(El Mundo, Septiembre 23 de 2009)
En febrero de 2008, el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, comisionó a dos premios nobel de economía, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, la tarea de liderar a un grupo de expertos con el objetivo de identificar los límites del PIB como indicador del desarrollo económico. El resultado esperado era una propuesta con mejores indicadores para medir el desarrollo social y económico. La Comisión de Medición de Desempeño Económico y Progreso Social fue creada y el informe final de dicha comisión fue presentado el pasado 14 de Septiembre.
Lo que medimos y cómo lo medimos afecta lo que hacemos y las decisiones que tomamos. Este es el principio básico que motivó el estudio. Y aunque a simple vista obvio, en términos de medición económica tiene profundas implicaciones. Una de las más evidentes son las falsas dicotomías entre el PIB y otras variables. Tomemos el caso del medioambiente. Dado que el PIB no incluye el agotamiento de las reservas de recursos naturales, con frecuencia los promotores de proyectos económicos que destruyen el medioambiente justifican tal destrucción en aras de crecimiento económico. Pero esta dicotomía es falsa desde el punto de vista social, pues destrucción de recursos naturales hoy, significa destrucción de capital, y por ende de ingresos futuros.
Cinco grandes recomendaciones emergen de esta Comisión. La primera es desmitificar al PIB como medida de bienestar material. El PIB mide producción, pero producción no es lo mismo que bienestar material, y en este sentido una medida más adecuada sería una más amplia que incluya ingreso y consumo. La segunda, es enfatizar la perspectiva de los hogares en las mediciones económicas, es decir, tener indicadores que midan el pulso de lo que está pasando con el ingreso y el consumo de los hogares.
La tercera, sugiere incorporar medidas que tengan en cuenta la riqueza de los hogares. Riqueza, consumo e ingreso son variables altamente interrelacionadas, y son los mayores determinantes del bienestar de un hogar. La cuarta, es dar mayor prominencia como indicadores de progreso social de una sociedad a medidas que muestren la distribución del ingreso, del consumo y de la riqueza entre los habitantes del país. Finalmente, la comisión recomienda que las oficinas de estadística avancen en la identificación y cuantificación de aquellas actividades económicas que se desarrollan fuera de los mercados, pero que aumentan o deterioran el bienestar de los hogares, según sea el caso.
El PIB es una medida económica obsoleta, que quizá esté haciendo más daño que bien a los diseñadores de política económica. Cómo bien lo afirma el profesor Reuven Brenner, de la Universidad McGill en Canadá, una estadística como el PIB solo “sostiene la ilusión de que la prosperidad esta necesariamente atada al territorio, a las unidades nacionales y al gasto público en general”.
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