(EL Mundo, 9 de octubre de 2014)
La
nueva directora del ICBF ha mostrado su preocupación por el problema de embarazo
adolescente y con mucha razón. Las cifras son preocupantes. De acuerdo a información
del boletín de prensa del ICBF sobre el tema, con datos del Observatorio del
Bienestar de la Niñez del mismo instituto y estadísticas de nacimientos del
DANE, se muestra que desde el año 2008 hasta el 2013, han nacido cada año, en
promedio, 159.656 niñas y niños, de madres entre 10 y 19 años. De este total,
alrededor del 4% eran madres entre 10 y 14 años de edad.
No
obstante vale la pena recalcar que el problema viene en disminución, pues el
número de nacimientos de madres menores de 19 años registró una reducción del
8,2% entre el año 2008 y el 2013. La tendencia a la baja del indicador muestra
que no es un problema insalvable. ¿Qué se puede hacer para acelerar esta
caída?. La respuesta políticamente correcta que debe dar un funcionario público
está plasmada en la declaración de la señora Plazas en el mismo comunicado: “Vamos
a fortalecer el trabajo interinstitucional en la reducción de los factores
familiares, sociales y culturales que influyen en el embarazo adolescente y que
dificultan la construcción de proyectos de vida sólidos para nuestros niños,
niñas y adolescentes”.
Una
opción un poco menos políticamente correcta seria utilizar incentivos
económicos directos. En palabras simples pagar por no embarazarse. Hoy por hoy,
el programa familias en acción paga a familias por el cumplimiento de metas
como asistencia escolar y chequeos médicos. Evaluaciones rigurosas de este
programa han mostrado que el incentivo económico funciona, sin ser perfecto.
Desconocer
los incentivos económicos perversos que proveen los programas asistencialistas
es ingenuo. La gente que trabaja en las comunas más pobres precisamente en el
tema de embarazo adolescente da fe del incentivo económico a tener hijos que
generan los subsidios a los recién nacidos. ¿Por qué no contraponer este
incentivo con uno similar pero a no quedar en embarazo?.
El
programa no reemplazaría al actual, eso sería un error, pues induciría a
abortos. Tampoco podría ser universal porque son más las niñas que no tienen
hijos a las que sí lo hacen y por ende no habría presupuesto. Un programa
piloto, en un barrio o zona con muchas niñas en riesgo sería el primer paso
para probar la idea. Esta posibilidad
tendría que venir del sector privado, y si funciona, ser adoptada por el
gobierno. La semilla de muchos males de la sociedad actual son los hijos no
deseados, cualquier acción que disminuya este hecho tendrá grandes beneficios
para el país.
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