(El Mundo, diciembre 4 de 2014)
Cuando
un grupo de ciudadanos quiere solucionar un problema derivado del abuso de
otros ciudadanos sin usar la violencia ni la coerción y la ley se lo impide es
la ley la que esta mal y no los ciudadanos. El caso de Uber es un perfecto
ejemplo de esto.
El
problema es sencillo: resulta que un grupo de ciudadanos se cansaron del
servicio que reciben de ciertos taxistas en las principales ciudades del país.
Las razones son múltiples: mal servicio al cliente, taxímetros adulterados,
irrespeto a las normas de transito, mal estado y olor de los taxis, inseguridad
y todas las demás quejas que todos los usuarios del servicio tienen.
Uber es
una solución importada. Un servicio tecnológico que une a conductores con
usuarios, prometiendo no caer en los vicios anteriormente mencionados. La
solución criolla ya existía, por debajo de cuerda como muchas cosas en Colombia,
muchas personas se dedican y han dedicado a transportar a otras personas con estándares
más altos de calidad.
Sin
embargo, de acuerdo con el Ministerio de Transporte, Uber es ilegal. La razón es
que Uber es una empresa de internet y no una empresa transportadora. Los dueños
de los taxis tradicionales han pagado un derecho, el famoso cupo, para prestar
su servicio, y además tienen que pasar otra serie de regulaciones para prestar
el servicio mientras que los automóviles de Uber no, y esto representa una
desventaja. El argumento es cierto. Pero no menos importante es la razón que
motivo a Uber: la inseguridad y la mala calidad del servicio.
La
lógica indica que la Uber polémica debe resolverse en favor de los ciudadanos.
Lo que debe enviar un mensaje claro a los malos conductores y propietarios de
taxi. De hecho, si el gobierno nacional fuera inteligente debería usar esta oportunidad
para meter en cintura a una actividad que mueve mucho dinero y que no deja
traza del mismo. Uber si porque se paga con tarjeta de crédito. La DIAN podría
resolver rapidito parte del hueco fiscal que nos esta dejando la caída del
precio del petróleo.
Un buen
censo del negocio de los taxis revelaría un universo que muchos conocen y todos
callan. Basta con subirse a un taxi y hacerle un par de preguntas al conductor
para enterarse de quien es el dueño del taxi, cuanta plata hace al día, que
seguridad social ofrece al conductor, y lo mas importante, cuantos taxis tiene.
En las principales ciudades del país un taxi nuevo o relativamente nuevo con
cupo es un activo que pasa de los 100 millones de pesos. Es decir casi el patrimonio
bruto exigido para ser declarante de renta. Sin duda, detrás de la informalidad
que ronda en este sector existe una enorme evasión de impuestos.
La Uber
polémica es una oportunidad de oro para disciplinar un oficio del que
necesitamos mas información, orden y regulación.
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