martes, 24 de marzo de 2015

Cuidar el Índice Sintético de Calidad Educativa

(El Mundo, Marzo 26 de 2015)

El Índice Sintético de Calidad Educativa (ISCE) puede revolucionar el sistema educativo, pero también puede promover acciones no deseadas, contrarias a la política. Saber cuáles son puede ayudar a que la política sea más exitosa. Esta es la enseñanza que han dejado iniciativas similares en otros partes del mundo. La nueva política educativa consiste en un programa de pago por desempeño basado en un índice, el cual irá de 1 a 10 y tendrá cuatro componentes: progreso, desempeño, eficiencia y ambiente escolar. Los dos primeros se determinarán a partir de las pruebas Saber, el tercero del sistema de matrículas del MEN, y el último de los cuestionarios anexos de factores asociados que diligencian los estudiantes de quinto y noveno cuando se presenta el examen. Sí el colegio mejora de una período a otro, por ejemplo pasa de 5 a 6, habrá un premio en dinero para todos los colaboradores del plantel.

En Estados Unidos, en 2002, bajo el gobierno de George W. Bush, fue aprobada una política pública similar llamada “Ningún niño dejado atrás”, con el objetivo de aumentar el nivel académico de todos los niños y disminuir las brechas entre grupos socioeconómicos. En este caso se condicionó la ayuda financiera para aquellas escuelas que mostraran progreso y, también se definieron castigos, incluso llegando al cierre de las instalaciones para aquellos que no mostraran progreso en tres años seguidos.

Hace unos años publiqué con la profesora Lina Martínez un artículo resumiendo lo que puede salir mal con este tipo de iniciativas según lo documentado por investigadores norteamericanos. En general, se demostró que la política motivó acciones no deseadas por parte de algunas escuelas para cumplir con el progreso anual establecido. Entre los cambios que se documentaron se encuentran: (i) concentración excesiva de tiempo y recursos de la escuela en enseñar o entrenar a los niños en como tomar pruebas estandarizadas; (ii) suspensión arbitraria de estudiantes con bajo rendimiento para evitar su presencia el día de la prueba; (iii) indebida injerencia de los profesores sobre sus alumnos en sugerir respuestas a las preguntas; (iv) y manipulación de resultados.

En general, el problema con este tipo de políticas es que la gente se obsesiona demasiado con los indicadores en aras de lograr el número deseado, descuidando aquello que no se mide. El otro problema es que implícitamente se señala a la escuela cómo única responsable del rendimiento académico de los niños, sin tener en cuenta que la otra parte del proceso de aprendizaje está en la casa, en el barrio, en la motivación del estudiante. El efecto de vivir en un entorno que no promueva procesos de aprendizaje (padres capaces de ayudarlos con las tareas, pobreza, falta de motivación, etc) es tan negativo como ir a una mala escuela. Medir es siempre muy bueno, así que el ISCE es un gran avance. Prevenir posibles consecuencias inesperadas como las señaladas aquí ayudará a tener una política pública más fuerte y con mejores resultados. 

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