(El Mundo, noviembre 2 de 2017)
De acuerdo
con el mismo DANE, el Tercer Censo Nacional Agropecuario realizado en 2014 fue por su complejidad el mayor
ejercicio estadístico a nivel nacional en la historia de esa entidad. Toda la
información esta disponible a nivel de microdatos para ser utilizada por
investigadores y por legos.
Uno de los resultados mas interesantes
que se desprende del Censo es lo que podríamos llamar la demografía del campo.
De acuerdo con el Censo existen 2.7 millones de productores rurales en
Colombia, de los cuales cerca de 2 millones no son residentes en el área rural
dispersa censada. De los 700 mil productores que si viven en el área rural, el
campesino tradicional, el 64% eran hombres. En relación a la edad y la
educación, se encontró que la edad promedio de estos productores es 50 años
aproximadamente; y que, el nivel de educación predominante es la básica
primaria con un 58%, es decir, que la mayoría no llegaron más allá del 5 grado.
De hecho, el 17% son analfabetas.
Una buena noticia es que el 96% por
ciento de los productores residentes estaba afiliado a la seguridad social. Pero,
la mayoría de las unidades productoras, lo que llamaríamos coloquialmente las
fincas, no son de mas de 5 hectáreas.
Teniendo en cuenta que en promedio la
edad de un colombiano bordea los 30 años, la primera conclusión que salta a la
vista es que el campesino tradicional ha envejecido a una tasa altísima y no lo
sabíamos. Las razones deben ser múltiples, pero una muy poderosa, es que las
nuevas generaciones, simplemente no quieren ser campesinos tradicionales.
Así las cosas, los retos para la
política social son bien importantes. En primer lugar, con la edad vienen las
enfermedades crónicas, las cuales necesitan un acceso continuo a especialistas
y a medicamentos. El reto en salud es mayúsculo en zona rural dispersa por las
distancias, y si no se atienden bien, la tasa de mortalidad podría ser
superior, y con ello desaparecerá mucho más rápido esa generación. En segundo
lugar está el garantizar un ingreso básico de subsistencia, es decir, una
pensión. Con esos niveles educativos, esos tamaños de hectárea, y los problemas
de precios, productividad y acceso a los mercados, es muy probable que los
ahorros de esta población sean mínimos o inexistentes.
En conclusión el campesino tradicional
se nos envejeció y muy pronto la demografía hará que desaparezca. Los retos
para despedir esta generación de una manera digna son importantes. Ojala el
gobierno entrante tome nota.
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