(El Mundo, Mayo 5 de 2016)
En las últimas semanas
los profesores, los doctorados y los doctores han dado mucho de qué hablar.
Empecemos por la famosa “humillación” del presidente de Ecopetrol a un profesor
de la UIS. Aunque es cierto que la actitud fue displicente, lo que generó una
cierta indignación en la gente, y un efecto mediático del estilo David y
Goliat, con todo el mundo haciéndose del lado del “pobre” profesor ultrajado,
la verdad es que la academia es así. Los que no están en ella y creen que las
relaciones entre profesores están llenas de buenas maneras y de palabras
cándidas están muy equivocados.
En la academia sobran
las palabras duras y despectivas contra y entre los colegas. Y también sobran
los silencios hipócritas. De hecho en la academia rige un mecanismo de revisión
de artículos entre pares que es anónimo. Este mecanismo fue inventado con el
ánimo de permitir que la confrontación de ideas sea directa y frontal, y para
que las críticas no sean tomadas como personales sino como profesionales.
Con los egos tan inflados
que existen, me atrevería a decir que la dureza y la prepotencia son parte
integral de la academia. He sido testigo de discusiones sobre ideas y teorías,
que han terminado en “madriadas” que harían parecer el escándalo en cuestión como
una caricia.
En el mundo científico,
dice una frase célebre, la ciencia avanza con cada funeral. Las teorías se dan
palo todo el tiempo, y los profesores se enfrentan entre sí, hasta que
finalmente alguna teoría acaba por sepultar a la otra. En fin, lo que
presenciamos fue un debate de académicos para el que la televisión y en general
el público no estaba preparado.
Y siguiendo con los escándalos académicos, la indignación respecto de los falsos doctorados de nuestros gobernantes elegidos popularmente es un poco ingenua. Sí la gente está indignada porque los políticos mienten, la verdad están descubriendo el agua tibia. Lo que sí sería demandable por ser un robo al erario es que hubieran usado un título falso para exigir una prima técnica adicional a su salario, pero no fue este el sentido de la noticia. A lo que sí debería ponérsele lupa es a la declaración de renta y a su riqueza, y a la de su círculo más cercano, allí es donde están las mentiras más grandes.
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