rodearse permanente los colegios o escuelas, los parques o los lugares de mayor circulación. Este modelo podría extenderse a otros servicios financiados con recursos públicos que son claves para mejorar la convivencia en las ciudades. La movilidad, es otro de ellos. Por ejemplo dedicando agentes de transito exclusivamente a ciertas zonas donde las personas no cumplen las reglas de transito.


En general, tenemos que innovar en la forma de financiar un aumento en el numero de servidores públicos necesarios para una mejor convivencia en comunidad, con modelos de gestión donde los ciudadanos ven sus impuestos reflejados inmediatamente en solucionar los problemas que mas les aquejan.

martes, 6 de marzo de 2018

Mejor debatir evidencia que ideas

(El Mundo, marzo 8 de 2018)

En respuesta a la compra de votos, a las maquinarias y a la forma de hacer política tradicionalmente en Colombia, en época electoral, la gente repite una frase sin cesar: “debatamos ideas y no ideologías” o “debatamos las propuestas”. Puede que las ideas y las propuestas sean sujetas de debate, pero ese debate sigue siendo inocuo. Se hace sobre conceptos etéreos y abstractos. Y en últimas termina ganando el mejor orador, el mejor contador de historias, y no el mejor implementador.

Desde nuestra vida personal hasta la vida pública, todos hemos visto grandes ideas colapsar por su propio peso o por su propia ingenuidad. En el mundo de las ideas impera la lógica. Pero la lógica es la más mala consejera en materia de política pública. Está plagada de supuestos, de atajos mentales que tomamos para ganar en el debate de las ideas, pero luego perdemos en el mundo real.

El pico y placa es un buen ejemplo. La lógica decía que mejoraría la movilidad y el medio ambiente en las ciudades si se sacaban los carros de circulación. El supuesto era que la gente tomaría transporte público. La realidad fue otra: la gente compro un segundo carro, más viejo y más contaminante. Así, hay muchos ejemplos de cosas que en abstracto debían funcionar y no funcionan.

Por esa razón, lo que deberíamos debatir es la evidencia, los estudios, los datos. Obviamente, en Colombia, eso es posible solo a medias. La investigación en políticas públicas y la evaluación de sus impactos es costosa, y por ahora, monopolio del gobierno nacional, con unas contadas experiencias a nivel regional. Adicional a que la evidencia es escasa, muchas veces no se comunica al público de una manera sencilla.

Tomemos el debate sobre subir o no la edad de jubilación. Los números no mienten. El sistema de prima media está quebrado, además está quebrando al erario público, y para completar es altamente inequitativo. Además la población cada vez envejece más y con mejor salud. Los países desarrollados ya tienen edades más altas e iguales para hombres y mujeres.

En fin, los debates deberían darse sobre las cifras y los cálculos y la evidencia existente. Y cada candidato presidencial debería partir de ahí para hacer su propuesta. Lo demás es un ejercicio retorico que lo único que hace es polarizar más la opinión, porque siempre invita a estar de acuerdo o en desacuerdo.