(El Mundo, Dic 18 de 2009; La Patria, Dic 21 de 2009)
Los académicos de las facultades de economía internacionales no cesan de producir estudios interesantes. Desafortunadamente las conclusiones de los mismos no dejan muy bien parada a Colombia. El ejemplo más reciente es un documento titulado “Exposición a la Guerra Civil y Violencia”, escrito por Miguel y Saiegh de la Universidad de California y Satyanath de la Universidad de Nueva York.
La motivación de su estudio se encuentra en investigaciones previas que han mostrado cómo los conflictos civiles tienen severas consecuencias en la salud física y mental de aquellos que están expuestos al mismo. Y la palabra “expuestos” es muy importante, porque el efecto no se da sólo sobre los individuos que combaten, sino sobre la población civil de la región o país en cuestión.
La dificultad inherente en este tipo de estudios es la imposibilidad de separar la exposición diferencial a la guerra civil y los niveles de violencia individual, de otros factores tales como la corrupción o captura de los gobiernos y en general de ambientes con instituciones débiles. Es aquí donde el ingenio de estos autores se hace evidente. En efecto, es posible encontrar un lugar con reglas e instituciones fuertes, no afectadas por conflictos civiles, pero donde los individuos que interactúen en este hayan sido expuestos a diferentes niveles de conflicto civil. La respuesta: los campos de fútbol de la liga europea.
La medida de violencia utilizada es el número de tarjetas amarillas recibidas por los jugadores que actúan en alguna de las grandes ligas europeas (Italia, Inglaterra, España, Alemania y Francia). Y la medida de exposición a la guerra civil es el número de años que el país de donde el jugador es originario ha estado en guerra entre 1980 y 2005.
Los resultados son tristemente interesantes. Se encontró una fuerte correlación entre el número de años de conflicto civil en el país de origen de un jugador y la probabilidad de que este reciba una tarjeta amarilla. Los autores ejemplifican su punto realzando que Colombia e Israel son los únicos países con guerra civil en todos los años del análisis y que Iván Ramiro Córdoba, en solo dos temporadas, acumulo 25 tarjetas amarillas. De acurdo con los autores, los resultados son similares aun cuando los jugadores de países como Colombia, Israel, Irán, Perú y Turquía son excluidos del análisis.
Los resultados no son en manera alguna un ataque a los colombianos, ni tampoco sugieren una relación causa-efecto inequívoca. Sin embargo, si sugieren una reflexión profunda en torno a las múltiples y quizá inimaginables consecuencias que la exposición a una guerra civil por décadas ha dejado en la mente y en el comportamiento de los colombianos. Quizá una de ellas sea la exagerada indiferencia ante actos violentos de nuestra sociedad (un borrador del estudio se puede encontrar en http://elsa.berkeley.edu/~emiguel/pdfs/miguel_soccer.pdf).
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