martes, 19 de noviembre de 2013

Fiascos tecnológicos en el sector salud


El Presidente Obama no pasa por un buen momento por cuenta de la reforma a la salud aprobada en 2010. En su momento le costó gran parte de su capital político y radicalizó aún más al partido opositor (Republicano). El apagón de septiembre, donde buena parte de las oficinas de gobierno no trabajaron se explica por esta oposición. Para colmo de males, le fallaron los sistemas de información cuando más los necesitaba. En octubre se inauguró un portal de internet donde los estadounidenses que no tenían seguro de salud o que querían cambiarlo podrían entrar y comprar libremente aquel que más se ajustara a sus necesidades. El portal no funcionó, y aunque algunas cosas han mejorado, muchos dudan que lo haga en el inmediato futuro.

Al otro lado del charco, en el Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud acaba de anunciar que abandonará la creación de un sistema de información que iba a unir todos los actores del sistema. Un proyecto de 10 años y que ya había gastado 2.7 billones de libras, pero que tenía planeado gastarse 11.4 billones.

Estos fiascos tecnológicos en materia de sistemas de información para el sector salud tienen varios elementos en común. Dos explican buena parte de los problemas: Liderazgo y formas de contratación.

En cuanto a liderazgo, en los dos casos, la persona encargada de los proyectos (el decisor de última instancia) era un alto funcionario público. Esto es problemático por varias razones: es una persona muy ocupada con múltiples obligaciones que puede dedicar muy poco tiempo al proyecto, es una persona que está sujeta a presiones políticas, es una persona que no conoce de tecnología aplicada al sector, y por último puede incluso no compartir el espíritu del proyecto.

En cuanto a contratación. La forma en que se desarrollan estos proyectos y las leyes de contratación pública son incompatibles. Los grandes proyectos de tecnología están marcados por alta incertidumbre técnica, razón por la cual diferentes alternativas de solución deben ser probadas usando ensayo y error. Esto es factible y tolerable en el sector privado pero no en el sector público. Las reglas de contratación pública son estrictas y están marcadas por ciclos muy largos de contratación que demoran innecesariamente los procesos y la capacidad de innovación. En segundo lugar, el método de “ensayo y error” no es muy bien visto por los organismos de control fiscal y político que tienden a confundirlo con corrupción y prácticas delictivas.

De aprobarse la reforma de salud, una institución llamada Salud-Mia tendría que construir una infraestructura tecnológica de magnitudes nunca antes vistas en el país. Valdría la pena estudiar todo lo que fallo en EEUU y Reino Unido para no fracasar en el intento.

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