sábado, 18 de julio de 2009

Fertilidad, envejecimiento y crecimiento

(El Mundo, Julio 22 de 2009; La Patria, Julio 27 de 2009)
En 1798, el reverendo anglicano Thomas Robert Malthus propuso su famosa teoría de crecimiento económico: “El poder del crecimiento poblacional es indefinidamente más alto que el poder de la tierra para producir alimentos para su subsistencia”. En consecuencia, cualquier avance en los estándares de vida, a través de mayor abundancia en bienes o servicios, era rápidamente absorbido por el crecimiento poblacional. La riqueza por habitante de un país dependía críticamente de la tasa de fertilidad.

Malthus estaba en lo cierto. Al menos en explicar lo sucedido hasta su momento. La historia económica del mundo sugiere que solo hasta la revolución industrial, los avances tecnológicos superaron a la tasa de población y el nivel de riqueza fue el factor dominante en explicar la relación entre riqueza y población para los países desarrollados.

La teoría de Malthus, sin embargo, no ha muerto. De un lado, el crecimiento poblacional es una de las causas más fuertes y convincentes para explicar la existencia de una crisis mundial climática y medioambiental, al menos para aquellos que defienden esta idea. Basta con leer la justificación dada para el otorgamiento del premio nobel de la paz en 2007 al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y Al Gore: “por sus esfuerzos en acrecentar y diseminar el conocimiento acerca del cambio climático producido por el hombre”.

De otro lado, está el papel del envejecimiento poblacional, una consecuencia que habría sido difícil de imaginar para Malthus dada la baja expectativa de vida de su generación. Un reciente estudio conducido por David Bloom, David Canning, Gunther Fink, y Jocelyn Finlay reviso los costos de la baja fertilidad en Europa. En este estudio los autores observan que en el corto plazo, bajas tasas de fertilidad incrementan el ingreso per-cápita, dado que los costos de criar hijos como sociedad disminuyen y la participación de más adultos en el mercado laboral se incrementa.

Pero este crecimiento de corto plazo es reemplazado por un efecto mayor de largo plazo. Cuando los trabajadores avanzan a su etapa de retiro, los efectos de una baja tasa de fertilidad se ven reflejados en un menor número de trabajadores, y por ende una producción menor de riqueza. Los costos para la sociedad en términos de pensiones y salud pueden rápidamente erosionar la riqueza acumulada. Si a esto se le suman sistemas de seguridad social no balanceados financieramente, el incremento en impuestos para compensar déficits financieros se puede convertir en otro desincentivo al trabajo y la creación de riqueza.

Bloom y sus colegas, dudan que masivas migraciones desde el tercer mundo sea la solución para este problema en Europa, en particular por la resistencia política a una iniciativa de este estilo. En conclusión, en el inmediato futuro, la tasa de fertilidad en el pasado será entonces una importante fuerza en explicar los problemas económicos y medioambientales del mundo.

viernes, 3 de julio de 2009

Las ciudades y sus profesionales

(La Patria, Julio 6 de 2009; El Mundo, Julio 13 de 2009)

Una línea de investigación muy interesante en economía urbana es aquella que estudia la conexión entre el tamaño del área de una ciudad y la productividad por trabajador al igual que el ingreso de sus profesionales. Uno de los líderes en esta área es el profesor Edward L. Glaeser perteneciente al departamento de economía de la Universidad de Harvard.

En principio, la existencia de una ciudad se puede entender a partir de la conexión entre su densidad urbana y los ingresos de sus habitantes. Es decir, a más gente más oportunidades de trabajo y de ingreso. Sin embargo, los estudios del profesor Glaeser sugieren que esta relación no es constante, o automática, al menos en las ciudades de los EEUU. En particular, esta relación no se da para áreas metropolitanas en donde la mayoría de sus trabajadores tienen bajos niveles de educación. Pero si ocurre en ciudades donde las personas tienen altos niveles de educación.

Por que se da esta conexión entre tamaño de ciudad e ingreso en unas ciudades y en otras no? El trabajo empírico de Glaeser y otros colegas da soporte a la hipótesis de que en ciudades grandes con gente más educada se dan procesos de aprendizaje entre colegas con mucha más celeridad y mucho mayor impacto en la productividad individual. Sin embargo, el mecanismo por el cual se dan estos procesos es aun materia de investigación. Un segundo resultado, también muy interesante, es el hallazgo de que la tasa de cambio tecnológico en ciudades con trabajadores más educados es más alta.

La conclusión preliminar de estos investigadores es que las ciudades y el capital humano son complementarios, por lo tanto las ciudades son piezas claves en el desarrollo tanto de regiones como de países.

De tiempo atrás, en casi todas las ciudades existen capítulos de asociaciones profesionales. Sin embargo no es muy claro que tan “productivas” son estas asociaciones en términos de permitir la diseminación de conocimiento entre sus afiliados, o de promover el intercambio de conocimientos profesionales entre sus miembros. Muchas de ellas son quizá, meras organizaciones de entretenimiento social, que en lugar de motivar a ciertos profesionales a unirse, los incentivan a mantenerse alejados. Especialmente aquellos con altas habilidades profesionales, pero baja sociabilidad.

De allí la importancia de estudiar y entender las diferentes formas de comunicación e interconexión entre profesionales como parte de la agenda de desarrollo económico de cualquier ciudad.