martes, 20 de octubre de 2015

El gran escape

(El Mundo, octubre 22 de 2015)

Los últimos 250 años trajeron el mejor desarrollo que los seres humanos hayan podido vivir sobre todo en materia de salud. El gran escape. La expectativa de vida al nacer jamás ha estado tan alta. El avance de la ciencia ayudó a los humanos a entender que gran parte de lo que nos mataba estaba en nuestras manos combatir: gérmenes, tabaquismo, alimentación saludable y en cantidades adecuadas en los primeros años de la infancia, más ejercicio, etcétera.

Esa es la buena noticia, la mala noticia es que el gran escape se dio en unos países y en otros no. En los países ricos es donde se ven los mayores avances, en los pobres no mucho. La solución parecería obvia, es una cuestión de dinero. Sí se invierte más en los sistemas de salud de los países pobres, las brechas de salud se cerraran. Pero las cosas no son tan fáciles. No, al menos para Angus Deaton, el recientemente galardonado Premio Nobel de Economía 2015.

Según este profesor, aunque el dinero sí puede comprar cosas que claramente se necesitan, la razón fundamental de los desequilibrios está en la falta de capacidad de los estados para prestar servicios de salud o para regular a los prestadores privados.
El gran escape, es el nombre del último libro de este autor, y en el sugiere que el progreso observado en los últimos dos siglos por la humanidad es maravilloso, pero que al mismo tiempo ha engendrado un mal terrible: la inequidad entre países y al interior de los mismos. Y en buena medida la inequidad está dada por cambios demográficos, donde los ricos cada vez se unen más entre ellos, y los pobres cada vez más entre ellos.

Pero hay otras amenazas al progreso alcanzado según el premio Nobel. El cambio climático es la primera, y no existe una solución de política obvia y aceptable por todos. Las guerras y la inestabilidad política es la segunda. Los fundamentalismos ideológicos, que en muchas ocasiones atacan o detienen el progreso de la ciencia son la tercera. La cuarta es el aparente freno de la tasa de crecimiento económico mundial, que traen consigo el debilitamiento de la democracia y el incremento de la inequidad.

No obstante Deaton se proclama medianamente optimista. El mundo en desarrollo sigue creciendo y tiene la oportunidad de alcanzar al desarrollado en menos tiempo. La ciencia seguirá avanzando y encontrando curas para las enfermedades que hoy nos matan. La gente es cada vez más educada.

El gran escape ya se dio en los países desarrollados, ahora le toca a los países subdesarrollados. Según Deaton el subdesarrollo es un problema político, no de ingeniería ni de plata. Una razón más para elegir bien este domingo.

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