martes, 12 de junio de 2018

Demarquía


(El Mundo, junio 14 de 2018)

Los seres humanos tienen millones de años de existencia, y han existido muchas formas de gobierno. La más reciente y triunfante es la democracia. Pero este modo de gobierno sólo se popularizó en los últimos 200 años. Hoy en día la mayoría de los países del mundo eligen a sus gobernantes usando el voto popular o una versión del mismo.

Con la democracia y de manera natural se crearon los partidos políticos y se creó una carrera: ser político. La mayoría de las personas están de acuerdo con que la democracia como sistema es mejor que los demás (dictadura, monarquía, etcétera). Pero de igual manera la mayoría de las personas están de acuerdo en que la democracia de su país no funciona. El cáncer de la democracia es la captura de los votos usando prácticas corruptas o usando estrategias de mercadeo político. Los representantes elegidos así, no gobiernan con el interés colectivo como principio que les guía, sino con base en el interés individual de favorecer a minorías poderosas.

¿Cómo curar ese cáncer? La consulta anticorrupción no es la respuesta. Las leyes son suficientemente duras en Colombia, el problema es que no se cumplen. El problema de fondo sigue siendo que el sistema electoral tiene precio y que existen políticos de profesión. Una opción es acabar de manera definitiva con el sistema de elección, con los partidos políticos y con los políticos. Esto se puede hacer pasando del voto comprado a la lotería.

En efecto, en la antigua Grecia, cuna de la democracia, la mayoría de los cargos eran elegidos por sorteo. En los Estados Unidos los jurados de casos legales son personas seleccionadas por sorteo del conjunto de ciudadanos mayores de edad que viven y trabajan en la ciudad. Así mismo se podría hacer para elegir todos los cargos de representación popular, desde los concejales hasta el Congreso.

Esto suena loco, pero ya se está haciendo en ciudades y provincias de países como Canadá, Islandia, Australia y Alemania. Confiemos en que esos experimentos funcionen bien y que en un futuro no muy lejano, usted y yo, sin necesidad de formar un partido podamos tener la oportunidad de verdaderamente servir al país sin intereses. Esa es la verdadera democracia, no el triste mercado que hoy tenemos.

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