(El Mundo, agosto 9 de 2018)
Por allá hace 30 años, en 1988, se realizó la primera elección
popular de alcaldes en Colombia. Luego en 1991 se realizó la primera elección de
gobernadores. Los académicos llaman a ese proceso la descentralización. Las
promesas eran muchas. Al acabarse el centralismo, Bogotá ya no sería quien definiría
todo. Las regiones podrían ahora si planear su desarrollo y hacerlo realidad
mediante la administración de sus recursos fiscales.
Comparar el país de hoy con el de hace 30 años es imposible,
y también difícil sería imaginarnos cual habría sido la historia si el país siguiera
centralizado. Lo que sí se puede hacer es mirar la tendencia histórica y
revisar que ha pasado con las brechas económicas entre Bogotá y las regiones, y
entre las regiones mismas (sin Bogotá). Ese es el estudio que hicieron Lucas
Wilfried Hahn-De-Castro y Adolfo Meisel-Roca publicado en la serie Cuadernos de
Historia Económica del Banco de la República – Sucursal Cartagena con el título
de “La desigualdad económica entre las regiones de Colombia, 1926-2016”.
El estudio, analizó 90 años de datos de actividad económica para
seis regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Centro-Occidente, Centro-Oriente, Antiguos
Territorios Nacionales, Bogotá y Cundinamarca. En palabras de los autores: “La principal
conclusión del estudio es que las desigualdades económicas regionales que se
observan hoy en día no son recientes. A lo largo del siglo XX, la región
central de Colombia, donde se encuentra su ciudad capital, ha concentrado una
parte importante de la producción nacional. A su vez, las regiones periféricas
como las costas Caribe y Pacífico se han rezagado en términos relativos. Estas
brechas muestran pocos indicios de haberse cerrado en el tiempo”.
Mi conclusión después de leer este estudio es que la descentralización
no ha servido su propósito económico: desarrollar de manera equitativa el país cerrando
las brechas entre regiones. Para ser justos quizá haya servido otros propósitos
cómo profundizar la democracia y mejorar la administración pública en algunas
ciudades. Pero es innegable que en lo económico falló.
Ya no hay marcha atrás. Ahora lo que resta es profundizar la descentralización. Darle más autonomía fiscal a las regiones y cortar la dependencia del gobierno nacional central. Hay recursos fiscales que son locales y que no se están recaudando al máximo. Con los incentivos correctos por parte del gobierno central esto se podría lograr.
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