lunes, 5 de septiembre de 2016

Cámaras y accidentalidad

(Periodico El Mundo, septiembre 8 de 2016)

Desde hace unos 5 años o más rondan por las calles de las principales ciudades del país, cámaras de fotodetección. El propósito es capturar fotográficamente las infracciones al código de transito de los diferentes vehículos que transitan por las vías. El infractor recibe días después en su domicilio la prueba de la infracción y el número de comparendo con el valor a pagar por la misma.

Este tipo de política pública tiene fundamento en sí misma. Ante los costos de tener un agente de transito en cada lugar de la ciudad, es mas barato usar tecnología para castigar a los conductores imprudentes. Además, también es cierto que no hay mejor forma de motivar el cambio de comportamiento que aquel que toca el bolsillo de las personas.

Existe otra motivación para justificar la presencia de esta tecnología en las calles: disminución de accidentalidad y de la morbilidad y mortalidad que la acompañan. En 2015 Medicina Legal atendió 6.884 casos por personas fallecidas durante eventos de tránsito, en comparación con el año 2014 cuando se registraron 6.402 personas fallecidas. Igualmente se presentaron 45.806 personas lesionadas por accidentes.

Dos estudios, uno en Medellín y uno en Cali, muestran que el efecto de las cámaras de fotomultas sobre la accidentalidad no es claro. Juliana Álvarez Restrepo estudio el caso para Medellín y concluyó qué “la magnitud del efecto es negativa, a pesar de que no se contó con la cantidad información de deseada para obtener resultados con mayor contundencia”. En otras palabras parece existir evidencia de un efecto de reducción pero con incertidumbre.

En Cali, Juan Felipe González y yo, estudiamos estadísticamente el efecto de las cámaras instaladas en 2012 y encontramos que no hubo reducción en los accidentes debido a esta iniciativa y también mostramos que las cámaras no fueron ubicadas en los sitios de mayor accidentalidad.

Esta conclusión de Cali junto con la siguiente afirmación del trabajo de Alvares Restrepo “las cámaras en Medellín se instalan en vías con velocidades medias bajas con relación a las velocidades medias de las vías en las que se instalan radares de fotodetección en otros países” muestra que el criterio que probablemente ha sido determinante para la instalación de cámaras es el de frecuencia de infracción y no el de salvar vidas.

Como lo decía al comienzo de la columna, esto no descalifica la política, las infracciones deben pagarse y capturar a los infractores es la tarea de las autoridades de tránsito. No obstante, si valdría la pena que el criterio de accidentalidad y mortalidad fuera tan o más importante para la instalación de estas cámaras.

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