viernes, 22 de abril de 2016

Envejecer trabajando

(El Mundo, abril 21 de 2016)

En Colombia aun no es común que los medios de comunicación estén llenos de comerciales en donde se idealice la vejez como el momento de la vida para viajar, jugar y divertirse, gastando el dinero de la pensión o de los ahorros de toda una vida. Estos comerciales son usualmente pagados por las compañías que manejan productos pensionales para atraer clientes, pero en el camino terminan por crear falsas expectativas y romantizar una época de la vida que cada vez pinta mas como las anteriores.

La realidad del sistema pensional nuestro es una cobertura baja y una clara insuficiencia patrimonial para honrar la promesa de una pensión. Con la esperanza de vida de los colombianos creciendo año tras año, es indudable que la edad de retiro debe aumentarse a la par. Esto es políticamente muy difícil, pero la realidad siempre termina imponiéndose. Será tan alto el costo personal de pensionarse a la edad mínima actual (57 mujeres, 62 hombres) medido como la diferencia entre el ingreso de la pensión y los gastos, que la realidad terminara por retrasar unos años la decisión, o quizá nos lleve a esquemas de retiro parcial.

La pregunta central es si los colombianos tendremos el estado de salud para seguir trabajando en edades que superan la actual edad mínima de retiro. No existen estudios para Colombia. Pero si existen estudios para otros países. Las cosas lucen bien.

En Estados Unidos, los investigadores Coile, Milligan, y Wise estudiaron este fenómeno. Encontraron que el estado de salud de un hombre de 49 años de 1977 es equivalente al de un hombre de 55 años en 2010. Es decir una ganancia de 6 años. También encontraron que estas ganancias de salud están desproporcionadamente concentradas en las personas con mayor educación, lo que pondría a estas personas en una mejor posición para aprovechar estas oportunidades.

El mercado laboral, bien sabemos no es el mejor amigo del adulto mayor, especialmente si su grado de educación no es muy alto. Abundan historias de personas mayores que pierden su trabajo y luego no consiguen emplearse. Esta situación con una población adulta en mejor estado de salud es doblemente trágica. Es una perdida de productividad y una perdida de capital humano y social.

Es posible que la respuesta este en la nueva economía, aquella definida por las nuevas tecnologías de la información (Uber) con flexibilidad de horario y de otras condiciones. Lo cierto es que es tiempo de pensar en opciones de política para las futuras generaciones que envejecerán trabajando.

Incentivos que no incentivan

(El Mundo, 24 de Marzo de 2016)

Al momento de escribir esta columna, solo una vez en quince días se ha cumplido la meta de ahorro diario de energía eléctrica de 5%.  No parece descabellado afirmar que la política de incentivos craneada por el equipo de gobierno falló, y que por el contario al Presidente le va a tocar echarse para atrás si no quiere perder mas popularidad.

En lo que corresponde a los hogares, se diseño (a la carrera en mi parecer) un sistema de incentivos como sacado de un libro de texto de economía. Premio en dinero para el que ahorre y castigo en dinero para el que no ahorre. Hay varios problemas con este tipo de políticas. El primero y más importante es que los hogares no tienen el mismo sistema de información del gobierno, es decir, a los hogares no les llega a las 8 AM un informe de consumo de XM. Entonces para un hogar es difícil saber si los esfuerzos que esta haciendo son suficientes o no, y en ausencia de información individual pueden presentarse muchos comportamientos. Por ejemplo, unos hogares pueden asumir que otros están ahorrando lo suficiente y no ahorrar. Otros pueden pensar que su consumo de energía es ya mínimo y que no pueden recortar más. Otros, mas rebeldes, pensaran que son las industrias las grandes consumidoras y que son estas las que deben aportar.

El segundo problema es la velocidad con que el gobierno asume que la información llega a los hogares. Toda persona interesada en lo público consume medios como loco, pero se le olvida al gobierno que este país es apático políticamente y que su consumo de medios informativos es bajísimo.

El tercer problema es el diseño del castigo. Los hogares que vean un incremento en su factura de electricidad por cuenta de no ahorrar van a entrar en furia. El gobierno entonces tendrá que recular y por lo tanto perder credibilidad, o mantenerse firme y bajar en popularidad, arriesgando incluso que el día del voto por la paz se la cobren. En cualquiera de los dos escenarios el gobierno pierde.
Kenneth Arrow, premio Nobel de Economía decía que los Economistas aún no tenemos muy bien estudiados ni entendidos los incentivos. Creo que tiene mucha razón, y este es un buen ejemplo de ello.


Imponer incentivos es una contradicción en si misma, los incentivos deben ser voluntarios. De igual forma, dada la trascendencia del problema, promover una política de este estilo sin información empírica, es decir sin haber hecho un piloto antes es muy arriesgado, o es muy ingenuo. 
Definitivamente al gobierno Santos le sobran economistas y le faltan expertos en ciencias del comportamiento.