lunes, 31 de octubre de 2011

Pobreza y subsidios

(El Mundo, Nov 9 de 2011; La Patria, Nov 13)

Con frecuencia me pregunto, con tantos recursos y programas orientados a erradicar la pobreza por parte de gobiernos y organismos internacionales, porque las cifras son tan desalentadoras? Una hipótesis que toma fuerza afirma que algunos supuestos básicos de las intervenciones sociales están equivocados. En particular algunos estudios están retando el supuesto según el cual la pobreza puede ser superada a través de subsidios a los alimentos.       

Los economistas Banerjee y Duflo de la Universidad MIT estudiaron el comportamiento de gasto de individuos que viven con menos de un dólar en 18 países del mundo. El porcentaje gastado en comida varía entre 36 y 79 por ciento entre aquellos en extrema pobreza rural y entre 53 y 74 por ciento entre los individuos en extrema pobreza urbana. Evidentemente, dadas otras necesidades como ropa, techo y salud, no es de esperar que el 100 por ciento del ingreso se vaya a comida. Sin embargo, a través de varios experimentos, se ha comprobado que, por cada dólar extra de ingreso (gracias a un subsidio), incluso aquellos en las condiciones más extremas de pobreza, solo gastan 0.67 centavos en comida.   

Más interesante aun es el hallazgo, también documentado por Banerjee y Duflo, según el cual, el dinero adicional gastado en alimentos no se destina a más calorías o más nutrientes. El gasto se concentra en alimentos que tienen mejor sabor, también denominadas calorías vacías como alimentos azucarados y grasosos.

Otro par de economistas, Jensen y Miller, estudiaron el efecto directo de los subsidios a alimentos básicos como trigo o arroz en dos comunidades pobres en China. En su estudio, encontraron que los hogares que recibieron los alimentos subsidiados, disminuyeron el consumo de tales alimentos e incrementaron el de otros productos, mas “lujosos”, como camarones y carne. De hecho una mirada detenida al contenido nutricional mostró que este no cambió después del subsidio.

Entre las explicaciones que se contemplan para esta aparente contradicción se cuentan el declive en la cantidad de esfuerzo físico que muchos trabajos actuales demandan, incluso los más básicos;  la existencia de una relación no lineal entre más comida y más productividad, es decir comer el doble no significa producir el doble; o simplemente , que hay otras cosas que son tan o más importantes que la comida para los pobres.  Con respecto a este último punto, existen en cada sociedad rituales que demandan recursos y que ejercen presión social sobre todos los estratos como matrimonios, funerales, bautizos, etc. También, y esto tiene mucho sentido, está la necesidad básica de diversión. Ello explica porque en todo hogar por humilde que sea hay un radio, un televisor, o un DVD.
El resultado de estas investigaciones no solo cuestiona de manera crítica políticas de subsidio a los alimentos como políticas efectivas de mejoramiento de la nutrición y por ende salida de la pobreza, sino que también nos retan a revisar que tan bien fundamentados y realistas son los supuestos que subyacen otras políticas antipobreza.

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