martes, 22 de agosto de 2017

La economía compartida

(El Mundo, agosto 24 de 2017)

La economía compartida es un término genérico para describir transacciones entre personas, contrario a la tradicional que se da entre personas y empresas. Los casos de Uber y Airbnb son los ejemplos modernos más grandes y populares de este tipo de economía.

Esta economía es posible gracias a la tecnología actual y está desnudando las profundas ineficiencias de algunos mercados tradicionales. En palabras sencillas, esta ineficiencia se da cuando alguien puede producir el mismo bien o servicio a un precio más bajo o al mismo precio pero con un nivel de calidad muy superior.

El hecho de que alguien pueda tomar su carro y convertirlo en un negocio de transporte por unas horas o que alguien pueda convertir su hogar en un hotel por unas noches, revela que los activos de los individuos que se consideraban bienes de consumo en realidad pueden ser productivos. No es un descubrimiento nuevo, de tiempo atrás se alquilan habitaciones en casas o se hacen transportes. Lo verdaderamente novedoso es que ahora es masivo, es decir, un verdadero mercado con múltiples compradores y múltiples vendedores.

Hasta ahora la regulación de estos mercados esta dada por las reglas que la plataforma impone. Pero hay un elemento muy novedoso: la reputación individual. En esta economía, a diferencia de la tradicional donde usualmente el precio es la variable más importante se necesita construir una reputación con nombre propio. Tanto vendedores como compradores necesitan saber con quien están tratando y por ello se califican mutuamente.

Este elemento, la confianza entre las personas, me parece además que ayuda con algo que la economía de mercado tradicional destruyó: el tejido social. Dado que quien presta el servicio es una persona como uno, se abre la posibilidad de intercambiar con gente que quizá nunca habría conocido. No dudo que gracias a estas plataformas se hayan construido amistades y se estén tejiendo nuevas redes sociales.

La economía compartida es buena, pero tiene sus enemigos: aquellos que quedaron desnudos. A los que se les va a acabar el negocio de transferirnos la ineficiencia. Pero es tal la masificación de esta economía que sus enemigos no podrán con ella. Ya hemos aprendido en materia de regulación que prohibir mercados masivos solo produce mercados negros y peligrosos. Pienso que la forma de regular, aprovechando que todo es electrónico, es poner a pagar impuestos a cada transacción.


Tenemos que darle la bienvenida la economía compartida, creo que sus beneficios colectivos superan los costos individuales.

jueves, 10 de agosto de 2017

Acabar la cátedra

(El Mundo, agosto 10 de 2017)

En 2019 la Universidad de Vermont abolirá por completo la clase magistral o catedra como lo llamamos coloquialmente en las universidades colombianas. Otras universidades en Estados Unidos lo vienen haciendo en algunas facultades, por ejemplo la escuela de Medicina de Case Western Reserve University no tiene clases magistrales desde 2004.

La clase magistral es un invento del medioevo, por allá en el siglo catorce. La etimología de la palabra viene del griego lectus que significa “leer”. Como es obvio en el medioevo no existían múltiples copias del mismo libro y por ende el método más lógico de enseñar era el de un profesor lector y unos estudiantes tomando apuntes. Ochocientos años después, el método de enseñanza en muchas universidades sigue siendo el mismo.

Existen estudios suficientes para mostrar que el método de clase magistral es el más ineficiente. Es decir, tanto el profesor como los alumnos están literalmente perdiendo su tiempo. La retención de material por el alumno es muy baja y el nivel de frustración por parte del profesor es muy alto.

Existe una alternativa a la clase magistral que se llama el aprendizaje activo. En esta el profesor propone problemas a los estudiantes, teóricos o prácticos, y estos deben intentar resolverlos por si mismos o en conjunto con sus demás compañeros. 

¿Y porque entonces el mundo entero no se ha movido a la metodología activa? Por la comodidad que representa el viejo sistema. El aprendizaje activo es mucho más exigente para el profesor. Tiene que atender múltiples preguntas, de múltiples personas en simultánea, lo que vuele la clase difícil, especialmente cuando el nivel de los estudiantes varía demasiado. Además, preparar los distintos ejercicios toma más tiempo y dedicación.  A su vez, este modelo es más exigente para el alumno ya que debe llegar preparado a clase, cosa que muy pocos hacen.


El sistema educativo universitario está atrapado en un modelo medieval del cual debemos salir pronto. Algunas universidades en Colombia lo están haciendo. Acabar la clase magistral es imperativo, las universidades que avancen más rápido, le darán una ventaja tan alta a sus egresados en el mercado laboral que será premiada con creces con más matricula y mejores posiciones en los rankings. Es difícil pero por ahí es el camino.