(El Mundo, 13 de Marzo de 2014)
No se trata de la obra inmortal de Víctor Hugo, se trata de las acciones que algunos toman frente a otros seres humanos. Definido por la real academia española en su cuarta acepción como “adj. Perverso, abyecto, canalla”.
No se trata de la obra inmortal de Víctor Hugo, se trata de las acciones que algunos toman frente a otros seres humanos. Definido por la real academia española en su cuarta acepción como “adj. Perverso, abyecto, canalla”.
Una
microempresaria, en una gran superficie de una gran ciudad del país que
contrata una persona (una mujer que ha dado a luz cinco meses antés y que aun está
lactando), le obliga a trabajar jornadas de más de diez horas seis días de la
semana, hacer todo tipo de tareas y que al final de dos semanas de trabajo, le
entrega dos cientos mil pesos, con la disculpa de que las ventas están muy mal,
es una persona miserable.
La ama
de casa que contrata una persona para hacer el aseo de su hogar, le impone
jornadas de trabajo que van mas allá de lo legal, la insulta y trata mal, le
exige estándares de limpieza que ella misma no cumple, y además le paga un
mínimo que no incluye prestaciones sociales, es una persona miserable.
Así
podríamos seguir con otros ejemplos. Tratar a otras personas de manera
miserable, como si no fueran humanas, es según los psicólogos que han estudiado el
tema “un problema de distancia, no física sino psicológica”. La imposibilidad de
ponerse en los zapatos de los demás, crea una extraña conceptualización del otro
como una persona sin mente, y por ende sin sentimientos. Este es uno de los
argumentos que desarrolla el autor Nicholas Epley en su nuevo libro (titulado
en ingles Mindwise: How we understand what others think, believe, feel and
want, que traduciríamos como Sobre la mente: Como entendemos lo que otros
piensan, creen, sienten y quieren) y que pienso, están a la base de muchos de
los problemas de nuestra sociedad moderna.
La
inequidad de la que tanto nos quejamos es el fruto de decisiones a microescala
como las que ejemplifique anteriormente, en donde, la distancia sicológica
frente al empleado provoca actos que son francamente canallas. Con
repercusiones de corto y mediano plazo muy difíciles de medir. Mucho se habla
de la descomposición de nuestra sociedad como fruto del narcotráfico, pero poco
se habla de la otra descomposición, la que se produce en las relaciones en el
mercado laboral en las que algunos empleadores toman ventaja de sus empleados
como si no estuvieran tratando con otros seres humanos.
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