martes, 11 de marzo de 2014

Los miserables

(El Mundo, 13 de Marzo de 2014)

No se trata de la obra inmortal de Víctor Hugo, se trata de las acciones que algunos toman frente a otros seres humanos. Definido por la real academia española en su cuarta acepción como “adj. Perverso, abyecto, canalla”.

Una microempresaria, en una gran superficie de una gran ciudad del país que contrata una persona (una mujer que ha dado a luz cinco meses antés y que aun está lactando), le obliga a trabajar jornadas de más de diez horas seis días de la semana, hacer todo tipo de tareas y que al final de dos semanas de trabajo, le entrega dos cientos mil pesos, con la disculpa de que las ventas están muy mal, es una persona miserable.

La ama de casa que contrata una persona para hacer el aseo de su hogar, le impone jornadas de trabajo que van mas allá de lo legal, la insulta y trata mal, le exige estándares de limpieza que ella misma no cumple, y además le paga un mínimo que no incluye prestaciones sociales, es una persona miserable.

Así podríamos seguir con otros ejemplos. Tratar a otras personas de manera miserable, como si no fueran humanas, es según los psicólogos que han estudiado el tema “un problema de distancia, no física sino psicológica”. La imposibilidad de ponerse en los zapatos de los demás, crea una extraña conceptualización del otro como una persona sin mente, y por ende sin sentimientos. Este es uno de los argumentos que desarrolla el autor Nicholas Epley en su nuevo libro (titulado en ingles Mindwise: How we understand what others think, believe, feel and want, que traduciríamos como Sobre la mente: Como entendemos lo que otros piensan, creen, sienten y quieren) y que pienso, están a la base de muchos de los problemas de nuestra sociedad moderna.

La inequidad de la que tanto nos quejamos es el fruto de decisiones a microescala como las que ejemplifique anteriormente, en donde, la distancia sicológica frente al empleado provoca actos que son francamente canallas. Con repercusiones de corto y mediano plazo muy difíciles de medir. Mucho se habla de la descomposición de nuestra sociedad como fruto del narcotráfico, pero poco se habla de la otra descomposición, la que se produce en las relaciones en el mercado laboral en las que algunos empleadores toman ventaja de sus empleados como si no estuvieran tratando con otros seres humanos.

Existe un buen número de leyes que se supone protegen al trabajador. Si la justicia en el país funcionara seguramente estas personas podrían demandar un trato justo. Mientras tanto, tome justicia por su propia mano, hable con un miserable y convénzalo de redistribuir un poco más su ingreso. 

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