viernes, 16 de diciembre de 2016

Corea del Sur

(El Mundo, diciembre 15 de 2016)

La semana pasada el parlamento de Corea del Sur destituyó a la presidenta Park Geun-hye de su cargo por delitos de corrupción. Este desafortunado hecho no debe opacar la extraordinaria trayectoria de este país y las muchas lecciones que tiene para el mundo.

Los latinoamericanos estamos acostumbrados a mirar hacia los Estados Unidos como país ejemplo. Comparamos a nuestras instituciones, infraestructura, y empresas con las norteamericanas. Pero ahora con la llegada del señor Trump a la presidencia de ese país las cosas van a cambiar, las instituciones que conocemos pueden ser destruidas y por esto necesitamos nuevos referentes. Especialmente aquellos países que conserven un modelo económico orientado hacia los mercados.

Si miramos hacia Europa, están Alemania, Inglaterra y Francia. Si miramos hacia Escandinavia estarían Noruega, Suecia y Finlandia. Si miramos hacia Oceanía estaría Australia. Y finalmente si miramos hacía el Asia estaría Corea del Sur.

En la década de los cincuentas Corea del Sur salió de una guerra que lo dejó en la ruina. Hoy es el país número 17 en desarrollo humano del mundo, con una expectativa de vida de 82 años, una escolaridad promedio de 12 años y un ingreso per capita de 34 mil dólares.

El sistema de salud de este país es uno de los más avanzados del mundo. Tiene cobertura universal, con un gasto total que alcanza apenas el 7.2% del PIB (lo mismo que Colombia). El sistema de información en salud de este país es altamente sofisticado. Esta desarrollado para: detectar epidemias de manera temprana; detectar fraude; evitar el uso potencialmente dañino de medicamentos; y, calificar y remunerar o castigar a los prestadores de salud de acuerdo a la calidad de sus servicios.

La infraestructura de comunicaciones y de transporte masivo del país es simplemente impresionante. En educación, también son lideres. Por ejemplo, en las pruebas Pisa 2015 Corea del Sur es el país numero 11 del mundo es ciencias, el numero 7 en lectura y el número 7 en matemáticas.

Los países orientales tienen mucho que enseñarnos, y lo más irónico de todo es que además tienen toda la disposición para hacerlo. El problema es de nuestra cultura americanizada y de una dirigencia que no se fija más allá de las narices o del vecindario. Mucho ganaríamos si sobrepasamos los limites culturales y geográficos y nos acercamos más a los ejemplos que llegan desde el lejano oriente.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Igualdad para el hombre

(El Mundo, Diciembre 1 de 2016)

La semana pasada se celebró el día internacional del hombre. Con mucha certeza me atrevería a decir que ningún hombre recibió un pequeño detalle.  En épocas en que tanto hablamos de la igualdad de genero, creo que nos estamos quedando con solo una parte de la historia.

Según el estereotipo latinoamericano (e incluso internacional) los hombres siguen siendo los cazadores de épocas ancestrales. Son formados para ser proveedores y el éxito de sus vidas se mide por la cantidad de provisiones que consigan. Es otra tradición de la época de las cavernas que la sociedad contemporánea no supera. No es descabellado decir que la proliferación de hogares destruidos y de hijos no deseados que explica tantos males del mundo actual, esta en buena parte asociado a este estereotipo inculcado desde la cuna.

La lucha de las mujeres por la igualdad de genero ha mostrado qué en un buen número de situaciones la balanza se inclina claramente a favor de los hombres, especialmente en temas del mercado laboral, o de uso de violencia física y psicológica. Bienvenidos esos datos, y toda medida para corregirlos.

Pero también hay situaciones donde la balanza podría estar inclinada en contra de los hombres, y esta también debería ser una preocupación de la sociedad. Algunos ejemplos: la mayoría de las muertes por violencia interpersonal son de hombres; en Colombia hay 4 suicidios masculinos por 1 femenino según Medicina Legal; y son mas los hombres habitantes de calle que las mujeres.

No se trata de contraponer las problemáticas de un genero como culpabilidad del otro genero, es decir, los males de los hombres como culpa de las mujeres, o viceversa. En esto coincido. De hecho es precisamente eso lo que debe evitarse, porque la igualdad de genero no puede convertirse en la lucha de genero.

Pero regresando a la motivación de esta columna, hay problemas sociales y conductas sociales que claramente están sobrecargadas en un genero o en otro, y en cada caso debería darse igual importancia en la discusión de política publica como un tema de genero.

Hace falta un movimiento “masculinista” que ayude a visualizar los problemas del genero masculino, a documentarlos y a exigir medidas de política pública de la misma manera que hoy se hace con los del genero femenino. Eso es verdadera igualdad de genero.