(El Mundo, Diciembre 2 2010)
Es verdad, existen buenas guerras, el mejor ejemplo es la guerra que tiene la Gran Bretaña contra la pobreza infantil. Un excelente recuento de los motivos, reformas y resultados de esta guerra acaba de ser publicado en el libro “Britain’s War on Poverty” (La guerra de la Gran Bretaña contra la pobreza) escrito por la investigadora Janet Waldfogel de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Primero los resultados. En 1999 cuando el Primer Ministro Tony Blair declaró la guerra y prometió una estrategia para eliminar la pobreza infantil en veinte años, 3.4 millones de niños (uno de cada cuatro) vivían en la pobreza. Ocho años después, 1.7 millones habían salido de la pobreza, de acuerdo con una medida de pobreza absoluta similar a la que se usa en Colombia. Esto es, una reducción del cincuenta por ciento en términos absolutos.
De acuerdo con Waldfogel, el principal motivador para “declarar la guerra” fue el alarmante número de niños en pobreza como consecuencia de otra alarmante tendencia: el incremento en el número de hogares con un solo padre (usualmente solo la madre). Pero las cifras, todos sabemos, no siempre son suficientes. Dos circunstancias más ayudaron a allanar el camino para declarar la guerra: consenso en la academia respecto a los efectos devastadores de la pobreza infantil en las oportunidades individuales futuras, y, la disponibilidad de estudios estadísticos rigurosos mostrando que programas bien diseñados producen resultados positivos concretos.
Adicionalmente, el grueso de la población apoyaba la noción de que algo necesitaba hacerse. De hecho la frase publicitaria (la frase de batalla podríamos decir) de la política es “trabajo para aquellos que pueden y seguridad para aquellos que no pueden”.
La estrategia antipobreza británica, de acuerdo con el libro de Waldfogel, se basa en tres componentes. El primero, la promoción de oportunidades de trabajo y capacitación para el trabajo para personas con capacidades pero sin conexiones con el mercado laboral. Junto a esta iniciativa el gobierno implementó una agresiva estrategia de incremento del salario mínimo y de rebaja de impuestos para los trabajadores más pobres y sus respectivos empleadores. El segundo componente es un conjunto de políticas orientadas a incrementar el ingreso de familias con niños en pobreza, incluso a través de subsidios directos. El tercer componente es una alta inversión en programas y servicios pre-escolares gratuitos y universales.
Estas líneas no hacen justicia al detallado recuento del libro. Lectura obligada para nuestro nuevo gobierno. Por supuesto una guerra así solo tiene eco en una sociedad que favorece el papel activo del estado en brindar bienestar social. Qué sociedad somos nosotros?
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