(El Mundo, enero 11 de 2018)
En esta época del año los precios cobran un
marcado interés entre los colombianos. Se combinan factores psicológicos y
reales. El efecto final es el mismo, todos se quejan de los altos precios y
piden a gritos que se controlen o que se regulen, menos uno, el de su salario o
el que marcan los productos que venden y que determinan sus ingresos.
Acaba de salir el dato de inflación en
Colombia para el año 2017, fue de 4.09%. Esto quiere decir que en promedio los
bienes y servicios que consumen los colombianos crecieron en ese porcentaje
entre el 1 de enero y el 31 de diciembre. Erróneamente los medios de
comunicación asimilan el incremento de precios con el “costo de vida”. Coloquialmente
funciona, pero técnicamente son conceptos muy distintos. El costo de vida es
función de las cantidades y de los precios de los bienes y servicios
consumidos, mientras que la inflación solo corresponde a los precios. Los
hogares sustituyen unos bienes por otros como respuesta a cambios en precios,
en gustos, en oferta, en ingresos, y en tantas otras variables. De forma que
atribuir el alza del “costo de vida” a los precios es un simplificación
inadecuada.
En diciembre la gente se queja de los altos
precios de las cosas. En enero, una vez conocidos los datos de inflación y de
salario mínimo, los precios se reajustan y también generan malestar. Pero la
verdad es que ambos fenómenos son sanos. En diciembre los precios altos son
explicados por una mayor demanda, más gente en busca de lo mismo. En enero,
porque el costo laboral crece y con él los costos de producción.
Los precios son, para los economistas, el
mejor y más eficiente mecanismo de asignación de recursos. Llevan cualquier
cantidad de información en ambas direcciones entre compradores y productores.
No obstante, si existen abusos. Estos se presentan cuando uno de los dos lados
de la transacción, el vendedor o el comprador, tienen poder sobre el otro. Allí
es justificado intervenir, o bien regulando el precio o bien disminuyendo el
poder de quien lo ostenta. Para eso deben existir instituciones fuertes, en
Ecuador su nombre lo dice todo “Superintendencia de Control del Poder de
Mercado”, aquí la llamamos tímidamente Superintendencia de Industria y Comercio
(SIC).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario