(El Mundo, Febrero 21, 2011; La Patria, Febrero 27 de 2011)
En 1978, Herbert A. Simon gano el premio Nobel en Economía por su “trabajo pionero en los procesos de toma de decisiones dentro de organizaciones económicas”. La contribución más importante de Simon fue demostrar teórica y empíricamente las limitaciones del supuesto de racionalidad perfecta dominante en la teoría económica. El cerebro humano no es una maquina perfecta capaz de procesar información y tomar decisiones óptimas. Toda decisión humana está limitada por factores cognitivos, emocionales, sociales, culturales y por una altísima incertidumbre.
Lo más interesante en el trabajo de Simon fue demostrar que esto también se cumple al nivel empresarial. Esto, era y sigue siendo completamente contra intuitivo, no solo porque las empresas reúnen muchos cerebros, cuyas fortalezas deberían complementarse, sino porque todas tienen un objetivo claro y tangible, maximizar ganancias. En febrero de 2011 se cumplen diez años de la muerte de Simon. Un buen momento para revisar el estado de la investigación en esta materia.
Saras Sarasvathy, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Virginia, y alumna del profesor Simon es una de las líderes en la materia. Los resultados más recientes aparecen en la edición de Febrero de la revista norteamericana Inc. De acuerdo con Sarasvathy, hoy por hoy, los empresarios exitosos basan sus decisiones en lo que ella llama “racionalidad efectual” (traducción no oficial, sitio web: http://effectuation.org/) y no en la tradicional y académica “racionalidad causal”.
Según esta teoría, los empresarios exitosos son grandes, brillantes improvisadores. No son máquinas calculadoras. En el razonamiento causal, se empieza con un objetivo específico y un determinado conjunto de medios para llegar a este. Utilizando el razonamiento efectual, se parte con sólo un conjunto de medios, y en el proceso de implementación, los objetivos poco a poco emergen. Así, una característica fundamental de los empresarios exitosos es su capacidad para evaluar el entorno, y usando sus fortalezas individuales y recursos disponibles, redefinir objetivos y reaccionar creativamente a los problemas que cada día trae.
Las conclusiones de Sarasvathy vienen de entrevistar alrededor de 45 empresarios, todos ellos con más de 15 años de experiencia, más de una empresa, más de un gran éxito, varios fracasos, y con al menos una compañía cotizando en bolsa.
La mejor metáfora para el empresario exitoso, es la del chef que hace maravillas con los ingredientes que tiene, y no la del chef que necesita una receta para seguir a pie juntillas. Celebremos que aun en la era de la información y de la tecnología de punta, el éxito económico radica en un talento que brilla por su irracionalidad e imprevisibilidad: el ingenio humano.