(El Mundo, Julio 2 de 2015)
El
conocimiento que tenemos en Colombia de China es poco. Según el estereotipo más
común es un país que crece económicamente de manera acelerada y donde el
énfasis es en la industria manufacturera. Cada vez la probabilidad de encontrar
un producto no hecho en China es difícil.
No obstante quien tenga la oportunidad de viajar a este país encontrara lecciones,
entre ellas algunas en política pública.
La que
más me impacto de todas es la conciencia de la necesidad de incluir el espacio público
en el diseño y desarrollo de las ciudades. El crecimiento económico ha traído
masivas migraciones del campo a las ciudades, y con esto una presión muy fuerte
para los administradores de las ciudades. A diferencia del crecimiento
desordenado que vemos en algunas de nuestras ciudades colombianas, donde el interés
privado prima sobre el bien público, las grandes ciudades chinas enfatizan el
espacio público.
En
materia de transporte en las nuevas avenidas de las ciudades más grandes como
Shanghai y Beijing se ven carriles dedicados a bicicletas, separados no por
líneas blancas dibujadas en el asfalto, sino por verdaderos separadores donde
no cabe un carro. No obstante, y para ser justos, la tensión entre el vehículo
y el ciclista no está resuelta en las intersecciones, y el respeto por las
leyes de transito dista mucho del de un país desarrollado.
Pero es
en materia de parques y uso de los mismos que se nota una diferencia abismal.
Agrada a la vista y al espíritu ver como los parques y plazas de la ciudad son
literalmente tomados por los adultos mayores. En la mañana y desde muy
temprano, grupos de mayores se congregan para hacer ejercicio, siendo
el más frecuente el Tai Chi. Es un placer ver a los abuelos chinos hacer los
diferentes movimientos de este arte milenario, que por lo demás, está indicado
para la reducción del estrés, la ansiedad y para incrementar flexibilidad y
balance. Luego durante el resto de la mañana y de la tarde, es frecuente ver diferentes
grupos de adultos mayores reunidos para cantar y bailar. Esto siempre con el acompañamiento
de guardias de seguridad.
La tasa de envejecimiento del país es una realidad, con lo que cada vez tenemos más personas de edad “desprogramadas”. La posibilidad de atraer al adulto mayor a nuestros parques no es descabellada, basta un poco de seguridad y un poco de organización. Mucho bien traería a la salud de los abuelos y a la salud misma de la ciudad.