(El Mundo, octubre 19 de 2017)
Este es el tema central de uno de los libros de
Economía y Política Publica más aclamados del 2008 y que dio a conocer a
Richard Thaler, el Nobel de Economía de 2017, ante el publico general. El libro
escrito con Cass Sunstein se llama “Nudge”, y se tradujo como “Un pequeño
empujón”. En palabras simples, defiende el paternalismo libertario. Es decir,
la idea de que desde el diseño de un programa, público o privado, se puede impulsar
a las personas, sin cohesión y sin afectar su libertad de escoger, hacia
acciones que les beneficien en el largo plazo.
El libro parte de un principio increíblemente
olvidado por la economía tradicional: los seres humanos no somos perfectamente
racionales, no somos computadores ambulantes y por ende nos equivocamos frecuentemente.
Y lo que es peor, luego cargamos con las consecuencias de nuestras decisiones
por mucho tiempo. Ahorrar es quizá el mejor ejemplo. Todos sabemos que ahorrar
es necesario, pero usualmente el consumismo nos gana. Sin embargo un pequeño
empujoncito puede ser todo lo que se necesite. Por ejemplo, un programa en que todo
empleado de una empresa es automáticamente inscrito en un fondo de ahorro que se
descuenta directamente de nomina.
La propuesta del paternalismo libertario se
fundamenta en las enseñanzas de cientos de experimentos conducidos por
economistas y sicólogos. Una rama del conocimiento llamada “economía del
comportamiento”. Estas enseñanzas son: la gente tiende a escoger el camino del
menor esfuerzo; las personas se equivocan sistemáticamente aun en tareas
simples; la mejor forma de mejorar en algo es obteniendo constante
retroalimentación; las personas tienen dificultades en predecir las
consecuencias de sus escogencias; aun en situaciones complejas las personas
tienden a tomar decisiones usando reglas simples; y, las personas se motivan
más fácilmente cuando hay incentivos de por medio.
El paternalismo libertario se aplica mejor en
situaciones en las cuales las personas se enfrentan a decisiones que son difíciles
y cuya frecuencia es muy baja (comprar casa), situaciones en las cuales las
consecuencias de ciertas acciones no son evidentes hoy (comprar, fumar, comer y
tomar compulsivamente) y situaciones en donde aun teniendo completa
información, el individuo no tiene capacidad de analizarla porque es una tarea
de expertos (escoger seguro médico).
Thaler no aboga por la intromisión dictatorial en
las decisiones privadas individuales. Ni tampoco sugiere que aplique en todos
los casos. Sin embargo, es absurdo desconocer que los seres humanos erramos con
frecuencia. ¿Porque no incorporar pequeños “empujones” en nuestra vida diaria?.
Desde las políticas públicas hasta el propio hogar, todos podemos y debemos
darnos un empujoncito a nosotros mismos.
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