lunes, 30 de noviembre de 2015

Ministritis

(EL Mundo, Diciembre 3 de 2015)


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomendó que los ministros salgan de las juntas directivas de las empresas industriales y comerciales del Estado y el gobierno aceptó la propuesta. Esto puede ser una buena señal para que Colombia se empiece a curar de una enfermedad que podemos llamar la Ministritis.

La participación de los ministros en las juntas directivas de las empresas comerciales representa un conflicto de interés para un Ministro por su doble condición de regulador y de regulado. Además de una posible injerencia de intereses políticos en actividades comerciales que deben ser conducidas con criterios de eficiencia, efectividad e independencia.

La Ministritis es como una enfermedad de esas que llaman trastorno obsesivo compulsivo (TOC por su sigla) y que se manifiesta en tener a los ministros metidos en todo y pedirles cuentas de todo. La enfermedad es compartida tanto por el mismo gobierno como por los ciudadanos y los medios de comunicación.

En Colombia hay 16 ministerios de esos con edificio y funcionarios. Y en Presidencia hay tres Ministros Consejeros. Con esta cantidad disponible, no hay edición de un noticiero radial o de TV, o edición impresa de un medio en donde no aparezca alguno de los 19 ministros explicando algo, atacando algo o defendiéndose de algo.

Para los ciudadanos la enfermedad se expresa de otra manera. Aunque llevamos eligiendo alcaldes y gobernadores por más de 25 años, la gente aún no tiene un mecanismo efectivo para pedirles cuentas de sus actos a los mandatarios locales. Los famosos actos de Rendición de Cuentas son meros shows histriónicos. De forma tal que ante los abusos o ante la incapacidad de los mandatarios locales toca recurrir a un salvador que este en una instancia superior. De forma tal que el Ministro acaba siendo el policía, el juez o el ejecutor que no existe al nivel local.

Para ser justos, también hay Ministros enfermos de Ministritis, con un ego que no les cabe en el cuerpo y con la necesidad de ser la última palabra en todo, incluso en lo que no les corresponde.

Sabremos que nos hemos curado de la enfermedad cuando los ministros dejen de ser figuras de prensa, cuando dejen de estar reaccionando al incendio del día, y cuando los ciudadanos entiendan que son sus mandatarios locales los que tienen que responder por sus problemas locales.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Automatización


El temor a la automatización y sus efectos en el mercado laboral es frecuente. Muchos creen que las maquinas terminaran por reemplazar a los humanos y que muchos se quedaran sin empleo por siempre. La realidad hasta ahora ha sido otra, por ejemplo en Colombia la adopción y renovación de tecnología es constante, y sin embargo la tasa de desempleo ha tenido un ritmo decreciente de manera más o menos constante. De hecho una mirada a las estadísticas del DANE muestra que la relación de ocupados a población total viene creciendo a una tasa constante pasando de 40% en 2008 a 47% en 2015.

David Autor, profesor de la Universidad MIT y experto en la economía del mercado laboral, tiene una serie de hipótesis muy interesantes que explicarían este hecho. Una primera razón es que la automatización aunque elimina trabajos también demanda otros que son complementarios, es decir que sólo puede hacer un ser humano, y por ser más especializados pagan más.

La automatización además está asociada a crecimiento de las empresas, puesto que baja el costo de expandirse. Por ejemplo en el sector bancario se pensó que los cajeros automáticos reemplazarían a los cajeros humanos, pero esto no ha sucedido. El sector salud ofrece otro buen ejemplo, cada vez hay más maquinas, computadores y tecnología entrando a nuestras IPS y a la vez el empleo en el sector salud crece a tasas superiores a las de los demás servicios de la economía.

Una tercera razón es que aquellos empleados que cada vez son mejor remunerados crean una demanda por servicios que antes no existía. Es decir, ahora están dispuestos a pagar por las cosas que hacían antes, o a demandar más servicios personales, o a pagar más por las actividades que hacen en su tiempo libre. Ejemplos de esto hay muchos, desde las niñeras, hasta los cuidadores de perros, los entrenadores personales, y los servicios de cultura y entretenimiento. La mayoría de las industrias creativas por ejemplo explican su crecimiento y demanda por el mayor ingreso de ciertos segmentos de la sociedad.


No hay duda que en ocasiones el efecto inmediato de la automatización en una empresa o sector particular sea reemplazar trabajadores, pero el efecto indirecto y de mediano plazo es benéfico tanto para el empleo como para la economía, porque desaparecen tareas que no necesitan cerebro y que además pueden ser de alto peligro para la vida.  Las tareas que necesitan cerebro, capacidad de resolver problemas, creatividad, persuasión, adaptación, lenguaje corporal, e interacción personal no van a desaparecer. La automatización es buena tanto para la productividad como para el empleo.


martes, 3 de noviembre de 2015

Ministerio de las Buenas Prácticas

(El Mundo, Noviembre 5 de 2015)

El recién inaugurado tranvía de Medellín ha causado admiración en otras ciudades del país. Lo que sumado al Metro y a otras medidas menos famosas pero igualmente valiosas como EnCicla hace que las personas de las demás ciudades del país se pregunten, ¿por qué en Medellín y aquí no?.

Hay respuestas fáciles: “es que allá se no roban la plata”, “es que allá si hay empuje”, etcétera. Y puede que algo de esta sabiduría popular sea cierto, pero la verdad es que en Colombia existen muy buenos ejemplos de administración pública bien hecha en muchas ciudades del país. Existe incluso el “Premio Nacional de Alta Gerencia” que se entrega anualmente por el Presidente y por el Departamento Administrativo de la Función Publica, que tiene a su vez un Banco de Éxitos.

Entonces, lo que falta es liderazgo en la difusión. El gobierno nacional debería ser mas agresivo en promover la replica de casos exitosos, y que en lugar de ser únicos a una ciudad o a una institución sean un estándar nacional. La descentralización político administrativa es sin duda un gran culpable de todo esto. A nivel local, cada cuatro años llegan nuevos alcaldes y gobernadores, y muchas veces de manera irracional (simplemente por ser obra del partido contrario) llegan a destruir lo hecho. En otras ocasiones simplemente llegan a improvisar y mostrar su incapacidad institucional. Ganar una elección es una cosa, administrar juiciosamente y con responsabilidad es otra muy distinta.

Para detener esto la política de promover la replica de las buenas prácticas debe ser una política pública nacional, con la suficiente publicidad y con incentivos concretos para los que la hicieron posible. Es hora de tener un Ministerio de las Buenas Practicas .El Ministro no sería un nombramiento político sino un gerente de lo público destacado por obras concretas, por ejemplo, por ser el mejor gerente de un hospital público, o el gerente del mejor sistema de recaudo de impuestos del país.

Así mismo, cuando los servicios hayan sido tercerizados. Las empresas que hayan mostrado hacerlo de manera eficiente y con alta satisfacción de los usuarios deberían recibir una extensión de sus contratos para replicar en otras ciudades.


En materia de administración pública necesitamos un Ministerio de Buenas Practicas o una entidad similar que nos ayude a estandarizar lo bueno que se esta haciendo en ciertas ciudades a todo el país.