martes, 7 de abril de 2015

Ser mortal

(El Mundo, Abril 9 de 2015)

Atul Gawande es el autor de un magnífico libro titulado “Being Mortal” del que se habla mucho por estos días en Estados Unidos. Este médico cirujano, profesor de Medicina en Harvard y ya consagrado escritor presenta en su libro una hipótesis estupenda: la medicina moderna se olvidó de los deseos de los pacientes terminales.

Sin duda uno de los temas más complicados de estudiar y discutir es el de la muerte. Todos sabemos que somos mortales, y a la vez todos queremos posponer no solo la muerte, sino la sola idea de pensar en cómo queremos que sean esos últimos días. Por siglos la muerte fue una más de las etapas naturales de la vida. Nuestros ancestros murieron al lado de los suyos. La medicina moderna, la de unos cincuenta años para acá, en su lucha infatigable contra la muerte, ahora nos propone morir en el hospital como muestra de haber librado la batalla hasta el último minuto.

La muerte anuncia su llegada, a veces en el lento pero inexorable proceso de envejecimiento, y a veces con la presencia de una enfermedad terminal no escogida. En cualquiera de los dos casos, el trabajo de la medicina es el de proporcionar calidad de vida, medida en términos del menor sufrimiento posible y de retener la capacidad de vivir la vida de la manera más cercana posible a como era antes de la enfermedad. No obstante, y de acuerdo con la dura crítica de Gawande a sus colegas, muchas veces para la medicina actual es más fácil hacerse la de oídos sordos y vender falsas expectativas, que acercarse de manera directa a los pacientes anteponiendo su calidad de vida ante el último avance científico.

En su libro, Gawande resalta la sabiduría alcanzada por la medicina paliativa, y que se resume en cuatro preguntas fundamentales que deben guiar las decisiones al final de la vida: ¿Cuál es su entendimiento de la situación y de los resultados que potencialmente vendrán?, ¿Cuáles son sus miedos y cuáles son sus esperanzas?, ¿Cuáles son los sacrificios que está dispuesto a hacer y que no está dispuesto a hacer?, y, ¿Cuál es el curso de los hechos que satisface de manera más cercana sus expectativas dada la realidad de la situación?.


Todos somos mortales, todos tenemos un límite, y en este sentido cuando el momento se aproxime el rol de la medicina es ayudarnos a tomar la mejor decisión para cerrar en paz nuestro paso por esta tierra. Compartir con sus seres queridos, despedirse, perdonar y pedir perdón, no sentir dolor, no ser una carga, trasmitir algunas enseñanzas, son algunos de los deseos más frecuentes de los seres humanos al final de la vida. Cualquier acción que niegue esta posibilidad es un ataque a la dignidad humana.

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