martes, 21 de agosto de 2018

Bajarlos es peor


(El Mundo, 23 de agosto de 2018)

La primera pregunta de la consulta que se votará el 26 de agosto propone bajar los altos salarios a 395 funcionarios del Estado y fijarlos en un máximo de 25 salarios mínimos. Así las cosas, de ser aprobada esta primera pregunta el salario de los congresistas bajaría a unos diecinueve y medio millones de pesos mensuales.

Estando de acuerdo en que este último es un buen salario y que representa 25 veces lo que una buena parte de los colombianos gana, me parece que el medio no es consistente con el fin y que por el contrario puede tener consecuencias inesperadas nefastas.

Si el fin es desmotivar a gente corrupta a postularse al senado, está claro que no será una medida efectiva. El corrupto ya tiene dinero mal habido, es por esta razón que los denominamos corruptos.

Si el fin es ahorrar dinero, entonces esta también es una medida ineficiente. Hay mejores formas de hacerlo, por ejemplo, eliminar el número de congresistas a uno por departamento. Esto aumentaría el precio de ser congresista y aumentaría la visibilidad y el escrutinio a los mismos, sería como unas elecciones presidenciales pero departamentales. Además disminuiría la absurda inflación de leyes que existe en Colombia.

¿Cuál es la consecuencia inesperada nefasta? Nada más y nada menos que hacer más improbable para el Estado el conseguir gente de primer nivel para sus puestos de primer nivel. Sabe usted como compiten las empresas por los mejores ejecutivos: ofreciéndoles compensaciones laborales cada vez más altas y competitivas.

Entiendo que bajar el salario de los congresistas tendrá como efecto dominó una caída general de los salarios de los funcionarios de primer nivel de las otras dos ramas (ejecutivo y judicial), incluso de las fuerzas militares. Así las cosas habrá un segundo efecto nocivo: bajarle el sueldo a una serie de personas no corruptas que hacen bien su trabajo, y que han decidido asumir el riesgo personal que significan los puestos públicos.

En conclusión pienso que bajar el salario de congresistas es inconveniente porque no castiga  a los corruptos, de hecho, nos castiga a todos los colombianos. La fuga de talento humano al sector privado será mayor y de esta manera perdemos más como país.

martes, 7 de agosto de 2018

Descentralización inconclusa

(El Mundo, agosto 9 de 2018)

Por allá hace 30 años, en 1988, se realizó la primera elección popular de alcaldes en Colombia. Luego en 1991 se realizó la primera elección de gobernadores. Los académicos llaman a ese proceso la descentralización. Las promesas eran muchas. Al acabarse el centralismo, Bogotá ya no sería quien definiría todo. Las regiones podrían ahora si planear su desarrollo y hacerlo realidad mediante la administración de sus recursos fiscales.

Comparar el país de hoy con el de hace 30 años es imposible, y también difícil sería imaginarnos cual habría sido la historia si el país siguiera centralizado. Lo que sí se puede hacer es mirar la tendencia histórica y revisar que ha pasado con las brechas económicas entre Bogotá y las regiones, y entre las regiones mismas (sin Bogotá). Ese es el estudio que hicieron Lucas Wilfried Hahn-De-Castro y Adolfo Meisel-Roca publicado en la serie Cuadernos de Historia Económica del Banco de la República – Sucursal Cartagena con el título de “La desigualdad económica entre las regiones de Colombia, 1926-2016”.

El estudio, analizó 90 años de datos de actividad económica para seis regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Centro-Occidente, Centro-Oriente, Antiguos Territorios Nacionales, Bogotá y Cundinamarca.  En palabras de los autores: “La principal conclusión del estudio es que las desigualdades económicas regionales que se observan hoy en día no son recientes. A lo largo del siglo XX, la región central de Colombia, donde se encuentra su ciudad capital, ha concentrado una parte importante de la producción nacional. A su vez, las regiones periféricas como las costas Caribe y Pacífico se han rezagado en términos relativos. Estas brechas muestran pocos indicios de haberse cerrado en el tiempo”.

Mi conclusión después de leer este estudio es que la descentralización no ha servido su propósito económico: desarrollar de manera equitativa el país cerrando las brechas entre regiones. Para ser justos quizá haya servido otros propósitos cómo profundizar la democracia y mejorar la administración pública en algunas ciudades. Pero es innegable que en lo económico falló.

Ya no hay marcha atrás. Ahora lo que resta es profundizar la descentralización. Darle más autonomía fiscal a las regiones y cortar la dependencia del gobierno nacional central. Hay recursos fiscales que son locales y que no se están recaudando al máximo. Con los incentivos correctos por parte del gobierno central esto se podría lograr.