lunes, 23 de febrero de 2009

Recuperar la sabiduría practica

(El Mundo, Febrero 26 de 2009; La Patria, 30 de Marzo)
Anualmente, desde 1984, en la ciudad de Long Beach (California) se reúne un selecto grupo de de líderes intelectuales del mundo en la conferencia TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño). Este año, la conferencia más aplaudida fue presentada por Barry Schwartz, uno de los líderes mundiales en el estudio de la interrelación entre la economía y la sicología. Schwartz argumenta que la crisis económica mundial es fruto de la pérdida de la sabiduría práctica. Veamos cual es la propuesta de este autor.

La sabiduría practica según Aristóteles es la combinación de voluntad moral y habilidad moral. Una persona “sabia” sabe cuándo y cómo hacer la excepción a la regla. Una persona “sabia” sabe cuándo y cómo improvisar. Una persona “sabia” sabe cómo usar sus habilidades morales con el objetivo de hacer lo correcto, esto es, servir a otras personas y no manipularlas. Y lo más importante, una persona sabia no nace, se hace.

La sabiduría depende de la experiencia y no de cualquier experiencia. Se necesita tiempo para conocer a las personas con las que se interactúa. Se necesita tener el espacio para improvisar, para tratar nuevas cosas, para fallar y para aprender de los errores. Además, los hombres sabios deben tener profesores sabios. Se necesita mucha experiencia para aprender cómo y cuándo preocuparse por los demás. No se necesita ser brillante para ser sabio. Pero ser brillante no garantiza ser sabio.

En su afán por organizarse, por resolver las cosas que salen mal, las sociedades acuden a dos tipos de herramientas. Unas basadas en reglas y procedimientos, y otras basadas en incentivos. Schwartz argumenta que ninguna de las dos es suficiente para resolver los problemas de las sociedades modernas. Cualquiera de los dos mecanismos funciona en el corto plazo, pero en el largo plazo privan a los seres humanos de la posibilidad de adquirir habilidades morales.

Excesiva regulación, crea mediocridad, en la medida en que elimina la necesidad de pensar. A la vez, cuando las personas enfrentan más de un incentivo, el resultado no siempre es el mejor. Los incentivos usualmente chocan entre sí, especialmente en el mundo laboral.

Que se puede hacer? Schwartz aconseja que las universidades NO insistan en la enseñanza de cursos de ética. En su lugar, las lecciones de moral se deben dar en el lugar de trabajo. Por ejemplo, reconociendo cuando un empleado hace algo moralmente acertado. O en las mismas universidades, exaltando en el salón de clase casos en donde individuos ejecutaron acciones en el campo profesional dignas de aplaudir por su virtud moral. En últimas, los seres humanos necesitamos recuperar la virtud de la sabiduría práctica, y para ello necesitamos revisar si las estructuras de las organizaciones en las que trabajamos nos permiten desarrollar tal sabiduría práctica o si por el contrario la suprimen.

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