martes, 26 de diciembre de 2017

Salud y transparencia

(El Mundo, diciembre 28 de 2017)

Creo que el personaje del año en Colombia es la corrupción. Siempre ha estado ahí, pero ahora que los medios y las entidades de control lo han convertido en el enemigo número uno, existe un chance para atacarla con más fuerza. Siempre he insistido que los corruptos son transversales, es decir, a ellos no les importa el sector en el que van a trabajar, le roban a la infraestructura, a la educación, a la salud, al medio ambiente, etcétera.

Precisamente sobre la corrupción en el sistema de salud colombiano, se ha publicado recientemente un informe muy interesante del Grupo de Economía de la Salud – GES- de la Universidad de Antioquia y el Proyecto ACTUE Colombia. El informe trae los resultados de una encuesta en la que participaron 3215 personas.

Para los encuestados el orden de corrupción (de mayor a menor) en el sector salud va así: alcaldías, gobernaciones y secretarias de salud; hospitales públicos; EPS; Ministerio de Salud; y Superintendencia de Salud. Todos con un porcentaje mayor a 75%, es decir, para 3 de cada 4 participantes son percibidas como instituciones corruptas. Los menos corruptos son los usuarios y los profesionales de la salud, aunque con niveles superiores al 55%. 

Esto es muy diciente y nuevo. Los medios nos pintan a los usuarios y los médicos como víctimas, pero la gente que está adentro y conoce el sistema percibe que no los son, al menos para 1 de cada 2 personas es así.

La corrupción es aceptada socialmente, es la conclusión de más del 80% de los encuestados. Y aunque la gente no cree que sea necesaria para resolver problemas del sistema de salud (más del 76%), ante hechos concretos justifica actos de corrupción.

Un ejemplo de la encuesta cuantifica de manera muy interesante el problema: “Un usuario (adulto mayor) logra recibir mediante tutela 30 pañales diarios para atender problemas de incontinencia urinaria y vende 20 pañales para pagar a quien lo cuida”. Aquí el 33% de las personas reconoce el acto de corrupción pero lo justifica y el 15% ni siquiera lo considera como un acto de corrupción.

El informe trae muchos más ejemplos de los problemas del sector y al comparar percepción con experiencias concretas muestra que las dos coinciden relativamente, es decir, no es solo de oídas es vivida. Para rematar, hay poca denuncia y la efectividad del castigo es baja. Con este panorama concluyo que la plata mejor invertida en el sector salud es aquella en atajar y castigar casos de corrupción.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Jóvenes hoy


Cualquier padre que tenga un adolescente debe estar aterrado de los peligros de la sociedad moderna. Pensará que las cosas han empeorado, que en su época, las cosas eran distintas y más seguras. Hasta cierto punto tiene razón, hay más riesgos, pero también hay más información y los adolescentes la están usando.

Un análisis histórico muy interesante de la frecuencia de iniciación de actividades de los adolescentes en los Estados Unidos, muestra que los jóvenes están demorando cada vez más el hacer ciertas cosas, riesgosas y no riesgosas, en comparación con sus padres o sus abuelos.

Por ejemplo mientras a finales de la década de los setenta, el 86% de los jóvenes bachilleres ya habían salido formalmente a una cita, en 2015 lo habían hecho el 63%. Una cifra que va de la mano es la caída en la frecuencia de relaciones sexuales, mientras en 1991, el 54% ya habían tenido una relación, este porcentaje cayó a 41% en 2015. En términos de uso de alcohol, en los setentas, el 93% ya lo habían probado, mientras que en 2015, este porcentaje bajó a 67%.

Esas son todas buenas noticias. Los jóvenes parecen ser más sanos en la actualidad y probar menos cosas a temprana edad.

No obstante, el mercado laboral no pinta bien para esta generación. En los setenta, 76% habían ganado dinero trabajando, para 2015 este número bajó a 55%. De hecho los jóvenes se declaran muy insatisfechos en el mercado laboral según el periodista británico Simon Sinek. El autor asegura que se debe a cuatro características: la crianza de los padres, la tecnología, la impaciencia y el ambiente laboral.

Los jóvenes actuales vienen de hogares donde sus padres los protegieron del fracaso, y el mundo laboral es todo menos protector, allí se es bueno o se es eliminado. La tecnología los hace menos sociables y bien se sabe que en el mercado laboral se necesita mucha inteligencia emocional. La otra característica es la impaciencia, los jóvenes quieren una aplicación que resuelva todo ya, olvidándose que en el mercado laboral hay procesos y que la excelencia solo se logra después de miles de horas de práctica. Y finalmente, el ambiente laboral actual está diseñado con las reglas del siglo pasado, y esto no inspira a los muchachos de hoy.

Muy interesante pues lo que muestran los datos, los jóvenes hoy en día son más juiciosos pero no necesariamente en lo laboral. Vamos a ver si ellos cambian el mercado laboral o el mercado laboral los cambia a ellos.