martes, 8 de octubre de 2013

Ancho de banda

(El Mundo, Octubre 10 de 2013)

Hace unos días, como parte de una investigación, presencie la siguiente conversación con una persona de ingreso medio bajo. Pregunta: “Señor ¿Usted cree que en un periodo administrativo de cuatro años se puede resolver un problema como el de la pobreza?” Respuesta: “No, ni dios con ayudantes podría resolver ese problema”. Pregunta: “¿Usted qué cree que puede hacer el gobierno para solucionar problemas como la pobreza?” Respuesta: “Nada señorita, eso no es un problema del gobierno, es un problema de la gente que son perezosos”.

Si la pobreza se debe a falta de oportunidades o a falta de ganas de trabajar, es un eterno debate entre las escuelas de pensamiento liberal y conservador en materia de política económica antipobreza. Regalar casas y subsidiar con o sin condiciones es la solución de los liberales, promover el crecimiento de la economía y del sector privado es la solución de los conservadores. Desafortunadamente como tantos otros debates de política, los argumentos se esgrimen usando la lógica del expositor y alguna evidencia casuística, pero no con evidencia más generalizable. Por estos días, está de moda en los Estados Unidos un libro que le da la razón a los liberales, pero usando un argumento distinto: la pobreza se debe a escases de ancho de banda.

El libro se llama “Scarcity” (Escases) y es escrito por un economista (Mullainathan) y un psicólogo (Shafir). Por supuesto, el ancho de banda no se trata de acceso a internet, es una metáfora para referirse a la capacidad cognitiva individual. La capacidad del cerebro es limitada y por ende mientras más ocupada este resolviendo problemas inmediatos menos podrá ocuparse de actividades y proyectos a mediano o a largo plazo. Las inversiones de largo plazo son las que pagan enormes dividendos y diferencian a los ricos de los pobres, especialmente las que se hacen en la niñez.

Los autores muestran a través de experimentos reales qué, en situaciones de escases (de comida, de tiempo, de energía, de dinero, de sueño, etc), el comportamiento de todos los seres humanos, sean pobres o ricos se asemeja. La atención se concentra en lo inmediato y no permite ver más allá. Psicológicamente la escases nos hace más impulsivos, bloquea nuestros mecanismos de autocontrol, de aprendizaje, y la capacidad de raciocinio. La trampa de la escases, argumentada en el libro, está en que esta refuerza el comportamiento mismo. Por ejemplo, si usted tiene escases de tiempo, usted va a prestar tiempo de otra actividad, luego para completar dicha actividad va a prestar de otra y así sucesivamente.

¿Qué hacer? Las acciones de política que proponen los autores van en la vía de hacer la vida de las personas más fácil, a través de menos papeleo, más decisiones automáticas y un hábitat que induzca a mejores decisiones. En el eterno debate de la política antipobreza los liberales pueden agregar un argumento más a su favor gracias a los experimentos de Mullainathan y Shafir.

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