(El Mundo, octubre 5 de 2017)
Indudablemente, Colombia ha avanzado en
materia social y económica. Todos los indicadores así lo demuestran menos uno:
la desigualdad en el ingreso. En esto somos los desafortunados campeones de
América Latina según el indicador más utilizado: el Indice de Gini del ingreso.
Aunque este indicador no está libre de críticas debido a que compara la
distribución del ingreso actual de un país contra un estándar cuestionable,
casi comunista, en el cual todo el mundo debería tener el mismo ingreso, lo
cierto es que de todos los países de la región somos el peor. Esto significa
que una proporción más pequeña de hogares cada vez tienen una proporción muy
grande del ingreso.
Escribo esta introducción a propósito de la
discusión actual: ¿son desproporcionados los salarios que demandan los pilotos
de Avianca? De acuerdo con el presidente de Avianca: “La remuneración de un
piloto de Acdac es igual a la de un senador de la República de Colombia (30
millones de pesos). Y claramente ganan más que el 99 % de los colombianos”. En
los medios y en las redes sociales se conoció una carta de una médica que
comparaba su tarea de salvar vidas y sus paupérrimas condiciones laborales
contra la de los pilotos. ¿Por qué ellos merecen todo eso y los médicos no?. Para
algunos es pura envidia: ¿para qué estudio medicina y no aviación?
A mí me parece que la doctora tiene razón.
Existe una amplia literatura de economistas colombianos muy respetados que
demuestra que la inequidad del ingreso en Colombia está parcialmente explicada
por las brechas salariales entre personas calificadas y no calificadas, y que
esta brecha se agudiza en la medida que la calificación aumenta. La receta de
los libros de texto es aumentar la calificación de los no educados. Eso toma
tiempo.
Mientras tanto, no tiene sentido que entre profesionales
calificados en mercados competitivos con niveles similares de educación existan
brechas salariales abismales. Tampoco que entre la azafata y el piloto exista
una diferencia de 10 o 15 veces. Hablo de empleados y no de empresarios. Los
empresarios son por definición tomadores de riesgo y su remuneración está
sujeta a incertidumbre. Además, los costos laborales son costos fijos y por lo
tanto se traducen indefectiblemente en mayores precios de los bienes y
servicios que se producen con ellos. Así que apoyar la huelga es apoyar un
incremento de precios de los tiquetes.
Eso sí, a la doctora se le olvido comentar que
hay especialidades y supra especialidades médicas en donde un individuo puede
hacer más dinero mensualmente que el presidente de Ecopetrol, la empresa más
grande del país. Y que esos recursos en su mayoría provienen de los recursos
públicos de la salud. Eso tampoco tiene sentido.
Las brechas salariales sí importan y generan inequidad e incentivos perversos en las sociedades.
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