martes, 19 de mayo de 2015

Problemas de peso urbanos

(El Mundo, Mayo 21 de 2015)

En Cali se acaba de lanzar CaliBRANDO, una iniciativa de la Universidad Icesi y su Observatorio de Políticas Públicas. Es la primera encuesta de opinión local del país que pregunta, entre otras cosas, por estatura y peso. Aunque es subjetiva pues los encuestadores no salieron con metro o bascula, es una herramienta que permite explorar y cuantificar correlaciones entre factores del contexto urbano y el problema del sobrepeso y la obesidad.
   
El primer hallazgo de la encuesta es que cuatro de cada diez caleños tienen problemas de peso, bien sea sobrepeso u obesidad. Un número menor a la media nacional, donde 1 de cada dos personas tienen este problema.

En cuanto a sexo los resultados confirman características poblacionales ya conocidas. El primero es que las mujeres tienen prevalencias más altas en los dos extremos del problema: bajo peso y obesidad. El segundo es que los hombres tienen una marcada tendencia al sobrepeso y un poco menor a la obesidad.

En países desarrollados la obesidad está asociada a la pobreza, por razones como el bajo precio de la comida chatarra. Y la pobreza a su vez a las etnias minoritarias, como los afros y los indígenas. Colombia es un país mestizo, y en pocas ciudades es posible encontrar un número importante de etnias conviviendo en un mismo entorno urbano como en Cali. La encuesta muestra que el porcentaje de personas con problemas de sobrepeso y obesidad entre los hombres no distingue etnias, aunque si se observó una prevalencia más alta en los indígenas. Para las mujeres, no existe ninguna etnia que esté asociada a problemas de sobrepeso u obesidad.

Los estudiosos del tema ya han identificado también que la vida familiar tiene consecuencias inesperadas en el peso. En Cali se verificó que la condición es más prevalente entre casados y personas en unión libre, que entre aquellos que no tienen una pareja (separados, solteros y viudos). Los hombres viudos y las mujeres solteras no parecen sufrir de problemas de peso.

Una asociación menos estudiada tiene que ver con la decisión de tener hijos y los problemas de peso corporal. Los resultados de la encuesta muestran una relación muy interesante, pues existe una fuerte asociación entre problemas de peso y ser papa, pero no pasa lo mismo con ser mama.

Finalmente, otra asociación interesante es aquella entre obesidad o sobrepeso y uso del transporte público. La encuesta muestra una fuerte asociación entre problemas de peso y tener un medio de transporte (p.ej., una moto o un carro) para los hombres y una muy débil asociación entre problemas de peso y tenencia de transporte para las mujeres.


Nuestras ciudades tienen un problema de peso y esta experiencia muestra que las encuestas de opinión pueden ser una manera costo efectiva de enterarse y monitorear este problema, dado que las encuestas nacionales de salud no se hacen con la frecuencia deseada.

martes, 5 de mayo de 2015

Aquí y allá

(El Mundo, mayo 7 de 2015)

La ciudad que por estos días se roba los titulares de prensa internacional es Baltimore. Una ciudad que bien podría ser colombiana o latinoamericana. Con nota “excelente” en muchas materias menos una: la desigualdad. Esa es la razón que subyace los problemas aquí y allá.

Empecemos por lo bueno. Baltimore es reconocida por el alto nivel de su medicina. La escuela y el hospital más importante de todos los Estados Unidos se llama Johns Hopkins y se encuentra allá. La ciudad es un centro universitario con algunas de las facultades más importantes del país, como la misma Universidad Johns Hopkins y la Universidad de Maryland.

La cultura es parte vital de la ciudad. Baltimore es cuna de plumas ilustres como Edgar Alan Poe, James Cain, Dashiell Hammett, Frank O’Hara, H.L. Mencken, F. Scott Fitzgerald y Upton Sinclair. También del filósofo John Rawls. Y de músicos como Tori Amos y Frank Zappa (musica popular) y Eubie Blake, Bill Frisell y Billie Holiday (Jazz). Finalmente, en deportes, el equipo de béisbol (los Orioles) y el equipo de fútbol americano (los Ravens) son protagonistas en sus respectivas ligas.

Ahora bien, la historia de la otra Baltimore es la de la desigualdad extrema. Las cifras son impresionantes. Un cuarto de la gente de esta ciudad vive en la pobreza. La tasa de desempleo en el área donde las protestas se han dado es de 19%. Menos del 60% de los estudiantes de bachiller logran graduarse. Los niños afro tienen una probabilidad nueve veces más alta de morir en el primer año de vida. La prevalencia de SIDA es cinco veces más alta en la comunidad afro que en la comunidad blanca. Y por si fuera poco, la diferencia en esperanza de vida entre dos zonas de la ciudad (los ricos y los pobres) que tienen una distancia de menos de 10 kilómetros es de veinte años. Al menos uno de cada tres habitantes sufre de obesidad. Y la tasa de homicidios (37.4 por cada 100,000 personas) la ubica como la quinta ciudad más peligrosa de los Estados Unidos.

Lo que si diferencia a Baltimore de cualquier ciudad latinoamericana es la capacidad de restaurar el orden del país en el que está. Ante las protestas, los gobiernos federal, estatal y municipal, unieron fuerzas, militarizaron la ciudad e impusieron toque de queda. El trabajo de mejorar la inequidad toma tiempo, pero restaurar el orden no es negociable. Ahí está la diferencia entre aquí y allá.