(La Patria, Mayo 11 de 2009)
Con frecuencia, ciertos comportamientos individuales terminan por convertirse en problemas públicos. Y cuando los problemas son públicos, los ciudadanos demandan acciones de sus gobernantes. Típicamente la respuesta de un gobierno oscila entre prohibir o reprimir. Sin embargo otras alternativas son posibles. El problema de la adicción a las apuestas es un buen ejemplo de esto.
Los casinos están proliferando a lo largo y ancho del mundo, y Colombia no es la excepción. Los casinos proveen una fuente interesante de recursos para los gobiernos locales, y generan algunos empleos. Pero a su vez, los casinos pueden traer efectos indeseados. Los casinos pueden generar adicción al juego, y tal adicción puede conllevar altos costos personales, familiares y sociales.
En algunos países del mundo se viene implementando un política distinta a la de prohibir o reprimir. Se trata de los programas de auto-exclusión. En este tipo de políticas, los adictos le solicitan al gobierno que los incluya en una lista que luego es circulada entre los casinos y que es utilizada para prohibir la entrada de estos individuos. Esta política esta en 9 estados de los EEUU incluyendo Nevada, donde se encuentra la famosa ciudad de Las Vegas, al igual que en varios países europeos, como los Países Bajos y Suiza (donde los programas son obligatorios y no voluntarios), en Nueva Zelanda, en todas las provincias canadienses y en varios estados australianos, en particular Queensland y Victoria.
A la fecha no existen estudios que demuestren con rigurosidad estadística el éxito o fracaso de esta alternativa de política. Pero los gobernantes de estas ciudades y regiones parecen estar muy esperanzados en la misma. El estudio más cuidadoso completado recientemente fue realizado por el Consejo de Apuestas Responsables de Ontario. A pesar de la falta de datos empíricos, algunas conclusiones del estudio sugieren que la política puede ser eficaz.
Los expertos en el tema sugieren que políticas de este tipo pueden más efectivas si la auto-exclusión en lugar de ser para toda la vida se gradúan en el tiempo de acuerdo a las necesidades de los individuos. También se ha visto que allí donde los vínculos entre los casinos y las organizaciones que ofrecen programas de tratamiento especializado para superar la adicción al juego, son fuertes, la política es más eficaz.
Los expertos también proponen que el rol del gobierno sea como propagador de mayor publicidad sobre la existencia de estos programas. Y como es obvio, la autorregulación de los casinos es uno de los eslabones más críticos. Existen también importantes preguntas respecto de cómo manejar el proceso, una vez la auto-exclusión termina. Se sugiere la necesidad de incorporar a los recién “egresados” a motivar a través de programas educativos a aquellos que están en riesgo de caer en la misma adicción.
Las listas de autoexclusión prometen ser una alternativa de política viable, no represiva, para un problema social que no es de poca envergadura.
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