viernes, 28 de agosto de 2009

Instrumentos no tan inocentes

(La Patria, Agosto 31 2009; El Mundo, Septiembre 1, 2009)

De un tiempo para acá, el gobierno colombiano y muchos otros gobiernos en el mundo en desarrollo, están basando parte de sus políticas de lucha contra la pobreza en programas diseñados bajo el principio de transferencias de dinero condicionadas.

Tomemos por ejemplo el caso de Familias en Acción. Este programa consiste en entregar dinero en efectivo a una madre de familia, a cambio del cumplimiento de compromisos por parte de la familia. En educación, por ejemplo esta familia debe garantizar la asistencia a la escuela de sus hijos. En salud, la madre debe garantizar la asistencia de los niños y niñas menores a citas de control de crecimiento y desarrollo programadas en el centro de salud de su comunidad.

En términos económicos, la racionalidad de estas políticas es clara: basta un pequeño incentivo monetario para motivar a las personas a actuar en línea con su bienestar futuro. Sin embargo, este principio no es del todo aceptado por otras disciplinas del conocimiento.

Michael Sandel, famoso profesor de filosofía de la U. de Harvard, sugiere que la introducción de mecanismos de mercado en algunas dimensiones de la vida de los seres humanos puede crear más problemas que soluciones.

Sandel sostiene que el incentivo monetario podría debilitar el incentivo intrínseco por educarse o por cuidar la salud propia y la de la familia, motivando a los individuos que reciben este dinero a actuar por la razón equivocada. En este escenario, el mercado es un instrumento, pero no un instrumento inocente. Lo que empieza como un mecanismo de mercado se convierte en una norma del mercado. La preocupación obvia es que el pago podrá habituar a estos individuos a realizar ciertas actividades como una forma de hacer dinero.

La crítica de Sandel para los economistas que diseñan estos programas esta en olvidar que las normas y los valores sociales importan. Los mercados no son invitados inocentes, los mercados dejan sus huellas allí donde entran.

De acuerdo con Sandel, la era del triunfalismo de los mercados, nos ha llevado a pasar de economías de mercado a sociedades de mercado. Su llamado es a reconsiderar los grandes problemas del mundo: salud, educación, defensa nacional, justicia penal, protección del medio ambiente etc, como problemas no solo económicos sino también morales y políticos.

En este orden de ideas, no es suficiente el diseñar programas pensando en la eficiencia económica, es igualmente necesario involucrar el valor y significado moral del objetivo perseguido. En palabras de Sandel: “Algunas de las mejores cosas de la vida se corrompen o degradan cuando se convierten en mercancías”. La esperanza de una renovación moral y cívica depende en gran medida de incorporar estos elementos en los debates de política pública presentes y futuros.

martes, 11 de agosto de 2009

Desarrollo por contrato

(La Patria, Martes 18 de Agosto, 2009)

Paul Romer, es un famoso economista y profesor de la Universidad de Stanford, mundialmente conocido por sus trabajos en “Crecimiento Económico”. Esta es el área de la economía que intenta descifrar cuales factores explican el crecimiento económico de las naciones. La fama de Romer está a punto de salir del circuito académico si su más reciente idea toma suficiente impulso. Se trata de las “Ciudades por contrato”.

La idea es tan antigua como la misma colonización. Un país cede, esta vez por voluntad propia, una parte de su territorio a otro u otros países para que estos lo administren de acuerdo con una serie de reglas de buen gobierno e incentivos para la inversión internacional de largo plazo. El mejor ejemplo de este tipo de alternativa, de acuerdo con Romer, lo ofrece Hong Kong, en la China. Esta ciudad es una zona económica especial que fue administrada por los británicos entre 1842 y 1997, y que hoy por hoy es considerada el centro financiero más importante de Asia.

La idea de Romer no es reconstruir ciudades viejas, si no construir de cero nuevas ciudades. Con reglas claras establecidas en el contrato y ejecutadas por el sistema judicial del país contratado, toda la infraestructura para la nueva ciudad está financiada por la inversión privada. Los servicios de gobierno ofrecidos por el contrato deben incluir por lo menos: el legal, judicial, policial y los sistemas de regulación, la educación y la atención básica de salud. De acuerdo con este modelo, el dinero para pagarle a los países contratados se obtiene del incremento en el valor de los terrenos en la zona administrativa. Esto, sugiere Romer, genera los incentivos adecuados para invertir en educación y salud, dado que el crecimiento en capital humano hará que los ingresos crezcan más rápidamente, lo que hace que la tierra en la zona se valorice aun más.

La propuesta de Romer, parece descabellada y puede ser sin duda políticamente imposible de ejecutar. Sin embargo, el fondo de su propuesta tiene todo el sentido. Los economistas y los líderes del mundo económico han concentrado demasiado su discurso en factores como tecnología, infraestructura y educación. Sin embargo, estos factores han probado ser necesarios pero no suficientes para generar crecimiento económico.

Un mejor conjunto de reglas es probablemente el eslabón perdido en la búsqueda por superar la pobreza. Las sociedades en desarrollo han avanzado rápidamente en la adopción de tecnologías (por ejemplo la telefonía celular), pero lo han hecho muy lentamente en la adopción de mejores reglas de juego, es decir, políticas públicas. Quizá una forma rápida y eficiente de hacerlo sea bajo contrato, ya que la democracia por si sola no nos ha hecho el milagrito.

sábado, 1 de agosto de 2009

Ayuda militar y sus efectos en Colombia

(La Patria, Agosto 10 de 2009)

Empieza a circular en el mundo académico norteamericano y en particular entre los centros de investigación de Washington, un estudio titulado “Bases, balas y votaciones: el efecto de la ayuda militar norteamericana en el conflicto armado de Colombia”. Los autores son Oeindrila Dube y Suresh Naidu, dos jóvenes académicos que recién reciben sus PhDs. El estudio es una lectura obligada en estos días de álgido debate entre Colombia y sus vecinos por el acuerdo de cooperación con EEUU que permitirá a militares de ese país, el uso de bases colombianas.

La idea central del artículo es comparar indicadores de violencia política y participación en elecciones entre municipios con y sin bases militares. Esto, dado que la ayuda militar norteamericana se canaliza hacia ciertas brigadas que tienen asiento solo en algunas bases militares. El estudio se concentra en el periodo 1998-2005 y los datos sobre ataques unilaterales o choques armados provienen del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC).

Dube y Naidu encuentran que el efecto de la ayuda militar norteamericana ha sido intensificar la violencia en Colombia. Los resultados sugieren que dicha ayuda causa un mayor número de ataques de los paramilitares (quienes según afirman estos autores son aliados de los militares), y a la vez, parece no tener un efecto significativo en el número de ataques perpetuados por la guerrilla. Es importante recordar que este efecto debe leerse en comparación con las áreas que no reciben ayuda militar.

Otro resultado, igualmente escalofriante, se refiere al hallazgo de que dicha ayuda resulta en un incremento desproporcionado de asesinatos políticos por parte de grupos paramilitares durante los años de elecciones, pero no parece tener efecto en el número de asesinatos políticos cometidos por la guerrilla. Finalmente, Dube y Naidu encuentran que cuando la ayuda militar se eleva, cae el número de votantes en aquellos municipios aledaños a las bases militares en cuestión y el efecto es aún mayor en los municipios más agitados políticamente. En resumen, los autores concluyen que “la ayuda militar extranjera podría fortalecer la capacidad de los agentes armados no estatales, lo que socava las instituciones políticas nacionales.”

Es valioso que jóvenes académicos internacionales analicen el conflicto colombiano y cuestionen la intervención de fuerzas externas en conflictos internos. No obstante, la complejidad del conflicto armado colombiano, y los márgenes de error de los indicadores utilizados en el análisis obligan a mirar estos resultados con algún escepticismo.

Como bien diría el famoso estadístico John Tukey “la combinación de algunos datos y un ferviente deseo por encontrar respuestas, no asegura que una respuesta razonable pueda ser extraída de un cierto conjunto de datos”. (El estudio se puede bajar en http://www.cgdev.org/doc/events/07.29.09/Bases_Bullets_Ballots.pdf)