(Revista Dinero, Finanzas personales, Octubre 30 de 2013)
La reforma de salud
que se aprobó en el Senado y que ahora sigue su curso hacia la Cámara afecta el
bolsillo de los colombianos tanto de manera positiva como negativa. Antes de cualquier consideración futurista,
dado que es incierto lo que pase con la reforma, es importante reconocer que el
actual sistema es uno de los más exitosos del mundo en proteger a sus
ciudadanos de caer en la pobreza por causa de una enfermedad.
Miremos donde están
los ahorros para el bolsillo en la actual propuesta de reforma. Primero, quedaran
prohibidos los copagos y cuotas moderadoras cuando se trate de atención en
medicina general y en algunos programas de promoción, prevención y protección que
defina el Ministerio.
Segundo, en la
medicina “prepagada” el gobierno regulara
copagos de acuerdo con el ingreso de las personas.
Tercero, en caso de
enfermedades catastróficas o de alto costo, se prohíben los copagos en el
tratamiento para los usuarios del subsidiado y se regularan en el contributivo.
Además, en el contributivo, no tendrán que pagar nada aquellos colombianos que
ganen menos de dos salarios mínimos.
Cuarto, con la
transformación del POS a Mi Plan, se ampliará la lista de medicinas, insumos y
tratamientos cubiertos. Esto significa que los usuarios en el nuevo sistema no
incurrirán en algunos gastos que hoy si incurren, y que también se evitaran los
trámites que significaba presentar una tutela.
Aquí acaban las buenas
noticias. Como bien dicen los economistas no hay almuerzo gratis. Alguien tiene
que pagar por todo lo que no se cobra. Un sistema tan generoso como el que
propone la reforma solo es viable cuando la utilización es racional, es decir,
solo se usa cuando se necesita y siempre se da el tratamiento más efectivo al
menor costo. Estas dos reglas no se cumplen actualmente, y por eso el sistema está
quebrado.
Para pagar las deudas
actuales, que son cuantiosas, hay dos caminos: aumentar impuestos o recortar en
otro lado. En el futuro, si los gastos crecen a una tasa mayor a los ingresos, la
conclusión será la misma: aumentar impuestos, aumentar contribuciones, o
recortar en otro lado.
Hay más. Unos gastos que
son menos evidentes pero que afectan el bolsillo son los de desplazamiento de
una IPS a otra, y los tiempos de espera que se traducen para muchos en días
perdidos de ingreso laboral. El efecto de la reforma sobre los gastos de
desplazamiento no es claro mientras no se regulen las distancias y las redes de
las EPS. Tampoco es claro como mejoraría los tiempos de espera, pues las
medidas que atacan la escases de especialistas (formación de médicos en
hospitales) y de camas hospitalarias (integración vertical), tienen alta
resistencia política.
En conclusión, la reforma traería ahorros visibles de corto plazo, pero de no controlarse los costos dentro del sistema desaparecerán rápidamente, debido a la necesidad de financiar el mayor gasto en salud. El sistema de salud no es una vaca que pueda ordeñarse infinitamente, ni está financiado por extraterrestres. Todo lo que gastemos de más lo pagaremos tarde o temprano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario