miércoles, 28 de octubre de 2009

Una Nobel coincidencia

(La Patria, Nov 3 de 2009; El Mundo, Nov 4 de 2009)

El premio Nobel de Economía 2009 fue entregado a principios de Octubre a Elinor Ostrom y Oliver Williamson. A la señora Ostrom, en palabras de la entidad sueca, por “su análisis de la gobernabilidad económica, especialmente los recursos comunes”. Y al señor Williamson, “por su análisis de la gobernabilidad económica, especialmente los límites de las empresas”. El premio otorgado a Ostrom tomo por sorpresa a la comunidad académica norteamericana, especialmente por la temática premiada.

Un mes antes, la Fundación colombiana Alejandro Angel Escobar, entregó el Premio del mismo nombre en la categoría de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible al ingeniero Juan Camilo Cárdenas por su libro “Dilemas de lo Colectivo: Instituciones, pobreza y cooperación en el manejo local de los recursos de uso común”. El premio no fue controversial, de hecho podría afirmar sin equivocarme que paso inadvertido entre los colombianos.

Sin embargo, existen coincidencias entre estos dos premios que bien vale la pena resaltar. La más importante es que la temática de investigación de Ostrom y de Cárdenas es la misma. Cómo pueden los profesionales encargados del diseño de política económica aprender de los arreglos institucionales creados de manera autóctona por comunidades cuyo modo de subsistencia depende de un recurso agotable para administrarlo de forma tal que todos ganen? La respuesta es: mucho.

En efecto, los resultados de la investigación de Cárdenas, recogidos en su libro, sugieren que las comunidades locales pueden llegar a generar soluciones auto-gobernadas de manejo sostenible de los ecosistemas locales. No obstante estas soluciones de cooperación se ven en dificultades gracias a factores como regulación imperfecta o desigualdad social entre los actores.

Ostrom y Cárdenas coinciden en otro punto: toda política debe partir de una mejor comprensión del comportamiento humano y de cómo los individuos y hogares responden a los diferentes incentivos, normas sociales e instituciones que afectan y gobiernan su quehacer cotidiano.

Otra coincidencia más une a estos dos investigadores. Su campo de investigación ha sido olvidado por décadas por las facultades de economía y de gobierno en el mundo. Incluso el famoso profesor de la facultad de economía de Chicago, Steven Levitt, reconoció públicamente haber tenido que buscar a Ostrom en Wikipedia.

En hora buena, las fundaciones Alfred Nobel y Alejandro Angel reconocen la importancia del conocimiento y gobernabilidad emanado desde las comunidades, no aquel impuesto por ilustres próceres en leyes y decretos inútiles y en el peor de los casos pagados para el beneficio de unos pocos. Una última coincidencia: Ostrom y Cárdenas han trabajado juntos. Estos autores son de recomendada lectura.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Tentaciones

(La Patria, Octubre 19 de 2009; Jueves 22 de Octubre de 2009)

En la década de los 60, el psicólogo Walter Mischel diseño un famoso experimento, hoy conocido como el experimento de los masmelos. El experimento consistió en ofrecer a un grupo de niños de cuatro años un masmelo de regalo por participar en el experimento, y un segundo masmelo de regalo si esperaban 20 minutos antes de comerse el que ya se habían ganado. Algunos niños esperaron y otros no. Mischel y sus colaboradores siguieron el progreso de cada niño en la adolescencia, y encontraron que aquellos niños que fueron capaces de esperar resultaron académica y socialmente más competentes que sus pares. De igual forma, los niños que esperaron, desarrollaron mejores habilidades para manejar situaciones de frustración y resistir las tentaciones.

Este y otros experimentos desarrollados por Mischel le permitieron concluir que “para funcionar eficazmente en sociedad, las personas deben aplazar voluntariamente la gratificación inmediata y persistir en conductas y comportamientos dirigidos a objetivos de más largo plazo”. Puede esta diferencia, quizá innata, en los seres humano ser la explicación a la pobreza? La respuesta es no, según la nueva teoría que se cocina entre los líderes del estudio de los determinantes de la pobreza, esto es, los investigadores Banerjee y Mullainathan del IPA (Innovation for Poverty Action).

La nueva teoría rechaza la visión de los pobres como personas simplemente impacientes. La tentación, dicen estos investigadores funciona como un impuesto a la riqueza futura. La teoría está fundamentada en tres supuestos. Uno, es que existen bienes que son altamente tentadores. Dos, a medida que la gente se enriquece, la proporción del ingreso que es gastada en estos bienes disminuye. Y tres, los individuos son lo suficientemente realistas para saber que la tentación por tales bienes no va a cambiar en el futuro.

Así las cosas, el individuo hoy tiene claro que el dinero que ahorre será finalmente gastado en bienes tentadores en el futuro. Entonces para que ahorrar hoy si más tarde se va a gastar ese mismo dinero en el bien tentador. Este es el desincentivo a ahorrar para el futuro, o lo que esta teoría denomina el “impuesto de la tentación” sobre el ingreso futuro. Este impuesto es más alto para los más pobres y disminuye a medida que crece el ingreso.

La gran conclusión de esta teoría es la generación de trampas de pobreza dadas las expectativas futuras. Cuando se espera ser pobre en el futuro, los individuos son menos propensos a ahorrar e invertir, lo que los mantiene en la pobreza. Cuando se espera ser rico en el futuro, la gente es más propensa a ahorrar e invertir, lo cual lo hace aún más ricos. Los pobres, se colige de esta teoría no son miopes o impacientes, son simplemente más realistas.