(El Mundo, julio 27 de 2017)
La legislación colombiana debería tener más castigos colectivos.
Hace unos años en una entrevista a la
cadena de noticias CNBC declaró tener la formula para eliminar el déficit
fiscal de EEUU. Era simple y directa: “Yo podría eliminar el déficit en cinco
minutos. Sólo necesitamos aprobar una ley que diga que en cualquier momento que
el déficit sobrepase el 3% del PIB, todos los miembros del Congreso no podrán
reelegirse. En ese momento los incentivos estarán alineados”.
Aunque suena a chiste flojo, esta frase
de Buffet tiene elementos muy importantes para resaltar. El primero es que en
muchos escenarios donde los problemas parecen complicadísimos, hay soluciones
muy prácticas, que sólo necesitan voluntad colectiva. Lo que Buffet dice es que
se pueden diseñar reglas simples que sobreponen el bienestar común sobre el
bienestar individual.
El segundo es el papel central del
Congreso y los congresistas como cuerpo que pone orden en las reglas de juego
de en un país. Y por ahí mismo, la necesidad de definir castigos claros para
cuando los congresistas no cumplen con su labor de llevar al país por una senda
sostenible. Ya he escrito anteriormente que rebajar el sueldo a los
congresistas es un castigo simbólico e ingenuo. Es claro que los congresistas malos
no viven de su sueldo sino de otras platas. Y también es claro que la democracia
colombiana no castiga con el voto, por lo que se necesita una regla más
general, anclada a desempeño que imponga disciplina colectiva.
En Colombia, de hecho, el poder ejecutivo
si ha dado pasos en esa dirección. Hay que recordar que la ley 1473 de 2011
definió la regla fiscal, que exige al gobierno central reducir anualmente su
déficit fiscal hasta llegar al 1% del PIB en 2022.
Si echáramos una mirada a algunos problemas
del país, podríamos casi replicar la frase de Buffet. En últimas, el ejemplo de
Buffet y de la regla fiscal, señalan una línea de legislación que a mi modo de
ver podría ser más efectiva para el contexto colombiano, generar sanciones y
castigos más colectivos que individuales para los congresistas.
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