martes, 31 de octubre de 2017

El campo envejece

(El Mundo, noviembre 2 de 2017)

De acuerdo con el mismo DANE, el Tercer Censo Nacional Agropecuario realizado en 2014 fue por su complejidad el mayor ejercicio estadístico a nivel nacional en la historia de esa entidad. Toda la información esta disponible a nivel de microdatos para ser utilizada por investigadores y por legos.

Uno de los resultados mas interesantes que se desprende del Censo es lo que podríamos llamar la demografía del campo. De acuerdo con el Censo existen 2.7 millones de productores rurales en Colombia, de los cuales cerca de 2 millones no son residentes en el área rural dispersa censada. De los 700 mil productores que si viven en el área rural, el campesino tradicional, el 64% eran hombres. En relación a la edad y la educación, se encontró que la edad promedio de estos productores es 50 años aproximadamente; y que, el nivel de educación predominante es la básica primaria con un 58%, es decir, que la mayoría no llegaron más allá del 5 grado. De hecho, el 17% son analfabetas.

Una buena noticia es que el 96% por ciento de los productores residentes estaba afiliado a la seguridad social. Pero, la mayoría de las unidades productoras, lo que llamaríamos coloquialmente las fincas, no son de mas de 5 hectáreas.

Teniendo en cuenta que en promedio la edad de un colombiano bordea los 30 años, la primera conclusión que salta a la vista es que el campesino tradicional ha envejecido a una tasa altísima y no lo sabíamos. Las razones deben ser múltiples, pero una muy poderosa, es que las nuevas generaciones, simplemente no quieren ser campesinos tradicionales.    

Así las cosas, los retos para la política social son bien importantes. En primer lugar, con la edad vienen las enfermedades crónicas, las cuales necesitan un acceso continuo a especialistas y a medicamentos. El reto en salud es mayúsculo en zona rural dispersa por las distancias, y si no se atienden bien, la tasa de mortalidad podría ser superior, y con ello desaparecerá mucho más rápido esa generación. En segundo lugar está el garantizar un ingreso básico de subsistencia, es decir, una pensión. Con esos niveles educativos, esos tamaños de hectárea, y los problemas de precios, productividad y acceso a los mercados, es muy probable que los ahorros de esta población sean mínimos o inexistentes.


En conclusión el campesino tradicional se nos envejeció y muy pronto la demografía hará que desaparezca. Los retos para despedir esta generación de una manera digna son importantes. Ojala el gobierno entrante tome nota.

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