sábado, 30 de mayo de 2009

Capital social y asistencialismo

(El Mundo, Junio 2 de 2009; La Patria, Junio 10 de 2009)

Es posible que los programas de asistencia social dañen la confianza interpersonal? Esta pregunta se la hacen los investigadores Alberto Chong, Hugo Ñopo y Vanessa Ríos, quienes trabajan para el Departamento de Investigaciones Económicas del BID, pero cuyas ideas y conclusiones no deben atribuirse a esta institución. Y su respuesta es que esto es bastante probable.

Para responder a la pregunta, dichos investigadores se basan en un conocido experimento llamado el “Juego de la confianza”. En éste, un grupo de personas representativo de la población bajo análisis es elegido. Los participantes son asignados aleatoriamente en parejas: la mitad asume el rol de jugador 1 y la mitad el rol de jugador 2. Ambos grupos son ubicados simultáneamente en salones separados y las identidades de los pares nunca son reveladas. Sin embargo cada jugador recibe información básica de su pareja (v. gr. Sexo, edad, nivel educativo y estrato socio-económico). Cada jugador recibe una suma igual de dinero inicialmente.

El juego consiste en pedir al jugador 1 que decida qué porcentaje de su dinero quiere enviar al jugador 2, sabiendo que este recibirá 3 veces este valor. En el otro salón, el jugador 2 debe decidir con anticipación cuánto va a devolver al jugador 1 de acuerdo a la oferta recibida. Inmediatamente antes de tomar sus decisiones, ambos jugadores deben predecir cuánto creen que van a recibir del otro.

En términos generales, después de muchas experimentos alrededor del mundo, este juego ha dado como resultado que el jugador 1 envía la mitad de su dinero al jugador 2, y luego recibe de vuelta de 10 a 20 por ciento más de lo enviado. En otras palabras, ambos ganan. La confianza en el otro esta medida por la cantidad que el jugador 1 envía, la cual está basada a su vez en su expectativa de retorno.

Usando una muestra de 2,000 latinoamericanos, ubicados en Bogotá, Lima, Montevideo y San José. Los autores encuentran que en el subgrupo de personas que es beneficiaria de programas de asistencia social la confianza en los otros es más baja. Estadísticamente, la cantidad enviada por el jugador 1 en este subgrupo es menor que la enviada por los jugadores 1 que no reciben programas de asistencia social.

Los autores argumentan que para el caso de estas ciudades latinoamericanas, los programas de asistencia social pueden estar destruyendo el escaso capital social que existe, al menos en lo que concierne a confianza interpersonal entre los beneficiarios de estos programas. El mecanismo de destrucción es complejo, aunque parece estar ligado a problemas de estigmatización externa y auto estigmatización.

Este análisis llama entonces la atención sobre una “consecuencia inesperada” de los programas asistencialistas, que bien vale la pena tener en cuenta a la hora de apoyarlos. Bien es sabido que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

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