(El Mundo, 31 de Diciembre de 2015)
Existe
una frase de cajón muy popular para referirse de manera irónica a la
imposibilidad de implementar medidas y políticas de países desarrollados en
nuestros países: “estamos en Cundinamarca, no en Dinamarca”.
Michael
Booth, periodista británico, tiene un libro muy interesante acerca de lo que él
mismo denomina el mito de los países escandinavos. El título en inglés es The
Almost Nearly Perfect People (que podría traducirse como “La gente casi
cercanamente perfecta”). La primera parte del libro está dedicada a Dinamarca.
Los
daneses ostentan una serie de títulos mundiales dignos de admirar. El mas
conocido es el de la felicidad, ya que salen de primeros en las encuestas de
manera consistente. También son considerados como la sociedad mas igualdad en
términos de ingreso. Son el país con los mayores niveles de confianza y de
cohesión social entre sus pobladores. Y por último, son el país con uno de los sistemas
de protección social mas generoso: la salud y la educación son gratis, el
seguro de desempleo paga el 90% del ultimo salario por dos años (antes eran
hasta 11), y hay una pensión estatal garantizada para todo mayor de 65 años de
un poco mas de mil dólares al mes.
Tal
sistema de protección no es gratis. Los impuestos que se pagan en este país son
los mas altos del mundo. El impuesto sobre el ingreso oscila entre 42 y 56%.
Existe un impuesto de 1% para la iglesia. Los impuestos a la propiedad bordean
el 5% y el IVA es de 25%. El impuesto sobre un carro nuevo es de 180% y la sobretasa
a la gasolina es de 75%, para dar algunos ejemplos.
Según
las cifras de Booth, de cada 100 pesos recibidos a un danés le terminan
quedando 28. Se pregunta el autor ¿Con estos niveles de impuestos, por qué no
se van mas daneses de su país? La respuesta según este libro es compleja. Es
una mezcla de nacionalismo y oportunismo. Nacionalismo porque el Danés respeta
y defiende la sociedad igualitaria que ha construido. Y oportunismo porque con
semejante nivel de beneficios no hay incentivo para moverse.
Pero
los efectos del generoso sistema no paran allí. Los daneses no ahorran y sí
están sobre endeudados, de acuerdo con Booth, el danés promedio debe el 310% de
su ingreso anual. Además los daneses trabajan en promedio 28 horas a la semana,
lo que los ubica como uno de los países desarrollados con la productividad
laboral mas baja.
El libro de Booth definitivamente abre los ojos sobre una realidad y una sociedad poco conocida, catalogada como casi perfecta desde afuera, donde la felicidad de su población parece estar cimentada sobre un estado utópico que por su generosidad puede terminar siendo victima de su propio éxito. En unos años puede que sea mejor vivir en Cundinamarca y no en Dinamarca.
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