lunes, 5 de febrero de 2018

La lucha contra el crimen

(El Mundo, febrero 8 de 2018)

El crimen esta disparado en las ciudades. Al menos eso es lo que la prensa y las redes sociales nos hacen pensar. Los secretarios de seguridad de las capitales alegan que esto es pura percepción. Las cifras, dicen, marcan una tendencia decreciente. Lo cierto es que casos como el de la mujer embarazada que fue agredida a tiros en Bogotá, queda la sensación de que la pena de muerte es poco para amedrentar a los envalentonados delincuentes modelo 2018.

Se pregunta uno ¿cuáles son las políticas efectivas, las que funcionan para bajar la criminalidad?. Un par de investigadores, Chalfin y McCrary, revisaron los estudios estadísticos que se han hecho al respecto y publicaron sus hallazgos en 2017 en el Journal of Economic Literature.

La teoría más básica para explicar por qué algunas personas deciden cometer un crimen, radica en entender al criminal como alguien que hace un análisis de costos y beneficios de su acto. Donde los costos implican el ser capturado y la pena que recibirá, y los beneficios el dinero o la satisfacción (revancha, por ejemplo) que se obtendrá por el crimen. Con base en esta teoría, el aumento en el pie de fuerza policial y el aumento de oportunidades legales de hacer dinero, aumentarían los costos de ser criminal y disminuirían la probabilidad de que más personas se decidan a delinquir.

Los investigadores llegaron a tres conclusiones después de revisar criticamente todos los estudios publicados. La primera es que existe solida evidencia de que la inseguridad baja cuando aumenta el pie de fuerza policial, sin embargo esta relación no es perfecta. Quiere decir que un policía más no significa un crimen menos. Por cada cien por ciento de incremento en el pie de fuerza los crímenes se reducen entre un veinte y un cuarenta por ciento.

La segunda es que el endurecimiento de las penas a nivel judicial, aunque tiene un efecto positivo no parece ser muy importante. Mejor dicho, los delincuentes no leen mucho las noticias. Lo que sí parece ser más efectivo es enfocarse en los criminales que repiten, por ejemplo endureciendo las penas cuando hay reincidencia. La tercera conclusión es que una economía con mayores oportunidades laborales también ayuda a reducir los delitos, pero solo los delitos menores.


En conclusión, para estos tiempos, la respuesta es más pie de fuerza. Eso es costoso en términos de gasto público, pero rentable tanto en reducción de crímenes como en aumento de percepción de seguridad.

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