(El Mundo, septiembre 22 de 2016)
Es muy sencillo, todos los acuerdos del acuerdo con las FARC necesitan dos cosas: capacidad de implementación y plata. Y de esas dos cosas el gobierno tiene más bien poco.
Es muy sencillo, todos los acuerdos del acuerdo con las FARC necesitan dos cosas: capacidad de implementación y plata. Y de esas dos cosas el gobierno tiene más bien poco.
Al mejor
estilo de las leyes colombianas, el acuerdo es un conjunto de promesas sin un
juicioso cálculo de cuánto va a costar. En países serios, la política pública
va acompañada de una apropiación presupuestal específica. Uno puede creer o no
creer en los cálculos de los beneficios económicos de la paz. Personalmente he
visto tantas proyecciones de crecimiento fallar que lo sensato es ser escéptico
frente a los beneficios del crecimiento económico. Pero lo que sí es una
realidad es que cada promesa escrita en el acuerdo vendrá con una factura que
se la van a cobrar directamente al Ministerio de Hacienda. Y el Ministerio, cómo
lo ha hecho siempre, cumplirá tarde o cumplirá parcialmente.
No hay
duda de qué lograr un acuerdo para que un grupo de personas dejen de cometer
delitos es un logro que debe apoyarse. El voto por el si es una obviedad. Y
siendo completamente cínicos es una forma elegantísima de someter a las FARC a
la floja institucionalidad colombiana. Cada mes hay un paro en Colombia porque
el gobierno incumplió una promesa. ¿Qué nos hace pensar que esta vez será
diferente? Auguro que el primer paro de las FARC será en 2017.
Y el
otro elemento, a veces fruto de la falta de plata, es la baja capacidad de
implementación de la política pública que caracteriza este país. Todos sabemos
que las leyes son muy bonitas en Colombia pero que no se cumplen o que se
cumplen a medias. Los soñadores y los intelectuales creen que una vez un
problema está solucionado intelectualmente, ya está resuelto, y la realidad
siempre se encarga de recordarnos que es en los detalles de implementación
donde fallan las grandes ideas. ¿Qué nos hace pensar que esta vez será
diferente?. No hay ningún motivo para creer que las razones que llevan a este
país a ser débil institucionalmente van a cambiar como por arte de magia por la
firma de un acuerdo.
Si los acuerdos del acuerdo con las FARC funcionan al pie de la letra como lo dice el documento, entonces el mayor logro del acuerdo además de las muertes evitadas, será el fortalecimiento nunca antes visto de la institucionalidad colombiana para cumplir lo que promete. Veríamos por primera vez todo funcionando como debe ser, sin corrupción y al pie de la letra. ¿Será posible tanta belleza?
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